domingo, 21 de abril de 2013

Ponce dicta cátedra ante la raza de Doblado. Los dos a hombros


Perera cortó una oreja al peor lote de la corrida de Albarreal
Seis toros de Albarreal de buena presencia (el primero más justo) y de buen juego (destacó el bravo sexto), se corrió turno y el enlotado como quinto se lidió por el segundo cuando se lesionó neurológicamente el titular  al topar contra el peto. Se lidió el sobrero en quinto lugar
Enrique Ponce de grana y oro. Oreja y Oreja tras petición
Miguel Ángel Perera de verde y oro. Petición y Oreja tras petición de la segunda
José Doblado de Blanco y plata. Dos orejas y dos orejas
Manolo Contrerás se desmonteró en el sexto
Una plaza de toros de llena, una población con sus restaurantes y resto de lugares de ocio llenos y un albero que albergó la torería de un catedrático del viejo arte de la tauromaquia como es Enrique Ponce, que hace lo imposible fácil, de Miguel Ángel Perera un torero que no negocia con su verdad y con la raza grande de las ganas de José Doblado.
Salió una corrida a modo, con toros de muy buena presentación, el primero más terciado. Del juego de los marquesones de Albarreal  hay que hablar del buen tercero, del excelente sexto y de un toro que salió en cuarto lugar y que en manos de Enrque Ponce pareció un toro de bandera. Al toro, mermado tras tres volteretas,  lo educó el valenciano, lo sobó, lo cuidó, lo desengañó y cuando pudo se montó encima de su bravura y le enjaretó una faena en el Ponce más clásico. Gracias a la política de precios de esta plaza, había muchos niños hoy en la plaza, niños que algún día podrán decir que vieron el 21 de Abril del 2013 torear a un torero de Chiva, historia grande del toreo, poder y versatilidad en un traje de grana y oro, pues esos niños podrán decir que vieron la mejor versión del que mandó en la fiesta en la última década del siglo pasado. Torero de faena larga, de hacerse a los toros, de desengañarlos, de buscarle los terrenos y las querencias. Los doblones aún chispean en la retina, el abaniqueo fue aquel mismo que deslumbró en Peñalosa cuando era un mico. ¡Pasó por Palos un torero de época y pasó con su grandeza íntegra! Ante el primer toro ya dejó sobre el albero del Descubrimiento toneladas de sapiencia taurina, ante el noble y justo de fuerzas toro, se mostró seguro, estético y dominador. La espada no fue su fuerte.
Perera tiene un problema. Un problema gordo, que se va a arreglar el día que le cambie la suerte. No le embistió con la raza necesaria ninguno de los dos de su lote. Como le pasó en Sevilla  esta misma semana, en sus dos comparecencias en la feria de Abril. Su toreo poderoso, que no negocia el concepto, que no entiende de plan B, de replantear posiciones. La estrategia del de La Puebla del Prior es sencilla, los pies asentados, la muleta en los hocicos siempre, el viaje cada vez más largo y los vuelos por el albero. Ante su lote de hoy no pudo desarrollarlo, pero el alto torero no se solivianta, no se acelera, no intenta otra cosa que volver a intentarlo. Así los toros acabaran por embestir, y su pureza de filosofía se impondrá. Esta tarde el primero sólo le aguantó dos series. Al quinto de la tarde, que entró como sobrero, lo pudo cuajar por el derecho, el castaño tenía más bríos y celo, por el izquierdo era más complicado, se vencía y no pasaba. Remató ambas faenas con dos estoconazos, la hoy cicatera presidencia le negó una oreja de cada toro.
José Doblado empieza a resultar un torero inclasificable, no torea más que una o dos corridas al año, siempre acartelado con figuras del toreo, se prepara para la ocasión como si fuera a hacer temporada en España y América. Ahora sale el toro y no sólo es que los toreé como si hubiese toreado cien corridas, no es sólo que se fajé como si disputase el liderato del escalafón, no es sólo es que se guste como si torease para si mismo. Es que además cuando echa la muleta adelante llega a las gradas de su pueblo con una conexisón y una verdad que impresionan, mejora en cada festejo, afina su puntería con la espada y se le ve feliz con su sitio en el toro. Hoy estuvo cumbre con dos toros de distinta condición. Al tercero, que no humillaba y le costaba transmitir, lo cuajó con el capote y luego, tras mostrar sus complicaciones en banderillas, le estructuró una faena importante en base a la técnica y el manejo de los engaños. Pareciese que hubiese habido un trasvase de conocimientos con Enrique Ponce, faena de técnica.
Pero salió el sexto, un toro de apostar, de exigencia máxima, un buen toro en bravo. Y ahí se vio la versión más enrazada del torero de Palos, la muleta buscando la bravura del toro, la series de hasta seis muletazos, un susto del toro con golpe en la cara incluido, acabo de sacar la casta de torero que atesora Doblado para culminar una faena de las más serias que recordamos a este torero del que conocemos toda su singladura.
La apoteósica salida a hombros del torero con un maestro de la importancia de Enrique Ponce supone un escalón más en El Coso del Descubrimiento, la viva historia de una plaza que ya tiene recuerdos y gestas para escribir un tratado de tauromaquia.      

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