Enrique Ponce ha protagonizado una tarde de entrega, temple y arte en la tierra del toro y de la plata durante su reencuentro con la afición de Zacatecas (México), donde al no lograr despachar a sus toros al primer viaje ha perdido los trofeos.
Una década tuvo que transcurrir para que Enrique Ponce y la afición zacatecana en México se volvieran a fundir en una tarde de inspiración. Las sinceras palmas que le prodigó la gente desde que apareció por la puerta de cuadrillas, le hizo saber que en la memoria y en el corazón estaba fresca aquella ocasión cuando hace diez años se presentó en la monumental de cantera rosa al frente de un festival benéfico. Ahora, en su presentación como matador de toros en este coso, Ponce no estaba dispuesto a decepcionar sino por el contrario, a estar muy por encima de su lote de Bernaldo de Quirós.
Al primero de sus toros le faltó mayor fuerza para apuntalar una noble embestida, lo cual se hizo patente desde que Enrique recibió al astado con el capote, no obstante, tras los lances, remató con una media verónica que arrancó un rotundo olé que hizo vibrar la plaza.
De este modo, era lógico que al toro iba a costarle tomar la muleta, sin embargo, se esforzó Ponce por imantarlo en cada pase, hasta que las tandas se fueron sucediendo en base a la paciencia y a su temple prodigioso.
Las ráfagas de viento que en esos momentos se hicieron presentes obligaron al torero a cambiar de terreno. De los medios se fue al tercio para realizar ahí la parte fuerte de su trasteo que contó con la variedad de los molinetes invertidos y de los pases de pecho de pitón a rabo. Al entrar a matar el toro no empujó por lo que Enrique sin pestañear se lanzó sobre el morillo y dejó una estocada algo desprendida que ante un juez (presidente) con exigencia, lo privó de trofeo alguno.
El otro toro fue de menor clase por lo que la actuación del diestro al oficiar con el capote no pudo ser lucida. Tras apenas ser picado el toro llegó a la muleta.
El conocimiento que Enrique ha adquirido a su paso por México le permitió realizar una faena con mayor reposo toda vez que obligó al astado a ir humillando. Muy por encima de las condiciones del burel, brilló la tersura del toreo al natural hasta hacer sonar el pasodoble Puerta Grande que acompañó la estética taurina del toreo de Ponce que desembocó en la ejecución de la poncina por uno y otro pitón ante la afición rendida al arte, sin embargo, el encanto se rompió cuando surgió un pinchazo previo a una estocada entera y se esfumó el corte de orejas. A cambio dio una aclamada vuelta al ruedo.
FICHA DE FESTEJO
Sábado 22 de septiembre. Plaza de toros Monumental de Zacatecas. Sexta corrida de feria. Tres cuartos de entrada en tarde soleada, calurosa y con ráfagas de viento.
Toros de Bernaldo de Quirós, bien presentados pero deslucidos de juego, a excepción del tercero que recibió arrastre lento.
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