jueves, 3 de abril de 2014

Luis y Alfonso Albarran. Esencia ganadera

Foto Gallardo

Andar por el campo bravo largo tiempo te devuelve a sitios que pisaste hace ya muchos años y a gentes que siguen en el mismo sitio, su lugar en el mundo. Ganaderos de estirpe que siguen manejando los mismos argumentos de bravo y los mismos ritos de tradición y respeto a las formas de sus mayores. Gentes que crían toros de una forma artesanal y limpia, virtudes que nos hicieron enamorar de esta fiesta y de estos ganaderos hace muchos años.

En un recodo del destino, vuelvo tres décadas después a al más puro campo bravo extremeño, La Brevera, esa magnífica finca ganadera del Alconchel (Badajos) donde Luis Albarran lleva herrando toros encaste Urquijo pronto va a hacer cincuenta años. La muy ganadera finca sigue en el mismo sitio, lo toros, hijos y nietos de aquellos que conocí en los 80, siguen disfrutando de la dehesa de Alconchel.






Don Luis falta hace tres años, o dicen que falta, por que yo lo fui viendo toda la jornada, en la foto que adorna el asolerado cortijo, en frases suyas que pronunciaba su hijo Luis, en la garbanzada señorial que empieza con el caldo y finaliza, horas después de franca conversación, con las delicias  que adornaban los garbanzos frutos del príncipe de esa casa, que es el guarro ibérico. En el ambiente estaba Don Luis, que diría un místico.









Luis y Alfonso Albarran Marzal, son ganaderos de siempre, criados en el terrón, formados dentro y fuera de la casa. Manejan el ganado, el manso, el bravo y el porcino, con paciencia y sabiduría. Ejercen de señores eternos, de amigos sin apreturas. Los Albarrán miman en La Brevera a 160 vacas, que acreditan volumen murubeño y demuestran embestida larga en la tienta.






El tentadero, con Ruiz Manuel y chavales de la escuela de Almería, es sencillo, rancio, duro. Pica “gente de la casa”, de invitados “los que caben a una mesa, esto es trabajo” Se comentan las vacas en voz alta, sin trucos “Ellas quieren siempre la muleta adelante y el trazo del muletazo largo y muuuy templado” dice el matador.

Las urquijonas crían cada año cinco o seis corridas de toros, que se vienen lidiando a caballo tradicionalmente, ¡Cuantos años seguidos en la feria de Sevilla! Cuando se lidian a píe siguen embistiendo con la profundidad y la templanza innata de un encaste que ha hecho triunfar a todas las figuras que de esto han sido “Todavía está embistiendo por abajo la de Malpartida de Cáceres del año pasado” “O el toro indultado por Victor Puerto en Almodovar, o el de Mora en Iscar, o el de Solis en Badajoz…” y la retahíla queda en la memoria de los que las han visto. Dicen que en esta casa tentó su primera vaca Enrique Ponce, que luego nunca mató una corrida de Don Luis.

Ganaderos imprescindibles, son optimistas como sólo lo sabe ser la gente de campo, “Esto remontará en un par de años…si nos respetan las sequías, las pestes, las inundaciones…, se han quitado muchas vacas y la criba dejará a los ganaderos de verdad, con las camadas lógicas y se podrá hacer rentable la ganadería, no para ponerte rico, pero que no te cueste”.

Son Luis y Alfonso gentes de bien con décadas de tradición en el oficio, que se aplican el cuento de Juan de Mairena cuando decía que es fácil quitarle a un maestro la batuta, lo difícil es dirigir con ella la quinta sinfonía de Beethoven. A ellos les ha tocado dirigir la orquesta de la bravura ahora, y a fe que lo hacen puro, con el espíritu de siempre y los métodos de ahora, por que son jóvenes ganaderos de casta, de los que nunca dejaran de serlo, aunque no tengan vacas.


¿Ganaderos de otra época? No, ganaderos de siempre. Ganaderos que si no me los hubiera encontrado, hubiera ido a buscar,  por que son la esencia.



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