Los papases son modernos, guapetones, triunfadores, tienen pasta, visten de Gucci, pagan la hipoteca de un endosado en las afueras, disfrutan de los servicios intermitentes (mientras les aguantan) de una chacha rumana o sudamericana (hay que ver como está el servicio), se desplazan en un coche autobús con tres filas de asientos y un "poco todoterreno", votan ligeramente a la izquierda o ligeramente a la derecha, aman la naturaleza lejana y salvaje, odian los toros crueles y antiguos, son futboleros sin estridencias, crían niños que serán sus sucesores en las colas del híper, si no se cansan antes de tanta gilipollez. Los niños, que van a modernos y laicos colegios "carísimos". tienen videoconsolas, móviles táctiles, gafas retractiles, twentys, hotmailes y ocho horas de tele, no les falta de nada, o eso creían.
Eso creían, hasta que en las últimas navidades, el mismo borracho de Papa Noel que le puso a mamá una tetas nuevas y a papá un ipod, les "puso" a los niños un mapache. ¡que cosas!. Para comérselo, tan mono, tan ecológico, tan espachurrable, tan snob, tan diferente, tan americano.
Los babys triunfaron en la "urba", las filas de niños en la siesta, cuando los modernos papases estrenaban siliconas jugando a los médicos, eran tan largas como las que se formaron en la tienda de animales exóticos, para comprar un cafre igual.
Paso el tiempo y el subnormal del papá se dio cuenta de que el bicho tan mono, tan dócil, tan peludo al principio, ahora olía, mordía, jodía el sofá de escroto de camello, de que ya no hacía gracia a su nenita guapa, el mapache no tenía un pase.
Entonces, la naturaleza, tan grande, tan sabia, tan necesaria, la misma que lo acoge todo y todo lo tapa, se va a encontrar con un regalito de la familia Simpson a la española.
Fue una mañana, justo antes de ponerse en la cola del aeropuerto para las vacaciones, en Euro Disney, claro, La familia lo hizo unida, en el vehículo refulgente con tres filas de asientos, se montaron papa, mama, el nene, la nena y la fámula (alguien tiene que poder con el bicho, joder, había dicho condescendiente el demócrata de papa) y al salvaje campo.
Lagrimitas, el mapache fue soltado, en plena ola de frío, tan mono con el chalequito de punto que le hizo la abuela puesto (cualquiera se lo quitaba sin jugarse un dedo o una parvovirosis). Luego, miradas al cielo, gestos compungidos y un sabio consuelo de boca de la mama.
- Es lo mejor para el pequeño cafre, siempre nos recordará, por lo bueninos que somos.
Y a la puta calle, la tonta de la chacha abriendo los chiqueros de la jaula de la fiera fuera del coche y la familia moderna y progre, dentro con la calefacción puesta y la radio.
Mientras volvían, y a la vez que el mapache acababa de asolar una familia de garzas reales y mientras se dirigía a por dos dulces avetorillos, la radio del coche entrevistaba a unos los diputados que en el parlament acababa de prohibir los toros.
Por fin, suspiró el padre, vamos siendo Europa, se acaba con la tortura a los toros, aprended niños, en España defendemos a los animales. como nosotros con el mapachito de los huevos. No llores, bebita, mira nos costó 500 euracos, y ahora, como somos buenos, listos, naturistas, e idiotas les regalamos a todos los españoles al mapache cafre, el año que viene ya te compraremos un oriental tanuki, o una devastadora tortuga de Florida, o una pareja de coatíes, o quizás unas bonitas cotorras argentinas o un banco de percasoles, o una cariñosa constrictor, no llores monina. Que no puedo ver que llores, como no puedo ver la sangre del toro en el albero.
Y así está España, la que ya no huele a cebolla, ni va a los toros, mientras diversifica la fauna con especies invasoras, se somete en la cultura con artistas invasores, se divierte en Euro Disney (si quieren los controladores) si no, al parque Warner, destroza a los niños de la infancia y se olvida de sus rancias tradiciones, todas infumables.
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