Lo cuenta Burladero
Miércoles 25 de septiembre. 5ª de feria. Segundo festejo del I Trofeo Naranja de Plata. Casi lleno. Dos erales de Javier Molina (1º, extraordinario, y 4º, manejable) y dos de El Parralejo (2º, manso, y 3º, se le dio la vuelta al ruedo).
José Cabrera: oreja y oreja con dos vueltas al ruedo por su cuenta.
Aitor Darío "El Gallo": oreja y dos orejas.
Pocos astados tendrán la calidad que exhibió Gruñidor sobre el albero de Algemesí. Evidentemente se podría cuestionar si su juego hubiese sido el mismo después de ser picado. Es pura hipótesis, pero estoy convencido de que, si la bravura es la capacidad del toro para luchar hasta la muerte, Gruñidor era el ejemplo de animal bravo por excelencia, y lo hubiese sido en cualquier circunstancia.
El cuajado eral de El Parralejo aunó todas las virtudes que se esperan de un toro: fijeza, prontitud, recorrido... y entrega por abajo, y clase en la embestida, y temple en sus acometidas, y transmisión, y alegría, y nobleza... y todo hasta el último suspiro. Tan bueno fue que hasta perdonó clamorosos errores de colocación de José Garrido, su matador. ¡Un santo!
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