«Manuel Jesús “El Cid” sufrió un duro 
varapalo en la tarde madrileña del 22 de mayo. Se enfrentó a un buen toro de 
Alcurrucén y no acertó a cuajarlo. Es cierto que logró dos tandas buenas sobre 
la diestra, pero en el resto de la faena se equivocó el torero de Salteras, 
tanto en los muletazos sobre la diestra con la figura erguida, en los que no 
llevó toreado en largo a tan buen ejemplar, como en el toreo con la izquierda, 
donde no acertó en la distancia y se vio sorprendido por las arrancadas de 
llamado “Fiscal”. 
El toro se lució mucho y el torero se vino 
abajo. La plaza se puso contra el torero. 
La inquina contra el matador tenía un doble 
motivo. De una parte que no hubiera hecho una gran faena. Pero, cuidado, la 
recriminación de Las Ventas fue más dura porque era El Cid. Esa misma faena a 
ese mismo toro la firma otro espada y es posible que la hubieran valorado de 
otra forma. O que no le hubieran castigado tanto. Pero el torero de Salteras 
también sufrió el rechazo que provoca un torero que lleva ya muchos años en el 
primer plano. Ya se sabe que los mismos que te encumbran son los que se encargan 
de derribarte. 
A El Cid lo hicieron figura en Las Ventas, era 
entonces otro torero y otra disposición, también tenía enfrente a otros toros. 
Esa misma plaza, que sabe que el diestro no anda bien, que en Sevilla no ha 
podido lucirse, le esperó con la escopeta cargada y disparó sin recordar las 
glorias del pasado. 
 Esta es la miseria y grandeza del torero, 
entre otras muchas. La realidad es que Manuel Jesús no cuajó al toro, aunque 
hubo fases buenas, pero fue duro comprobar que la misma plaza que lo llevó a la 
gloria ahora lo empujaba al fondo del precipicio. El Cid tiene ya muy complicado 
reverdecer laureles en Madrid. La rutina y dureza del público ya no espera mucho 
de su tauromaquia. 
Sus mismas declaraciones al final le han complicado volver el 
ruedo venteño. El torero tiene un recorrido largo en su carrera y tal vez sería 
bueno meditar si no es preferible un tiempo de descanso con vistas a volver más 
adelante. En estos momentos, el saltereño debe tener una enorme confusión 
mental. Además, después de Sevilla y Madrid, aunque toree por otras plazas, ya 
me dirán en qué condiciones y en qué carteles lo hará. Así es el toreo. Sólo me 
queda una duda. Madrid ha sido demasiado dura con quien en su día fue uno de sus 
toreros preferidos. Y ahora llega el eco de que ese toro puede ser el mejor de 
San Isidro, con lo cual el castigo tiene todavía más epílogos. Tal vez sería el 
momento de la reflexión para volver dentro de unos años con la mente fresca para 
volver a sorprender con su estilo clásico y poderoso.»
  
*Artículo de opinión de Carlos Crivell, publicado en Sevillatoro.com.

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