La historia de Taira es curiosa. Trabajaba en una carnicería de un mercado, cuando cayó en sus manos una revista taurina, que levantó su afición. Reunió dinero y emprendió la venida a España. Era el mes de enero de 1.977. Y, en el aeropuerto de Barajas, compró otra revista para saber donde había festejos y se enteró que en la localidad onubense de Lucena del Puerto se celebraba un festival con motivo de sus fiestas patronales, trasladándose de inmediato para poder gozar del objeto de su viaje.
Pronto fue acogido por una familia onubense, que le tratan como un hijo más de la familia. E inicia su aprendizaje con los jóvenes aspirantes que acudían a la plaza de toros de La Merced, donde es acogido con mucho cariño porque Taira es extrovertido. Allí va conociendo los secretos del toreo y, junto a sus compañeros, empieza a acudir a los tentaderos que se celebran en el entorno, poniendo de manifiesto sus enormes ganas de ser torero.
La Merced luce con la bandera del Japón
Poco a poco va aprendiendo los rudimentos hasta que le llega la primera oportunidad. Fue en un ciclo de noveles organizado por la Escuela Taurina de Huelva y Taira hizo el paseíllo en la plaza de La Merced. Era el 17 de octubre de 1.999, junto a Vicente Fernández, Curro Cortés, José María Martín y Javier Morano. Muchos compatriotas, procedentes de Sevilla y Madrid, así como numerosos medios de comunicación tuvieron la ocasión de comprobar la enorme afición de este torero, japonés de nacimiento pero onubense de adopción. Aquella mañana alcanzó la gloria y, al terminar con su oponente, paseó, feliz y orgullosamente, una oreja.
Después llevó a cabo diversas actuaciones en festejos menores en la provincia onubense y, con el declive de este tipo de festejos por estos pagos, buscó en Torremolinos el enclave para sus actuaciones que no fueron tantas como él soñaba. Pero, en ningún momento, Taira abandonó el entrenamiento y la visita al campo, manteniendo íntegra su vocación.
Para sostenerse económicamente, durante el invierno, Taira Nono trabaja en la recogida de fresas y, tras el duro trabajo, a seguir aprendiendo con los vídeos y con el toreo de salón, sin olvidarse de acudir, cuando las circunstancias se lo permiten, a algún que otro tentadero, donde siempre es bien acogido por todos por su educación y respeto a todos los participantes.
Ante la falta de oportunidades, en la tarde del 5 de septiembre de 2.002, durante la celebración de la corrida conmemorativa del primer centenario de la plaza de La Merced, al ser devuelto el primer astado de la tarde, Taira Nono, que se encontraba contemplando el festejo, saltó como espontáneo, logrando dar algunos muletazos, de buen corte, ante el asombro de los espectadores que, lógicamente, se decantaron por el novillero.
Sin perder la ilusión, cada temporada, Taira Nono lograba algunas actuaciones en festejos menores, pero sus éxitos apenas tenían trascendencia. No obstante, él persistía en su afán y, pese a los años, su vocación seguía como el primer día y, por todos los medios, quiere llegar a ser matador de toros.
Hace unos meses, contrajo matrimonio con su novia de siempre, en una ceremonia típica japonesa que estuvo presidida por el embajador de aquel país que se trasladó a Huelva para participar en esos actos. Y, recientemente, Taira Nono estuvo, como invitado oficial, en el viaje que los Reyes de España realizaron a Japón, donde SSMM se interesaron por su carrera taurina. Sabe que en su país hay muchos aficionados y que cuenta, incluso, con seguidores, pero es consciente de que falta aún mucho para poder actuar ante los suyos.
El día de su boda
Esta temporada quiere Taira Nono que sirva para su lanzamiento definitivo y ha decidido dar el paso para actuar con caballos, convirtiéndose así en el primer japonés que lo logra por cuanto El Niño del Sol Naciente no llegó a hacerlo antes de su desgraciada cogida en tierras abulenses.
El pasado viernes actuó en la localidad onubense de Santa Ana la Real en el tradicional festejo del “Toro del voto”, donde no tuvo suerte con el eral, del hierro de José Luís Pereda, que le tocó lidiar. “Ha sido el más malo de todos cuantos he toreado, pero me ha servido para aprender más” confesaba a EFE al comentar esta actuación.
Y piensa en el festejo del próximo domingo, comentando que “voy a cumplir un sueño y poder materializar toda mi ilusión, para la que me he venido preparando a lo largo de estos doce años. Y voy a demostrar que quiero y puedo ser torero porque torera es mi vida”.
Taira Nono no es ya ningún novillo puesto que ha cumplido cuarenta años, pero sus deseos y sus ganas son tan grandes como las de cualquier joven que se acerca al mundo taurino. Por eso, estos días está acentuando su preparación para llegar en plenitud de facultades a esa cita histórica.
Cuando se le pregunta por su torero favorito, Taira señala que “todos los toreros me gustan y de todos intento aprender cosas que son siempre necesarias para cuantas estás delante del animal”. Tampoco se decanta por ninguna suerte por cuanto “me gusta mucho torear con el capote y con la muleta; con la espada estoy normal, a veces tengo suerte y, en otras, por desgracia, no estoy tan acertado como quisiera”.
Cuenta con el apoyo incondicional de su esposa que, desde su matrimonio, le acompaña en Huelva, donde tienen fijada su residencia aunque sin perder el contacto con la familia de Joaquín Rodríguez, su protector desde su llegada y el hombre que siempre le acompaña en sus actuaciones y a quien Taira muestra un extraordinario cariño y veneración.
Sabe cuánto se juega en esta actuación pues “de cómo esté ese día en Torremolinos, pueden surgir muchas cosas y mi deseo es poder torear muchas novilladas para que, algún día, llegar a ser matador de toros, que es mi gran objetivo y para lo que me vengo preparando desde hace tanto tiempo”.
Taira da por bien empleo los enormes sacrificios que ha tenido que realizar para alcanzar sus deseos, pero él es muy feliz cuando se embute el traje de luces. “Desde que me dicen que voy a actuar en cualquier sitio, ya soy feliz, pero, sobre todo, cuando estoy en la plaza, en la cara del novillo. Entonces, me siento el más dichoso de la tierra”.
Cuenta las horas que faltan para hacer el paseíllo, pero ya empieza también a soñar en el día de su alternativa. No tiene preferencia por el lugar “pero Huelva sería un buen sitio porque aquí me han acogido como uno más y aquí he podido cumplir con mi ilusión de ser torero y aquí ha sido donde me estoy haciendo” señala como agradecimiento a su tierra de adopción.
No ha elegido aún el color del terno “porque me gustan todos. Cuando me visto de torero, con el traje de luces o con el campero, soy feliz porque voy a realizar lo que más me gusta en mi vida, a la que me dedico en cuerpo y alma”. Pero si sabe que va a “tratar de torear lo mejor posible, a triunfar y a buscarme nuevos contratos porque quiero ser, por encima de todo, matador de toros”.
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