Y es que los tiempos avanzan que es una barbaridad, decía mi abuela.
Zalduendo, despitorrado en Bilbao, lidiado en Sevilla. Foto ST |
Estamos hartos de ver asuntos parecidos en los corrales de las plazas de primera, de segunda y de tercera. ¿Asuntos parecidos? Me explico, toros desmochados, sin presencia, con extrañas oscilaciones de báscula, enfermos, con alfilerinas puntas de imposible rusticidad, amén de toros sacados de tipo, imposibles ejemplares dentro de su encaste…
Veterinarios en los corrales de la plaza Foto VTA |
Sería fácil decir que los culpables son veterinarios que no saben de que va esto, empresas que presionan al equipo presidencial, titulares del palco que, o bien se erigen en protagonistas de sus diez minutos de gloria, o bien renuncian a ejercer sus infusiones de tales en las dos o tres ocasiones que lo hacen al año (no hay un equipo presidencial que esté presente en más de diez sorteos al año) frente a banderilleros, mayorales y ganaderos con miles de sorteos a sus espaldas y cientos en una sola temporada. En otros casos es la única posibilidad de lidiar para un determinado ganadero o matador y subalterno en una plaza de responsabilidad. En definitiva, pasa la criba del reconocimiento ganado que no la tiene que pasar y se queda sin lidiar ganado totalmente apto para la lidia.
No se puede consentir |
No entiendo que los protagonistas mencionados sean los culpables exclusivos de esta situación. Ponerle puertas al campo es complicado, los intereses son millonarios, no es fácil adquirir experiencia para ver un toro en los históricos cosos con corrales obsoletos, o en los corrales de plazas de nueva planta que parecen hechos a propósito para no poder trabajar en ellos. Los veedores (¿Por qué llamarlos veedores, cuando sus funciones determinantes son otras?) y sus visitas al campo en peregrinación tampoco ayuda a evitar problemas.
¿De quien es la culpa de esta mal de la fiesta brava? Del sistema diría un tibio, de todos y de la falta de reglamentación sería. ¿Cual es la solución? un sistema de trazabilidad que permita conocer a cualquiera de los interesados, empezando por el consumidor final, el paganini en las taquillas, la historia vital del cuatreño que se anuncia en determinado festejo.
Manipular es sacar punta tanto como quitarla |
La trazabilidad ha adquirido gran importancia para la protección de los intereses y la salud de los consumidores y para mejorar la imagen, el seguimiento y la transparencia de los movimientos, la sanidad,, las visitas, la manipulación y el transporte de los animales y sus derivados, así como el procesado de canales y productos cárnicos destinados al consumo.
Toda manipulación del toro bravo puede ser interpretado como fraude, o todo puede ser explicado y entendido. Por ejemplo, y siguiendo con el ejemplo de inicio, un toro tras cuatro años y cinco primaveras en el campo, uno o más transportes, estancia en corrales de diversa índole, puede haber sufrido daños en un pitón, el pitón se puede arreglar, pero el matador, el aficionado, el empresario debe saber como, cuando y porque se han tocado las astas del toro. Si un profesional no consiente ponerse delante de un toro al que no le han quitado el "veneno" el ganadero, el consumidor, sus compañeros deben ser conscientes.S i un toro ha sido sedado para ser transportado es crucial que sea conocido por todos los afectados...
Luz y taquígrafos |
Estos esfuerzos adicionales se verían recompensados con una progresiva mayor credibilidad y confianza, aumentando la imagen de la fiesta brava entre los aficionados y el respeto de la sociedad en general.
Si un ganadero, su mayoral y su veterinario plasman por escrito que tratamientos desparisitarios, alimentación,vacunas, nacimiento, momento de destete, fincas en que ha pastado, momento del enfundado y desnfundado, fotografías del toro y sus pitones, heridas, daños en las astas, evolución en volumen y peso, visitas de veedores, estado en que se embarca el toro y el transportista recoge el testigo e informa de la condiciones en que se realiza el trasporte, la temperatura y las horas del mismo, el empresario retoma el documento en los corrales de la plaza y plasma su trato, su enchiqueramiento, los posibles daños, heridas etc, desde el desembarque. Cuando el toro salga por la puerta de chiqueros el espectador tendrá la seguridad de disfrutar de un animal bravo en plenitud y la conciencia de que las manipulaciones que haya sufrido han sido las mínimas necesarias para respetar la integridad de un espectáculo que tanto la requiere.
El transporte, momento fundamental |
Un paso más que se hace necesario en una fiesta brava que requiere indefectiblemente mejorar su imagen, la credibilidad frente al aficionado (consumidor-cliente) y el respeto de una sociedad que nos mira con recelo. No es más que un afán por modernizar los marcados a fuego, los guarismos, los cuadernos de campo, las reatas y el prestigio del ganadero de bravo.
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