lunes, 14 de septiembre de 2009

Esto es lo que hay lo cuenta ABC. Agarrense que vienen curvas


Crash ganadero: 2.000 toros sobrantes
Z. DE LA SERNA / R. PÉREZ MADRID´
La crisis ha propinado una estocada a las ganaderías. La reducción de festejos, mayores y populares, ha provocado que las dehesas estén atascadas. El matadero se presenta como un camino ruinoso. Algunos ofrecen sus corridas a precio de saldo

Descabello a la mitad de festejos en Madrid
Las fiestas populares de Madrid tampoco se han librado de la crisis. En agosto, la Consejería de Presidencia recibió 189 peticiones de autorización para festejos (corridas, novilladas, encierros, recortes...), un 52 por ciento menos respecto a las mismas fechas del año pasado, en las que hubo 393 solicitudes, según informaron a Efe fuentes de la Comunidad. La bajada es de un 35 por ciento si se contabilizan las autorizaciones desde el 1 de enero al 31 de agosto: se solicitaron 564 festejos, mientras que en 2008 se registraron 870.

La espada de Damocles de la crisis que pendía amenazante sobre la Fiesta, como uno más de los sectores económicos de España, se ha hundido hasta los gavilanes en el morrillo del campo bravo. La cuesta abajo económica se ramifica por la dehesa como la sombra alargada de la arboleda. En lo que va de temporada, la reducción de espectáculos ha dejado en el campo más de 2.200 toros sobrantes. Sólo hasta agosto se han celebrado 354 festejos mayores (corridas, rejones y novilladas) menos que en 2008. Las cuentas son claras si se multiplican, sin contabilizar sobreros, por los seis toros que se lidian en cada uno: 2.124 animales se han quedado compuestos y sin ruedo. Si a esto se añade la disminución de festejos populares de capeas y calles, el número se dispara como el cohete a la luna en el 69. Las arcas municipales han cerrado el grifo para el toreo, por lo que muchos ganaderos, especialmente los de menos nombre, segunda fila o «marcas blancas», se han visto abocados a replantearse el futuro con urgencia. Ya la pasada temporada se preveía una mengua, pero pocos imaginaban la debacle.

Menos paseíllos. Todo ello se traduce en menos paseíllos de los toreros, y no sólo de los modestos, sino también de los que copan los primeros puestos del escalafón. Como refleja la tabla que ilustra la información, El Fandi, líder en 2008, llevaba el año anterior 83 corridas a finales de agosto y éste, 66 por las mismas fechas; el segundo clasificado (El Cid) de la temporada última sumaba 69; ésta, el segundo posicionado (Perera) acumula 58. Toda lectura negativa tiene un ángulo positivo: desaparecen festejos artificiales, no rentables, montajes, que inflaban el mercado y un escalafón con más de 200 matadores. Los peor parados son los novilleros: sólo 24 paseíllos ha hecho el «número 1». Y es que la figura del ponedor, caballo blanco o mecenas que provenía de otros sectores ha salido de escena. Los banderilleros también padecen la crisis con mayor sensibilidad. El empresario tampoco escapa a una menor afluencia de público, únicamente capeada con la colaboración de la mayoría de figuras.
De las vacas gordas a las flacas. Si se echa la vista dos años atrás, el asunto cobra tintes funestos. En el fulgurante 2007 se batió un récord de 2.176 festejos, una cifra desbocada para un mercado sobredimensionado. La época de vacas gordas abrió el toril de las flacas: 300 menos se celebraron en 2008. Esta temporada aún queda otra prueba de fuego: el taurino septiembre, con mayor número de festejos que agosto.
El kilo de carne del toro en canal se paga a 1,70 euros, con lo que no se cubren ni los gastos de producción
Reducción de cabezas. Las asociaciones de ganaderos de lidia no ocultan su preocupación. Desde la Unión de Criadores (UCTL), que aglutina el 75 por ciento de los hierros —321 titulares y 47 aspirantes—, han alertado del peligro: «Se vende poco y hay mucho sobrante en el campo», señala Isabel Carpio, secretaria de la UCTL. Y explica algunos «trucos» para que esta terrible recesión sea más llevadera en el futuro: «Algunos disminuirán el número de madres al mínimo imprescindible (más rigor en la selección)». Otros intentarán venderlos a pueblos (en los llamados «bous al carrer» o toros de la calle del Mediterráneo se puede comprar hoy una corrida por el precio de un toro) o para los entrenamientos de los diestros, a bajo coste. Algunos se decantarán por la merma de cabezas. «No es disparatado, porque al menos así no cuestan en invierno un año más». Aunque muchos han pensado en esta posibilidad, no pueden eliminar todo lo deseado: «Hablamos de ganado extensivo, por lo que hay que mantener un número de reses por hectárea. Se busca recuperar el equilibrio medioambiental, aunque en el caso del toro de lidia está más que superado, pues mantiene un ecosistema único».

