jueves, 30 de junio de 2011

"Hoy se torea con más limpieza que nunca", Litri

La revista que edita Taurodelta publica una entrevista con Miguel Báez Litri (padre), firmada por José Ignacio de la Serna en la que el diestro repasa su trayectoria, desde sus comienzos, hasta el toreo de la actualidad.
"Hoy se torea con más limpieza que nunca", afirma el torero de dinastía, que desvela que contó con la oposición familiar en sus inicios y que comenzó rodándose por las capeas de los pueblos de la Sierra de Huelva engañando a su madre, lo que le llevó a ser conducido al calabozo por la Guardia Civil y a estar dos años en un internado como castigo.
La muerte de su hermano Manolo, al que no llegó a conocer, pesó en la oposición familiar, si bien siempre tuvo claro que iba a ser torero.



Esa actitud por parte de su madre no varía incluso después triunfar. "Mis antecesores sufrieron en sus carnes la dureza de esta profesión. Mi padre se retiró con más de sesenta cornadas, de esas que entonces tardaban un año en sanar. Mi abuelo no salió de la provincia de Huelva y además no le pagaban un duro por torear. Le daban una ristra de chorizos o un queso. Y luego Manolito...Pero a pesar de todo yo quería ser torero".



La muerte de Manolete supone el reconocimiento pleno del riesgo en la profesión. "Asumí la tragedia como algo natural al toreo. Para mí, que un toro te cogiera y te matara era algo normal. Someter a una fiera que te quiere coger es un placer que no puede compararse con nada".



Volteado en multitud de ocasiones por los toros en sus comienzos, Miguel Báez y Espuny recuerda: "Cuando me cogían sentía rabia y coraje. Me levantaba del suelo y volvía otra vez a la carga, dispuesto a pegarle al toro un ‘bocao'en el pescuezo. De los porrazos tan fuertes que me pegaban me entraba hasta ‘calentura'. Rodar por las capeas determinó mi concepto del toreo. Pero después, con el paso del tiempo y sobre todo al final de mi carrera me fui serenando y templando como torero. En esta profesión, el que quiere, al final aprende".



Para el diestro, ser fiel a su estilo y su personalidad ha sido una de las claves de sus triunfos."Yo citaba a los toros de punta a punta de la plaza, con alegría, los dejaba llegar a 30 metrosde distancia y me quedaba más quieto que un poste. Pero al bueno y al malo. A todos. En esa época la gente estaba acostumbrada al toreo de cercanías impuesto por Manolete y aunque sólo fuera aquel contraste, se entusiasmaron conmigo. En el toreo hay sitio para todos los estilos. Lo importante es que la gente se levante del asiento".



En cuanto a su personal 'litrazo', desvela que su nacimiento "fue de casualidad, en la plaza de toros de Cádiz. Estaba brindando la faena al público en el centro del ruedo cuando oí un murmullo.Me giré y vi que el novillo venía derecho a por mí, como un tren. Hacía un viento horroroso. Entonces permanecí inmóvil, quieto como una estatua y lo esperé con la muleta escondida en la espalada. No tenía escapatoria. En el último instante la saqué y el novillo hizo así y se fue al pico de la muleta. Después le ligué seis o siete muletazos sin enmendarme y cuando rematé con el pase depecho la gente estaba como loca en los tendidos".



También tiene palabras para su eterno apoderado, Camará. "Para mí ha sido uno de los mejores apoderadosde la historia, si no el mejor. (...). Me hizo ganar muchísimo dinero. Era un hombre inteligentísimo. Sabía cuidar y defender a sus toreros. Como veedor de toros no fallaba. A Manolete le hizo ganar veinte mil duros por tarde". Tampoco falta una referencia a quien fuera su compañero en los ruedos, Aparicio, quien para Litri "ha sido como un hermano".



Su relación con la plaza de toros de Las Ventas ocupa buena parte de la entrevista, en especial el recuerdo de su debut. "Camará no era partidario de que me presentara en Madrid. Creía que mi estilo aún estaba sin pulir, que era demasiado brusco para el gusto de su afición. Tenía miedo de que mi concepto no encajara y se metieran conmigo. Pero no solo él, también lo pensaban la cuadrilla y muchísimos aficionados. "Cuidado, Miguel, Madrid no es un pueblo. Allí hay que hacer bien las cosas" me aconsejaban. La noche antes pensé: "Pero si yo no sé hacer otra cosa. ¿Qué hago mañana? ¿Coger al toro por los cuernos y volverlo del revés? ¿Comérmelo?". Por eso decidí ser fiel a mí mismo, y triunfé. Madrid se me dio bien desde el primer día".



En cuanto a su técnica, el diestro revela que nunca se sintió a merced de los toros . "Como estaba acostumbrado a bregar con aquellos morlacos de cinco o seis años de las capeas, que salían más ‘espabilaos' que sus muertos, torear y triunfar fue para mí como un juego. Coser y cantar. En las capeas el toreo me parecía imposible, pasaba un miedo horroroso y, no sé por qué, creía que en la plaza sería más difícil todavía, pero resultó lo contrario".



Sobre el valor, Litri padre afirma: "Yo tenía mucho miedo. Todos tenemos miedo y el que diga lo contrario es de otro planeta. Pero el valor ¿cómo te diría yo...? Es disimular el miedo. Porque yo sentía el mismo o más que cualquiera. Lo que de verdad me preocupaba era defraudar al público. Al toro, mejor o peor, lo trajinaba. Que me cogiera ochenta veces no suponía un problema, si al final le cortaba las orejas".



Ya al final de la entrevista, el torero recuerda su primera retirada, con 22 años, en lo más alto de la cima. "Me sentía agotado. No podía más. Estaba destrozado de los viajes por esas carreteras de Dios. Viajábamos toda la noche, nueve hombres apretados en un Hispano Suiza. Imagina lo que fue echar en esas condiciones un temporada como la del 49, con 116 festejos. A finales del 52 me acostaba y veía toros por todas partes. Pesaba 42 kilos. No podía con el traje. Incluso tres o cuatro meses después me despertaba angustiado pensando que tenía que torear. ¡Fue horroroso! El toro nunca se te va de la cabeza. Tanto es así que ahora cuando sale un becerrita buena la toreo. Por dinero no se puede ser torero. Solo por afición".



Sobre sus nueve puertas grandes en Madrid, considera que "en Las Ventas tuve mucha suerte, aunque también es verdad que siempre fui dispuesto y preparado. Quizás por esta razón nunca noté un cambio de actitud en el público. También quiero decir que antes de seis toros embestían cuatro y la gente se divertía. En Madrid me han respetado una barbaridad".

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