Por error de Blackberry este artículo salió cortado en la primera ocasión, ahora al completo entre los años 56 y 60 del pasado siglo
Vicente Parra Roldán
En la próxima entrega hablaremos del 61 |
Mucho y bien se viene hablando de los éxitos cosechados en
los últimos años en la madrileña plaza de Las Ventas por la ganadería de Hijos
de Celestino Cuadri Vides y que le han reportado no sólo innumerables trofeos y
galardones sino la admiración de los aficionados.
En este y en próximos reportajes vamos a tratar de hacer
un recorrido por el paso del hierro triguereño por la considerada primera plaza
del mundo, recordando sus más de treinta actuaciones a lo largo de cincuenta
cinco años de historia, en las que han predominado, especialmente en los
últimos años, los festejos mayores aunque, en un principio, llegó a lidiar
hasta cinco novilladas en los primeros años de existencia de la ya legendaria
ganadería.
Debut y repetición en 1.956
El debut de la ganadería triguereña en la plaza de Las
Ventas se produjo el domingo 8 de abril de 1.956, en el quinto festejo de la
temporada y segunda corrida de toros de la campaña.. En aquella ocasión
solo se pudieron lidiar cinco toros al ser rechazado uno en el reconocimiento,
por lo que fue reemplazado por otro del hierro de Tomás Prieto de la Cal, que
salió en quinto lugar.
Las
reses de Cuadri pesaron, por orden de salida 497 kgs., 513, 517,556 y 525
respectivamente, mientras que en canal
dieron 312 kgs., 303, 325, 340 y 332 respectivamente, con un promedio de 320,5
kgs.
Los
encargados de lidiar esta corrida fueron Victoriano Posada, de negro y oro
(pitos y silencio), Mario Carrión, de verdegay y oro, que confirmó la
alternativa (palmas y petición de oreja con vuelta al ruedo) y Luis Parra
“Parrita, de rosa y oro (protestas y palmas con siseo). Además, intervino el
rejoneador portugués Manuel Conde, ante un novillo de Fermín Bohórquez, que fue
ovacionado por los tendidos que registraron media entrada.
Respecto
al juego de los cuadri, el crítico Selipe, del diario ABC; señaló “que
el bicho que rompió plaza hizo una pelea seria con los montados, de los que
recibió tres varas que acusó al fin, aplomándose en la faena de muleta; el
segundo, bien armado, sufrió tres puyazos malos del varilarguero de turno y, en
su embestida, se comportó con claridad; el tercero, hondo, pero recogido de
cabeza, achuchó porque no se le aplicó la lidia que requería; el cuarto,
poderoso aunque escaso de codicia, derribó repetidamente en los encuentros con
los caballos de lo que llegó a salir rebrincando, se dolió en banderillas y
cabeceó en la faena de muleta; y el último, al que se protestó por parte del
público no sabemos si porque hizo una salida poco alegre o porque renqueó
entumecido, si bien no acreditó bravura frente a los de caballería, con la
gente de a pie se mostró noble y fácil.”
Tras
esta presentación, en la década de los 50, la ganadería de Celestino Cuadri acudió
otras cuatro ocasiones a la plaza madrileña aunque fuese para lidiar
novilladas.
La
primera de ellas se jugó el 28 de octubre de 1.956, y los novillos dieron, en
canal, un peso de 271 kgs., 270, 239, 306, 271 y 284 kgs. respectivamente, con
un promedio de 273 kilos.
En
dicho festejo intervinieron Juan Gálvez, de gris y oro (palmas y dos avisos),
Emilio González Garzón, de gris y plata (aplausos y un aviso) y el debutante
Lorenzo García Castilla, de verde y oro (palmas y pitos y silencio).
Respecto
a las reses hay que señalar que estuvieron sobradas de presencia y con
temperamento, superando a los actuantes.
