Si hay una tierra, una plaza y una gente clave para mí como persona, como aficionado y como torero.... esa es sin duda Granada.
Cuando he necesitado coger aire, cuando el árbol se secaba y corría el riesgo de caerse... siempre apareció y estuvo Granada como una bocanada de aire, una fuente que me ayudaba a colmar mi sed y como un arnés para que no cayese al vacío.
Este año se iba y no pisaba el precioso albero de La Monumental de Frascuelo, y a última hora, Yiyo, mi torero y mi amigo, cogía la justa y merecida vacante que dejaba Cayetano, después que le negaran por tres veces, en El Corpus granaino, en las tres sustituciones, que este año calentito y sangriento comenzaba dejando en la feria de su tierra, y en parte mía.
No lo dudo, mi mejor vestido, para ti. Mis mayores ilusiones, por ti. Mi miedo, por no defraudarte, por ti. Mi entrega, para ti.
No me puedo sentir más torero que me siento en Granada. Si la tarde de toros es un placer para los sentidos, la mañana, está llena de momentos que uno guarda y añora volver a vivir en ese mismo marco una y mil veces más.
La gente que trabaja en la plaza no pueden ser más profesionales, arte desprenden todos y cada uno de ellos.
Mi reconocimiento y el de todos los profesionales hacia Antonio, el corralero de la Monumental, que forma de ejecutar su trabajo, que perfección, que arte y que torería, porque no va a ser eso torería?, todo su equipo, es digno de admiración por cuantos conocemos del trabajo que encierran las labores de apartado y enchiqueramiento del ganado bravo.
Es un lujo que se hace necesario, el de Antonio para La Monumental de Frascuelo y viceversa.
La comida, en el Albaicín, en el restaurante Torcuato, otro momento para saborear, sabiendo que hay que torear, pero sin dejar de disfrutar de esa maravillosa cocina y el magnífico servicio.
La tarde, la tarde es bonita desde el hotel, la llegada a la plaza es preciosa, con sus gentes esperando en la puerta del patio de cuadrillas para recibir, dar la bienvenida y desear suerte a los toreros, se agolpan en la puerta, pero con el respeto que solo saben tener los aficionados, deseándote suerte pero no haciéndose incómodos en los momentos previos, conociendo de la tensión lógica .
Su capilla la preside la Reina de Granada, la Virgen de Las Angustias, con su hijo yacente en sus brazos, la patrona de los toreros.
El patio de caballos con sabor, con mucho encanto, y al frente... al frente está el centro neurálgico de La Monumental de Frascuelo, el epicentro de la actividad artístico-taurina de ella.
Pisar el cuidado albero es una maravilla, como me gustaría descalzarme y poder sentir sobre mis pies el aterciopelado calor del colchón de los sueños artísticos más bellos que allí se pueden ver, sentir y mostrar.
Dos toreros flanquean a mi amigo, a Yiyo, uno maestro de maestros, D. Enrique Ponce, que dio una lección de toreo, una más de tantas, volvió a conquistar, cual musulmán la Alhambra, al público de Granada y a todos los que allí estábamos. El otro Alejandro Talavante, un torero llamado a ser un grande del toreo y que tiene una mano izquierda prodigiosa.
Primer toro de Yiyo, lo recuerdo perfectamente, numero 62, el mejor toro que por la mañana habíamos visto, en el que el mayoral confiaba, el de las hechuras perfectas, el que sueña uno con cortarle las orejas... pues fue el garbanzo negro de la tarde, pero muy negro, sin obedecer a los engaños, arrollando, con mucho peligro y con el que la presidenta aguantó en el ruedo más tiempo de la cuenta, pues tanto a mi torero, como a mí, que me tocó en suerte su lidia y a mi compañero, Manolo Peña, nos hizo pasar un quinario. Que maravilla de público, que comprendió y recriminó a la presidenta la tardanza en la devolución de un toro imposible, que en cualquier momento podía ocasionar una desgracia, eso se llama sensibilidad.
Después sale el feo de la mañana, un toro burraco, numero 3, que no gustaba a nadie y que fue el que más se dejó. Bien mi torero, con que ganas estuvo toda la tarde, que ilusión más hermosa por querer, que derroche de voluntad, el querer hacer siempre el toreo bueno, el no dejarse nada en el tintero, tener variedad. Me encantó su actitud, me hizo sentirme más granaino y más orgulloso de su lucha, de su amistad y de su triunfo. Ahí no quedaba la cosa, salió un sobrero, puesto que en el anterior corrimos turno dando salida al que estaba enchiquerado como sexto de orden de lidia. Un toro negro numero 40, que estuvo durante toda la mañana en la duda de si meterlo o no en la corrida, al final.... salió, se dejó, Yiyo volvió a dar todo lo que llevaba dentro, sin escatimar esfuerzos, puertagallola, lances a pies juntos de recibo, él se entregaba a su gente, una vez más, yo no podía ser menos, él estaba en su casa, yo la considero como mía también, necesitaba sentirme torero y sobre todo... brindarle a alguien que estaba en el tendido, que me hizo un comentario, precisamente en el momento que más necesitaba oírlo, gracias, un aficionado que no conozco, que estaba en barrera, justo tras el burladero de la 2ª suerte. Pues el tercio de banderillas iba por usted, porque no podía decírselo, pero sus palabras fueron muy importantes para mí, en ese momento, Gracias de corazón. Yiyo brindó la muerte de ese toro al Maestro Ponce, el torero de su hermana Lorena, el compañero de esa tarde, el maestro que no lo dejó solo nunca, que estubo pendiente de él, como lo que es, un gran maestro y una grandiosa persona. Gracias por sus comentarios, por su implicación siempre, por ser como es. Yiyo estuvo mejor en este toro, más torero, con más cabeza, más enrabietado, no quería que se le fuese el triunfo que le abriera las puertas del Corpus Granaino del año que viene, ni las puertas del toreo. Una oreja que pudieron ser dos, tras una estocada que necesitó de dos golpes de descabello. Vuelta al ruedo para disfrutar, la gente lo quiere, lo empuja y lo apoya. Me siento orgulloso de ser su amigo. Último comentario, quizás mis compañeros no comprendiesen el porque de los pititos que hubo cuando sonaron los primeros acordes de La Concha Flamenca en la faena de Talavante, yo pensé igual que el público, ese debía de ser para Yiyo, por Granaino y por "Concho" como le decís allí los cofrades.
Por cierto, esos sones, con esa banda y en ese marco... son para perder las tapaeras del sentio.
Por suerte y como no.... tuvo que ser Granada y en Granada.
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