A los tres hombres de plata, Raúl, Jorge, los dos lo habeis admirado, los dos me hablais de Montoliu, el hombre de plata que fue figurón, el que callaba en las tertulias a los matadores que querían aprender.El que llenaba una plaza, un hall de hotel taurino, el que se fue, lo intentó, volvió y otra vez fue el de antes. Juanlu, este era el par que alguién no quiso poner, este era el que quisiste clavar, tantas noches ahora sin dormir, lo podrás soñar.
Dice Agustín Hervás , de donde esta madrugada insomne tomo la magnífica foto, que el levantino era natural hasta para morir en el mejor sitio en que puede morir un torero, la Real Maestranza de Caballeria de Sevilla. Bien maestro malagueño, eso es hondo y la forma de decirlo bella.
Aquella tarde triste lloré por la tele, era un día del trabajo. Hoy he vuelto a llorar al verlo parear en el coso de la calle Xativa. Había que desentoxicarse, ¿No Rául? hay va un chute de verdad., de hondura, de torería, de grandeza.
Os lo cuento (espero no joderlo):
Los pies rozando el aire, besando el suelo, el pecho en la linea del toro,la figura inclinada los mismos grados que la Torre de Pisa, cargando la suerte en los palos, los brazos bajando desde el cielo, después de hacerlos subir cuando el morlaco está con él, es el tercer par, el toro vendría avisado, el lo cita de largo y lo espera en tensión, se calma para el momento mágico en que un par se hace eterno gritando ¡soy torero y esto es pureza!, clavará en lo alto y saldrá andando, como si nada.
Este tío era grande. Esta fiesta es grande, este señor era grandeza, de oro, de plata o en traje de calle. Lo de Ayamonte fue un mal sueño, esto es el toreo, una imagen que resume una filosofía y una forma de vivir, lo otro,,, lo otro son sucedaneos.
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