El matadero: una corrida por lo que vale criar un toro. El macelo aparece como una de las últimas opciones: los costes para la crianza de un toro oscilan sobre tres mil euros —varía en función del territorio, hay más gastos, por ejemplo, en la sierra madrileña que en las marismas andaluzas— y en un matadero apenas vale su carne quinientos euros. O sea, se paga por una corrida lo mismo que vale criar un toro. «Pagamos a 1,70 euros el kilo en canal de un macho cuatreño o cinqueño», indican desde el matadero Madrid-Norte de San Agustín de Guadalix, que adquiere la mayoría de corridas lidiadas en plazas de la Comunidad.
Algunos ganaderos ofrecen sus corridas a nueve mil euros; la otra salida es el matadero, tres mil euros, o asumir su crianza un año más
Cierre de ganaderías. En medio de esta crítica situación, a más de un ganadero no le quedará más remedio que cerrar la cancela. Los expertos opinan que desaparecerán algunos de nuevo cuño —muchos «ladrilleros» (constructores enriquecidos con la burbuja inmobiliaria)—, que se embarcaron en esta aventura más por capricho y vanidad que por afición. «Los de toda la vida, con tradición y vocación, lucharán por permanecer, pero tal vez otros...», comenta Carpio. Pese a los graves perjuicios de la crisis, será un modo de reconducir el mercado y de ser más rigurosos en la selección. En época de bonanza todo valía ante una demanda que todo lo absorbía; ahora han cambiado las tornas: hay más oferta que demanda.
Rebajas en las corridas. Mientras unos se quedarán con la mitad de la camada en los cercados, otras ganaderías (las marcas registradas) han vendido casi todo y prácticamente mantenido precios en los circuitos de ferias. Eso sí, la depreciación de las corridas de los hierros intermedios y bajos es considerable: algunas no han superado la ínfima cantidad de nueve mil euros, que no cubre ni los gastos de producción. Ya en 1984 advertía don Álvaro Domecq y Díez que «mientras no se pague por un toro por arriba de las 650.000 pesetas y la corrida, por tanto, por encima de los 3.900.000 pesetas, los beneficios son tan pequeños, caso de que los haya, que no es de extrañar exista quien se desanime». Ni la mitad cobran algunos por corrida. Es la ley de la oferta y la demanda: más sobrante y menos festejos, con lo que algunas divisas lanzarán más rebajas que los grandes almacenes en enero. La competencia «desleal» ha surgido.
En lo que va de año, en la Comunidad se han solicitado 300 autorizaciones menos que en 2008
Política sanitaria. Aunque el panorama es crudo para cualquier tipo de ganadero, sobremanera para los de lidia. Precisamente por la condición de bravo, el toro requiere un manejo especial y se exige, sin embargo, un calendario como si fuera manso. Cuenta Carpio, la secretaria de la UCTL, que el desencanto es generalizado por la política sanitaria europea, aplicada con rigor por las Comunidades Autónomas. Los controles se han multiplicado como los costes veterinarios. Cada dos por tres hay que mover una ganadería entera para sanear. Como si el toro bravo fuese el dócil ganado de carne.

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