martes, 20 de octubre de 2009

Se reedita la tauromaquia de Segismundo.

El pasado sábado, a tan intempestiva hora cual son las once, ¡de la mañana!, para toreros, para artistas o para cualquier individuo que quiera ser considerado gente de bien, pues a la susodicha hora que es cualquier cosa menos golfa, demasiado pronto para madrugar, demasiado tarde para enlazar, demasiado formal para un aguardiente, demasiado matutina para una caña, demasiado seria para otro Gintonic..., en fin a esa hora de pocas brujas y muchas nubes nos citaron la Casa Colón.

La Fundación Caja Rural en su Otoño Cultural y Pepe Juan nos convocan en un ambiente de cineclub clandestino para hablar de literatura y de toros. La cita parecía de aquellas subrepticias que eran conocidas por todos menos por los que debían acudir. Pepe Juan diserta,brillante y torero, nos honra estando en nuestra trinchera, el asunto tiene espinas y fangales, el escritor se gusta, anda aseado y correcto, lo presenta, muy cariñoso, Uberto Stabile y el poeta sabe que allí hablar de toros, aunque le haga el quite el barroco popular de un clásico culto del teatro como Calderón (¿Uno que iba con el Espartero ? no, animal, De La Barca, el de la vida es sueño y los sueños..., ah ya) pues eso, el toro está visto regular en ciertos mundos, a pesar de que ese día en esa hora insana, hacía el paseillo también el muy culto y erudito presidente del ateneo de Sevilla Enrique Barrero Gonzalez, liado en un libro sobre Miguel Romero Martínez, hermano de aquel otro amigo del cuñado del Gallo y comecenas, si existe el palabro, del 27. Pepe Juan baja la mano correcto, torero y firme defensor de una ancestral cultura taurica y de afinidades más allá del verso.
Completa la reedición un nuevo poema, el pozo no se seca, dedicado al bueno de Silvera estos bonitos versos, que el honrado Emilio no pudo oir, a esas horas andaría yendo o volviendo de hacer la luna, rccitados por Jose Juan Diaz Trillo

Un cielo de verdad ofrezca acaso
un reposo distinto a los toreros
(...)
Su capricho es
su voluntad distinta

una nueva labor que al cielo agrada
y al público se ofrece para engañar su ira

Para encontrar con él,
ya en la misma plaza, la de la vida en sueño,
la gloria que perdimos.

Desde el amor al toro y a la literatura, con voces del aparente infeliz Segismundo, que sin embargo siempre fue libre, por que "su capricho es su voluntad distinta",
Un placer señor poeta.

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