Seis orejas de poco peso a la novillada de Concha y Sierra en el Campillo.
Tres orejas por coleta para Jiménez Fortes y Enríquez. Una Cañaveral a un novillo de Guadaira
Plaza portátil de el Campillo, menos de media plaza, Un novillo de Guadaira para rejones, guapo y que se dejó. Y cuatro de Concha y Sierra para la lidia a pie, de buena presentación, nobles, sosos y sin fondo, todos muy mal picados.
Josele Cañaveral oreja, Alejandro Enriquez, de azul pavo y oro oreja y dos orejas y Saúl Jiménez Fortes, de rosa palo y oro con cabos negros oreja y dos orejas.
En la lidia de su primero, tercero de la tarde, Jiménez Fortes fue copio de fea manera, atendido en la ambulancia desplazada al efecto, de una cornada que afecta al muslo superior derecho, reabriendo la cornada de la que convalecía infligida la pasada sema en Moraleja. Salió a matar al quinto de la tarde que cerraba el festejo. Tarde de tórrido calor.
Al Campillo fuimos a pasar una agradable tarde de toros, en compañía de Pepe Ruciero y Juan Moreno, comida e Los Arcos triguereños, sobremesa de anécdotas y opiniones, llegada a la localidad minera cuando los vecinos, sus peñas, sus neveras y los pocos aficionados que se desplazaron de la provincia llegaban a la portátil. Magnífica la atención del empresario, la familia del ganadero onubense al completo, siguiendo las evoluciones de este especial encaste, y buen ambiente en la plaza. Con poca gente como es norma en año complicado para la fiesta brava.
La novillada resultó sosa, dejándose, todos los novillos tuvieron más cosas de lo que los novilleros quisieron ver, no se comían a nadie pero tampoco es lo que esperamos de este encaste, donde la fiereza y la movilidad se les dan por descontado cuando no tienen entrega y bravura. Su principal defecto la falta de entrega. Su mayor virtud, la toreabilidad, si es que existe el término El primer tercio fue una canallada para con los novillos vergüeños. Cuesta juzgar a un ganadero que hace una apuesta tan romántica en tiempos tan mercantilistas.
También nos cuesta juzgar a un chaval como Saúl Jiménez Fortes que viene con una herida sin cicatrizar y se le vuelve a abrir en esta tarde, pero mentiríamos, y ya le mienten mucho, si callásemos nunca se acopló con sus enemigos, decimos enemigos por decir algo, por que excepto el complicado pitón izquierdo del tercero de la tarde, el resto fue bondad, sosería y falta de entrega, pero no enemistad, lo más que hacían los de García Palacios era defenderse y quedarse a mitad del viaje por aburrimiento, ante os enganchones continuos. Se quiere gustar con el capote, pero no se acaba de entregar, no pisa los terrenos que el novillo exige, no pone la muleta para ligar, desde el callejón además su equipo le da coba, para que lo siga haciendo. Se llevó la voltereta por no conocer los terrenos. En el quinto, de preciosa lámina sarda, tampoco acabó de estar, tras un puyazo tremendo, el burel se vino abajo y el malagueño tampoco se cruzaba excepto en dos series de más entrega.
Debitaba en nuestra provincia Alejando Enrïquez, el granadino, dejo algún motivo para la esperanza, a pesar de la frialdad en sus formas, le faltó un paso para poner lo que no ponían los novillos. En el primero más complicado por el izquierdo, no acabó de romper con el potable pitón derecho. Gustó su toreo de capote y se mostró más decidido con la muleta, sin romper del todo, de sus muñecas salieron las mejores series de la tarde. Muy bien con la espada.
Cañaveral trajo un novillo guapo y cornigacho de su ganadería, y una cuadra que demostró que es un fenómeno en la puesta a punto de los caballos toreros. Con Marlboro y Bombón levantó los ánimos de la tarde en el segundo tercio. Su toreo pidiendo mucho al novillo y dos rejones de castigo acabaron con su oponente antes de tiempo. Esto le impidió obtener mayor premio.
Nos vinimos de el Campillo con la sensación de quela tarde debería haber sido mejor.
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