“Tenias que perder los cortijos pa que volvieras en serio”.

Magisterio taurino en casa del Padre Girón
Parada, Ortega, Ojeda, Espartaco, Pepe Luís, Litri y Sarrión ofrecen una gran tarde de toros en Higuera de la Sierra.

Cuadragésimo festival de Higuera de la Sierra, homenaje a francisco Girón fallecido en el mes de enero y alma mater de este evento durante cuarenta años. Se leen unas palabras de homenaje al inicio del mismo y se guarda un minuto de silencio por el mencionado sacerdote, por Isidoro Sivianes y por Manuel San Miguel. Lleno en los tendidos en tarde tormentosa con alguna gota en el albero. Siete novillos de por este orden Santi Domecq bueno, premiado con la vuelta al ruedo, Manolo González bueno aplaudido en el arrastre, Juan Pedro que se dejo, aplaudido, Manuel Ángel Millares, flojo, Luís Algarra, rajado, leves pitos, Pedro Trapote terciadito y justo de fuerzas y Diego Puerta exigente. Intervinieron José Luís Parada, Ortega Cano, Juan Antonio Ruíz “Espartaco” y Miguel Báez “Litri” que cortaron dos orejas y rabo y Paco Ojeda y el novillero Manuel Sarrión que consiguieron dos orejas cada uno,

La mañana empezó con una misa en la parroquia donde tantas dijera el padre Girón, luego la peregrinación subió al nuevo cementerio de la localidad donde se le tributó un sentido homenaje al Padre de los necesitados, de los marginados de los pobres, de los pobres de espíritu, de los estudiantes, de los toreros, de los obreros, de todo el que necesitará una palabra de ánimo o un plato de lentejas. Sin duda los versos de Juan Ramón musitados en el camposanto llenaron el día, “yo me iré y los pájaros seguirán cantando”.

Luego del necesario refrigerio, la tarde comenzó con un magnífico novillo de Santi Domecq ante el que José Luís Parada mostró su tauromaquia pura, dos cambios de mano de gusto y cadencia únicos fueron el refrendo de que el Sanluqueño está para torear donde sea. Ante otro buen utrero de manolo González el cartagenero Oretga Cano se lució con la pureza del capote, hizo bueno al novillo por el derecho y lo cuajó por el izquierdo con maestría poderosa.En el tercero de la tarde el maestro Ojeda dio una lección de su mejor torería, de pureza, de grandeza, de revolución perenne, de meterle miedo al miedo que llevaba el de Juan Pedro en los pitones, de quitar la muleta y poner la cadera y quitar la cadera y poner lo que los toreros llevan apretado en la taleguilla, lo dominó tanto al juanpedro que el animal no fue capaz de enseñar el camino de la muerte, el fallo a espadas no minimiza la colosal obra de arte de Paco Ojeda . Espartaco es el un caballero armado de la sagrada orden del temple, su pundonor, su gallardía su conexión son eternas y treinta años no son nada cuando planta rodilla en tierra y levanta los tendidos. La muleta es la misma que cuando empezó, nunca se la ha tocado un toro. Al quinto lo cuajo con el capotito, apenas un suspiro, Pepe Luís Vázquez, derrochó sevillanía, gusto y empaque se gustó y gusto el niño de Pepe Luís, lástima que el animal se rajará por que el sevillano venía dispuesto a cuajar al toro con la muleta.Litri se llevó otro de lo malos, salieron tres de esa condición, flojos y descastados, el onubense se mostró torero, firme y en estado de absoluta madurez, tanto porfió con el novillo de Trapote que se llevó un susto en un arreón del deslucido y terciado animal. Bien con la espada cortó un rabo.El novillero Manuel Sarrión se las hubo de ver con un novillo de excelente presentación y muy exigente de Diego Puerta, anduvo en novillero, se llevo una paliza, después de gustarse con el capote y dejar buenas series con la mano diestra, el quite providencial lo haría don Francisco Girón desde su barrera del cielo. Con los aceros un mitin, a seguir mejorando, buenos maestros tuvo hoy.

Cuando Ojeda culminaba su homenaje a su propia historia saltó un “guasa” desde el tendido “Tenias que perder los cortijos pa que volvieras en serio”. Pues no se la gracia que le haría al torero., pero sospecho que la justa. Que los toreros de esta tarde volviesen en serio para el aficionado, sería una fuente inagotable de placer y torería.Así acabó este homenaje de los taurinos a un hombre bueno, que sigue viviendo en Higuera de la Sierra en olor de santidad.