Festival de sabor solidario en Trigueros
Moura, Puerto, Doblado y Blanco firman los mejores momentos de la tarde.
Tarde de calor veraniego, casi lleno en los tendidos. Ganado de Manuel Ángel Millares, dos con el hierro de la casa y uno de la Prusiana, primero excelente, tercero bueno y séptimo que se dejó, Peñajara un pavo que hizo segundo claudicante, Celestino Cuadri, el toraco de cara tapada que se jugó cuarto y desarrolló peligro, Prieto de la Cal, quinto, mejor para el torero que para el ganadero, Gerardo Ortega sexto muy noble. Joao Moura hijo, dos orejas. Víctor Mendes, oreja. Víctor Puerto, dos orejas. Antonio José Blanco, dos orejas y rabo. José Doblado, dos orejas. Jairo Miguel, dos orejas. El novillero Javier Jiménez, dos orejas.
El festival de Trigueros se consolida como un lugar agradable donde pertrecharse de las últimas faenas de la temporada en nuestra provincia para hibernar con un buen sabor en el paladar taurino, en el callejón de la portátil instalada en el patio de la cooperativa San Isidro Salvador se podía disfrutar en la tarde de ayer de torería a espuertas, Paco Ojeda, José Antonio Campuzano, Víctor Méndes Víctor Puerto son leyendas vivas del torero, gentes de las que dan dignidad e importancia a la profesión más bonita del mundo, también quisieron disfrutar de esta despedida y cierre de la temporada. Y a fe que lo hicieron en un festejo de muchos matices, gran torero a caballo del niño Moura, el lusitano dejo muy buenos trazos de torero a caballo ante un muy buen toro de Millares, digno de ser visto en faena a pie, el toro humillaba de principio aunque luego echo las babas en la montura, era muy templado su galopar y permitió el lucimiento del hijo del gran Moura a lomos sobre todo de Pain y Salteador y luego con el espectacular Morenito.
Tarde de calor veraniego, casi lleno en los tendidos. Ganado de Manuel Ángel Millares, dos con el hierro de la casa y uno de la Prusiana, primero excelente, tercero bueno y séptimo que se dejó, Peñajara un pavo que hizo segundo claudicante, Celestino Cuadri, el toraco de cara tapada que se jugó cuarto y desarrolló peligro, Prieto de la Cal, quinto, mejor para el torero que para el ganadero, Gerardo Ortega sexto muy noble. Joao Moura hijo, dos orejas. Víctor Mendes, oreja. Víctor Puerto, dos orejas. Antonio José Blanco, dos orejas y rabo. José Doblado, dos orejas. Jairo Miguel, dos orejas. El novillero Javier Jiménez, dos orejas.
El festival de Trigueros se consolida como un lugar agradable donde pertrecharse de las últimas faenas de la temporada en nuestra provincia para hibernar con un buen sabor en el paladar taurino, en el callejón de la portátil instalada en el patio de la cooperativa San Isidro Salvador se podía disfrutar en la tarde de ayer de torería a espuertas, Paco Ojeda, José Antonio Campuzano, Víctor Méndes Víctor Puerto son leyendas vivas del torero, gentes de las que dan dignidad e importancia a la profesión más bonita del mundo, también quisieron disfrutar de esta despedida y cierre de la temporada. Y a fe que lo hicieron en un festejo de muchos matices, gran torero a caballo del niño Moura, el lusitano dejo muy buenos trazos de torero a caballo ante un muy buen toro de Millares, digno de ser visto en faena a pie, el toro humillaba de principio aunque luego echo las babas en la montura, era muy templado su galopar y permitió el lucimiento del hijo del gran Moura a lomos sobre todo de Pain y Salteador y luego con el espectacular Morenito.
Lo de Víctor Mendes es de órdago a la grande, seguro que no se perdía el envite, ante su invalido salinero, por cierto horriblemente afeitado, (espero que nadie haya cobrado por semejante desaguisado), poco pudo hacer más que mostrar su raza y su saber entender los toros, el de Peñajara solo sabía defenderse y apenas se mantenía sobre la vertical. Pero luego el de de Villafranca de Xira dio una lección de magisterio torero, en su condición de director de lidia. Pendiente, atento, en la boca del burladero, dando consejos, oportuno, sabio, prudente, cariñoso. De verdad se merece todos los premios que se le quieran dar.
Víctor Puerto nos ha emocionado, tiene la frescura de la madurez, la honradez torera de un franciscano, la simpatía de un compadre sano y la maestría de un majareta del toro. Al incierto de salida de Millares lo entendió de libro, lo templó y lo hizo romper a bueno, le ayudo en los primeros lances para desengañarlo, lo acabo de meter en el esportón en los lances finales y le recetó una magnífica estocada a la tercera.
Blanco es la dignidad hecha gente del toro de Sanulcar, delante del maestro Ojeda no quiso menos que emularlo, le metió miedo a miedo, el de Cuadri, que salió codicioso con el capote, era un desertor, aceptaba trsmposo el primer muletazo y al segundo quería echarse a los lomos al torero, el torero fue consciente de ello y se dejo coger, sin mirarse volvió a la cara del toro y acabo la faena de mucho merito. Apoyado por el paisanaje cortó el único rabo del festejo.
Doblado se encontró con un bajito cinqueño de la casa ganadera donde echó los dientes su padre, firme en el capote, el toro fue tramposo en el caballo, salía suelto de la suerte y se quedo
Doblado se encontró con un bajito cinqueño de la casa ganadera donde echó los dientes su padre, firme en el capote, el toro fue tramposo en el caballo, salía suelto de la suerte y se quedo
demasiado entero. A partir de ahí llegaron las exigencias del Veragua, quería un torero enfrente y se lo encontró, firmeza contra codicia, torería frente a dificultad y sentido de la lidia frente a bravura de la buena. Mató muy bien a la tercera, tras un consejo de maestro desde el callejón del director de lidia.
Jairo Miguel dejo trazos de su poderío y de su proyección, gran seguridad en si mismo, oficio bien aprendido y ganas de subir en el escalafón fueron sus armas ante un bendito y terciado animal de Ortega que derrochó nobleza. En el callejón escrutaba Antonio Corbacho, mentor de Talavante hasta hace unos meses y vinculado en tiempos a José Tomás, al dato.
Jairo Miguel dejo trazos de su poderío y de su proyección, gran seguridad en si mismo, oficio bien aprendido y ganas de subir en el escalafón fueron sus armas ante un bendito y terciado animal de Ortega que derrochó nobleza. En el callejón escrutaba Antonio Corbacho, mentor de Talavante hasta hace unos meses y vinculado en tiempos a José Tomás, al dato.
Javier Jiménez dejo en Trigueros sus argumentos y sus carencias, es valiente, tenaz, se siente torero y ante el eral de Millares no se arredró, ni al perder los engaños, ni al resultar cogido ni ante la falta de luz ni cuando tardó en morir, lo mejor, su fe en la gente que lo acompaña desde el callejón.
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