Abre la temporada de 1.957
No
tardaron en repetir los novillos triguereños por cuanto se volvieron a lidiar
en la tarde del 17 de marzo de 1.957, en la apertura de la temporada en la
plaza venteña, que registró un lleno en sus tendidos. Las reses pesaron en
canal 258 kgs., 265, 257, 294 y 312, con promedio de 274 kilos.
El
cartel estuvo formado por Luis Díaz, de azul y oro (silencio en los dos); Manuel
Blázquez, de rosa y oro (petición con vuelta y vuelta al ruedo) y el mejicano
Mario Granero, blanco y oro (palmas y silencio). Los dos últimos hicieron su
presentación en Las Ventas.
El
cronista sevillano Selipe escribió respecto del comportamiento de las reses que
“la materia prima, de buena calidad, la suministró el ganadero Sr. Cuadri
quien, en tres festejos corridos en el circo de la carretera de Aragón, ha
ganado un prestigio merecido. Los novillos, de preciosa estampa y limpia
armadura, satisficieron a los aficionados y se prestaron, en conjunto, para las
mejores suertes. El que rompió plaza, distraído de salida, corrió ampliamente
por la arena sin encontrar un capote capaz de reducir su carrera, luego padeció
muchas intervenciones, no siempre eficaces, salvo las del subalterno Martín
Cao, entró cinco veces a los caballos, fue mal picado y terminó empujando con
algún nervio; al segundo le castigó con alevosía y dureza el varilarguero de
turno en dos sangrientos encuentros, el bicho embistió suavemente a lo engaños
y ofreció a la gente de pie colaboración muy satisfactoria; el tercero, que
también salió distraído y al que tampoco se le redujo la embestida inicial,
soportó dos varas largas y quedó claro para los de infantería; el cuarto,
picado muy aceptablemente por José Luis Atienza, acometió con rectitud y sin
malicia; recibió tres varas el quinto, de amplia cornamenta y vistoso trapío y
el sexto, codicioso para los montados, que le pusieron tres puyazos a cambio de
una caída, se prestó a mejores suertes que las que le practicaron.”
Otra buena tarde en 1.958
Al
año siguiente, concretamente el 27 de julio de 1.958, vuelven los novillos de
Celestino Cuadri Vides a la plaza de Las Ventas. En esta ocasión, el cuarto fue
devuelto por cojo y reemplazado por otro de Juan Antonio Álvarez. Las reses
triguereñas tuvieron “romana y trapío, aunque se agotaron pronto en su lucha
con los varilargueros. Se aplaudieron el primero, el tercero y el sexto. En
general, los novillos estuvieron mal picados y peor pareados y llegaron al
último tercio con muchas dificultades para unos novilleros sin experiencia.”
Encargados
de su lidia fueron Manolo Blázquez, silencio y aplausos; el venezolano Sergio
Flores, saludos y silencio; y Juan Cabello, pitos en su lote. Los dos últimos
debutaron en la plaza madrileña.
En 1.960 se rompió la racha
No
fue buena la novillada lidiada en la tarde del 17 de julio de 1.960 por cuanto
las reses de Celestino Cuadri salieron “mansas y difíciles”, según Antonio
Diaz-Cañabate, por lo que el festejo resultó “espeso y un pesado aburrimiento
gravitaba sobre la plaza”. Tampoco
resultaron muy lucidas las actuaciones de Adolfo Aparicio, Antonio de Jesús y
el valverdeño Manuel
Naranjo, que hizo su presentación en Madrid, con una
actuación calificada como de “muy valiente” y en la que resultó herido en la
región perineal y en la glútea.
La
leyenda de la ganadería de Celestino Cuadri había comenzado a gestarse en
Madrid, donde, tras su brillante presentación, lidió, en estos primeros años,
cuatro novilladas, en la que, salvo en la última, había gustado a los
aficionados que empezaron a fijarse en esta joven ganadería donde ya se
vislumbraba el trabajo que realizaba su propietario.
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