tamborileaban mis cascos al campanear
entre los campos al atardecer,
batía mi cola entre blancas mariposas
mis crines al viento rozaban tu tez
MI VALIENTE TORERA
No sé bien que sucedió
sin remediarlo caí
la arena te atrapó
logró separarte de mí,
pero no tengas miedo, mi niña torera,
sigue adelante, no mires atrás,
aléjate de aquella tarde,
juntos haremos cien más.
Hay en mi lomo un gran vacío
inmenso y feroz como el ancho mar,
que nunca nadie sació antes
y que nadie jamás podrá llenar
y aunque miro y no te veo
aún complaces ese lugar,
en mi alma prisionera
de tu aliento y voluntad.
Que es tu ausencia mi verdugo
y en tu cuerpo magullado, mi dolor,
mi tordo lusitano ya no brilla
mi relincho estalla en mi interior,
no me dejes morir de pena
regresa despacio, pero regresa
con tu sonrisa en mis sentidos
al compás nuestros latidos.
Mi corazón hace piri piri al evocar el sendero
que serenos tú y yo recorrimos ayer
tamborileaban mis cascos al campanear
entre los campos al atardecer,
batía mi cola entre blancas mariposas
mis crines al viento rozaban tu tez
mis orejas guiñaban tu clamoreo
mudos mensajes buscaban mis ojos de nuez.
Y que los romeros ya no huelen
pues tu piel los perfumaba,
y los hinojos ya no crecen
porque anhelan tu mirada,
y es que el campo está triste
pues mi galope lo yerma,
porque es tu voz que me falta
hechizo de torero a torera.
Necesito tus caricias
tus olés y manoseos,
tu cariño trabajando
tus clamores en el ruedo,
el chascar en tus mejillas
con finura y galanteo,
el rozar de tu mano bella
y nuestro resuello sobre el albero.
Gotitas de rocío lloran sobre el suelo
añoran esas mañanas endulzadas con tu siseo
y el modo alegre en que mis crines
se enredaban en tu suave cabello,
y que de toriles se arranque la bravura y el encaste
que en la plaza un noble bruto aguarda las señales
de su valiente torera derramando coraje
me requiebra con templanza y arte.
No deseo otra vida
ni quiero otro dueño
tan sólo tenerte
y bailarte en los medios.
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