La tarde apetecía, las lluvias han dado una tregua después de varios meses de intermitencia y el sol calentaba a los tendidos de la asolerada plaza de toros de Cazalla de la Sierra con sabor añejo y más ante una causa benéfica. Todo presagiaba una tarde interesante en el papel con dos maestros de renombre, como Tomás Campuzano y Pepe Luis Vázquez; dos matadores de toros que luchan por salir adelante en un mundo que a menudo se vuelve cruel injustamente, como son Salvador Cortés y Agustín de Espartinas; un novillero que quiere ser alguien en esto, Manuel Días Gomes, y un rejoneador portugués, Miguel Moura, hijo de Joao y con un apellido que causa respeto en el arte de Marialba.
Moura, que se presentaba en Andalucía, con una cuadra de caballos digna de cualquier rejoneador aventajado, pues de casta le viene al galgo, topó con un animal pasado de kilos al que le costaba trabajo embestir y cuando lo hacía, embestía a arreones, de hecho tras poner varias banderillas, llegó a descabalgarlo. Afortunadamente todo quedó en un susto, pues cayó de pie. Con el rejón de muerte se eternizó y tuvo que echar mano del verduguillo.
Tomás se sintió con el capote ante un eral de Toros de la Plata, toreando con gusto a la verónica. Con la muleta tiró del temple y la capacidad que siempre ha tenido pues ante un ejemplar pegajoso, con poca fuerza y que se reponía pronto, supo administrarle los muletazos que tenía por ambos pitones, transmitiendo al respetable con una trincherilla con sabor y hasta mirando al tendido. Con la espada se llevó un susto y tras un primer intento, mató a la segunda y cortó dos orejas. Parece que el tiempo no pasa por algunos y aunque hoy día se dedique a llevar otras carreras taurinas, tiro del refrán de que "quien tuvo retuvo".
Pepe Luis es Pepe Luis y cuando no lo ve claro, no lo ve, no obstante la media al de Jarrama, eral soso pero con complicaciones, fue digna de cualquier cartel taurino con un capotillo que parecía de juguete. Pasaportó pronto a su oponente tras probaturas y algún derechazo con sabor utilizando el descabello tras encasquillarse con la espada.
Salvador Cortés estuvo en torero ante el ejemplar de Peñajara, el cual salió un poco descoordinado al principio, pero cuando el de Mairena le corrió la mano por el pitón derecho, se fue largo el animal. Con el izquierdo también se acopló, optó por el arrimón y, como es un cañón con la espada, acabó con él con una estocada en todo lo alto.
Agustín de Espartinas, ante la mirada continua de Campuzano, demostró en Cazalla que cuenta con sobradas facultades para estar más arriba en el escalafón. Muy variado con el capote, con gusto y con el mentón clavado en el pecho, Agustín corrió en suerte con un animal de Torregrande que solo quería irse a las tablas, no obstante, el de Espartinas logró arrancarle muletazos con sabor y un buen trincherazo, pero ante escaso material, lo tuvo complicado. Cortó dos orejas.
El novillero Manuel Días Gomes, también pupilo de Tomás, tras lancearlo con la capa, llevó largo y a media altura por ambos pitones al ejemplar que quizás más se movió por ambos pitones, pero que pegaba tornillazos al final de cada muletazo. Alguna apédice podría haber caído en el esportón, pero la espada emborronó la faena. El sobrero, también de Torregrande, también fue lidiado entre todos, pero dio pocas opciones de triunfo.
Ficha del festejo: Plaza de toros de Cazalla de la Sierra. Festival sin caballos mixto a beneficio de la Asociación de Paralíticos y Deficientes de la Sierra Norte sevillana. Con casi tres cuartos de entrada, se lidiaron toros de distintas ganaderías: Santa Teresa, Toros de la Plata, Toros de Jarrama, Torregrande, Peñajara y Herederos de José María de Aristrain de la Cruz, de distinto juego.
- Miguel Moura: Silencio
- Tomás Campuzano: Dos orejas
- Pepe Luis Vázquez: Silencio
- Salvador Cortés: Dos orejas
- Agustín de Espartinas: Dos orejas
- Manuel Días Gomes: Silencio
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