Las yeguas llegan a Almonte entre el calor y la emoción
Quince jinetes de la Camarga Francesa hermanan marisma y amor al caballo de ambos lados de los Pirineos.
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Fotos de mi amigo Miguel Ventura |
Fueron las palabras secas, con el inconfundible acento almoteño, que me despertaron esta mañana, el jefe de grupo y un par de aguerridos hombres del coto habían quedado en ir de buena mañana a rodear la algaida para recoger las más rebeldes de las yeguas que en la tarde de ayer vimos. La noche acabó tarde, en esta romería que se ha convertido La Saca, el cante puro se paso a la sevillana y la madrugada nos sorprendió de animada charla y algún copazo rondó por allí. Nadie quería dormir en la noche de la marisma, cualquier historia era posible, pasó por la reunión algo más que el recuerdo de los que enseñaron la formas, de quien se heredaron los derechos y de aquellos de quienes se mamó el amor a una forma de vida.
Pronto recogemos una escasa tropa, ganaderos de poco ganado, y regresamos con la punta de équidos haciendo que el ganado se aprieta contra las alambradas de la Dehesilla que delimitan el coto, en perfecta sincronización van llegando el resto de las tropas hasta que se va produciendo la junta de todo el ganado contra la puerta de la Boca del Lobo que da al Rocío.

Por fin en el entorno de las 11 de la mañana se abren las cancelas y por la Calle Sanlucar se avanza hacia la ermita, otras tropas que entaron por las cancelas de la Escupidera a la Madre del Rocío que es un hervidero de curiosos, la muchedumbre que se agolpa en la ermita se abre al paso de la tropa, delante aguantando un grupo de yegüerizos, detrás, arreando, otro tanto y ya por los caminos destino a Almonte. La Virgen bendice y anima a los Yegüerizos almonteños y se toma el camino eterno entre la aldea y el pueblo
En este año quince jinetes franceses han aportado y han aprendido los modos de dos marismas lejanas en el espacio pero cercanas en el sentimiento, donde la naturaleza agreste, mrismas, caballos y en última instancia toros bravos, unen al hombre en sus amores y en sus faenas, Ante las preguntas de este corresponsal montado del Odiel, emocionados hablan del calor como diferencia y del amor y del conocimiento del manejo del ganado como similitud entre Saint Marie de la Mer y Almonte, de las similitudes morfológicas y etológicas del ganado marismeño de ambas zonas.

Ahora se galopa corto y templado, no se puede permitir que el ganado marismeño piense, de esta forma con el sentido gregario y los cascos herrados de los caballos como banda sonora, avanzamos hasta el pueblo. Se entra templado, andando, entre las ocho y las diez entran las yeguas de las marismas.
Emociones entre yegüerizos de nueva cuña con Juan Romero Naranjo, y viejos almonteños que no pudieron entrar. Almonte está en la calle, el ganado viene más lustroso de lo que se nos aparecía ayer, al final nueve tropas, unas 1200 yeguas llegan al recinto ferial del Pocito.

Tras el despertar y un frugal desayuno, en la nebulosa de la calima y con el sol subiendo contra el poniente a nuestras espaldas avanzamos abiertos, escrutando la mancha, las yeguas más asilvestradas se resisten a dar la cara, hay potros que apenas conocen al bípedo que dice poseerlas. Durante el invierno y la primavera los ganaderos cuentan con autorización del parque para acceder previo aviso y poder ver el ganado, conocer los partos, seguir los males y disfrutar de la vida marismeña del ganado.
- Yooo, que amanece en un rato, levanta que luego el calor aprieta.
Ahora empieza la segunda parte, la tuza, el desahijado, el trato, el saneamiento, y el microchipado de los potros. Otro año más por San Pedro, como autorizará el rey, en el 25 se entró en la marisma y el ayer, con las luces del atardecer de testigo de como Almonte sabe cumplir con tradición de pueblo ganadero.
Este corresponsal siente la labor cumplida e intenta haber suplido la perspectiva general del observador imparcial con el amor sujetivo a una forma de ser puro involucrándose con estas gentes que han sabido acogernos.
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