sábado, 18 de diciembre de 2010

Chamaco, el Barça, Kubala..., precioso artículo de Paco March en Mundotoro


Leo a Paco March y me duele lo que le duele porque...




Hubo un tiempo en que un niño, nacido en Santa Coloma de Gramanet, con ocho apellidos catalanes, se podía hacer torero en Cataluña, Dice Joaquín Bernardó Bartomeu "Mi padre y mi madre, ambos catalanes. me dejaron que fuera lo que quisiera, ahora nos quieren quitar el derecho de ir a los toros" . uso bien este derecho a otrear en su tierra, 243 veces se vistió de luces en La monumental
Ahora dice que para él cataluña ha muerto, duele el dolor de un catalán.
Hubo un tiempo, largo y fecundo tiempo, en que un chaval de Huelva, apodado Chamaco, antes y despues de otros mil, ¿Verdad Abril, verdad Joselito, verdad Buendía? podían realizar su sueño de ser torero en Barcelona. Y sentirse como em casa en esa tierra de acogida de tantas hambres y tantos sueños










¿Verdad Boabdella que hubo un tiempo en que un tío o un abuelo podían llevar a su sobrino o a su nieto a enamorase de las Arenas o a soñar en La Monumental? Aunque el chaval al final saliera "desviado" y se hiciera tirititero, y progre y moderno y... ¡oh,error!, aficionado a los toros hasta el tuetano y compadre de Manolo Vázquez.

Hubo un tiempo en que Barcelona fue la capital mundial del toreo, entres sus dos plazas era la ciudad del mundo donde más festejos se celabraban. La segunda, la segunda era San Feliu de Guixols ¿Verdad Balañá, que estás en los cines?

Bueno, la verdad es que hubo un tiempo en que un jugador del Barça por el que se pagaba una fortuna y se saltaba el telón de acero disputaba la fama a un torero de Huelva. Es más, el perdedor del reto, nacido hungaro, que malpenó como checoslovaco, que vivió como catalán y murió como español, Kubala, podía ser seleccionador nacional, sin que saltaran las alarmas, ¿Verdad Laszy que estás en los cielos?




Me temo Paco, que no es mejor esta Barcelona que pasó de ser la ciudad de los prodigios a un poblachon del Vallés, donde los sheriffs pueden cerrar el "saloon" si no se rotula guisqui en catalán, donde no se discute si el Ebro nace en Fontibre o en la fuentes del rio Hijar, por que quieren que nazca en cuanto pasa la raya en la Ribera d´Ebré. Una ciudad donde el Barça nos encandila con su juego y resultados y a veces nos da vergüenza decir que uno es culé. Una ciudad donde pronto no se podrán ver toros si nadie lo remedia.
Hubo un tiempo en que un niño podía ir a los toros en brazos de sus padres y soñar con ser Chamaco y sólo consentir pelarse en la barbería a donde acudía Chamaco. ¿Verdad Paco March?

 Al final, Paco, no se si tienes razón cuando cuentas que la nostalgia es un error, pero seguro que aciertas cuando relatas que el olvido es una traición

'Territorios de la Memoria' (Paco March, Mundotoro)

Corría el año de 1955 cuando, en brazos de sus padres, un niño de apenas dos años acudía por primera vez a una plaza de toros, la Monumental de Barcelona. Nada excepcional, por cierto, ni en aquel tiempo ni en aquella plaza. El niño, seguramente dormido en el regazo materno, era uno más de cuantos llenaban el coso barcelonés como tantas otras tardes, sobretodo desde que un año antes, en 1954, un cetrino y enjuto novillero de Huelva a quien apodaban 'Chamaco' debutó formándose la revolución.
Cuarenta y ocho tardes en dos temporadas hizo el paseillo 'Chamaco' en Barcelona, antes de tomar la alternativa, convulsionando la vida de la ciudad hasta el punto de rivalizar en fervor popular con el gran ídolo Ladislao Kubala, futbolista húngaro del F.C.Barcelona que hizo pequeño el estadio de Las Corts obligando, con su poder de atracción, a la construcción de un nuevo coliseo futbolístico, el que aún hoy se conoce como Camp Nou.
En los corrillos que a diario se formaban alrededor de la fuente de Canaletas, un espacio de libertad con sordina ganado a la dictadura franquista, los aficionados al fútbol y a los toros discutían educadamente acalorados y con Kubala y 'Chamaco' como protagonistas. El futbolista y el torero redimían de la gris realidad a una sociedad que, sin embargo, intentaba despertar del letargo impuesto por el miedo y la pobreza de una postguerra que todavía pesaba como una losa inamovible en la vida cotidiana.
El niño del inicio del relato, hijo de madrileño y catalana a su vez hija de la inmigración, creció testigo del ejemplo de unos padres de abnegada lucha por la supervivencia sin perder jamás la dignidad, una dignidad y un ejemplo de vida que tenían en el balompié y más aún en los toros los pocos momentos de alegría ahuyentadora de miedos y zozobras.
Tanto era así que, valga la anécdota, el chaval, cumplidos los seis años, se negaba a pasar por la peluquería, aquellas peluquerías con olor a Floid y Varón Dandy, sí no le aseguraban que al mismo tiempo ese día esperaban a 'Chamaco', algo que, claro está, nunca se producía. Pasados los años, Kubala colgó las botas, 'Chamaco' los avíos, fueron otros quienes ocuparon el corazón de las gentes, el fútbol lo copó todo y el toreo está como está. Es decir, prohibido por ley en Cataluña y amenazado fuera de ella.
El niño va para abuelo, luce calva donde habitaban rizos, pero intenta preservar el equipaje del alma. Un equipaje en el que junto a la familia y quienes hacen de la amistad solidario viaje, la pasión torera todo lo desborda. Y es por eso, porque se lo debe a sí mismo y, sobre todo, a sus padres, a Kubala (que toreaba a su manera con un balón en los pies), a 'Chamaco' y a todos aquellos que, vestidos de luces y sedas, mejor o peor, con arte o con miedos, ponen su vida en juego frente a un toro, que es la muerte, por lo que no cejará un solo instante, con las razones del corazón y las armas de la palabra, en la lucha necesaria para recuperar la alegría arrebatada con siniestras operaciones de mercadotecnia política que han llevado al arte mayúsculo, efímero y luminoso del toreo al tunel de las tinieblas, del que medio millón de firmas quizás puedan rescatarlo, mientras el ansiado retorno de José Tomás supone- evocando al escritor francés Jean Cau- algo similar a la gozosa espera de los Reyes Magos.
Territorios de una memoria que, de vez en cuando, conviene explorar pues en ellos está la esencia de lo que somos, el tiempo que nos queda. La nostalgia es un error, el olvido una traición.

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