Texto y fotos La razón |
«La tragedia de esto es la de todo lo que tiene que ver con los hombres, que nunca estamos conformes con casi ná».
"La obligación del flamenco o del torero es la misma, "emocionar"
En la misma tertulia hubo quien no estuvo igual de torero, joder, joder.
Copiamos de la Razón
La noche se rompió cuando Arcángel expuso una suerte de teoría que ligaba el mundo del toro y el flamenco, sin dejar ningún aspecto de lo humano fuera del saco. «La tragedia de esto es la de todo lo que tiene que ver con los hombres, que nunca estamos conformes con casi ná». La tertulia, moderada e impulsada por el director de Relaciones Institucionales de LA RAZÓN de Sevilla, Enrique Miguel Rodríguez, se había abierto con dos visiones del momento actual del toro. Ignacio de Cossío, crítico de Onda Cero, alertaba sobre el momento determinante de la tradición, con entradas a 87 euros el tendido, el monopolio de Tomás –«van a verlo los pijos y los snobs», dijo–, toreros que no llenan las plazas, matadores mediocres encaramados al escalafón (citó a El Fandi y Padilla), la presión permanente de los antitaurinos y el desdén de la afición.
«El español ante los toros es mayoritariamente indiferente. Nuestra misión es atraer a esta gran masa de indiferentes y organizarnos ante esto que tanto nos importa y por los que todos tenemos que implicarnos». Esta visión se contrapuso con la de Juan Antonio Ruiz «Espartaco», igual de sentida, pero más alentadora: «Desde que tengo uso de razón se ha venido alertando sobre el final del mundo del toro. Y el sentimiento siempre ha acabado prevaleciendo. Es verdad que, a diferencia del fútbol donde el negocio pasa por vender las botas de Messi en todo el planeta, nosotros sólo vendemos nuestros sentimientos, un momento, un instante. Es necesario normalizar el mundo del toro y para ello es importante incorporar a la televisión, como se acaba de hacer y popularizar los precios». Espartaco quiso evitar los malos augurios. «El Cordobés, que fue un fenómeno rompedor, sí alcanzaba las cien corridas año.
Luego, Paco Ojeda continúo con este ritmo de tardes. Pero no siempre ha sido así porque antes un número alto de corridas por año eran las 50». Al oír este planteamiento, un aficionado corroboró las afirmaciones de Espartaco recordando como Antonio Ordóñez nombró a su finca de Carmona «Las Cuarenta», en recuerdo de las cuarenta corridas de 1965, cobradas, al parecer, a millón de pesetas cada una. Espartaco, con gran sentido del humor, ironizó sobre la posibilidad de un hastío repentino de José Tomás, «a la fiesta de los toros quizá le convenga que José Tomás diga que está triste. Y todo el mundo, como hemos visto con Ronaldo, acabará preguntándose, pero, ¿qué le pasa a José Tomás? Aunque para mí todos los toreros tienen la misma valía y son igualmente importantes». Llegado su turno, el cantaor Arcángel, se asombró y dijo: «Es un marrón lo mío, porque después de escuchar a esta gente, si lo hubiera sabido no vengo». Pese a esta declaración de intenciones, el cantaor de Huelva deslumbró con su forma sencilla y ocurrente de exponer la opinión. «Los dos mundos, flamenco y toros, son sectarios, excluyentes, elitistas. Aquí todo el mundo habla de la pureza, pero nadie sabe lo que es. Yo quiero respetar todas las tradiciones, pero veo que algún crítico se queja porque cuando hago una malagueña de El Mellizo en vez de ‘o’ he dicho ‘a’. Por ahí no vamos a ningún lado. Siendo de Huelva, me parece intolerable que un niño conozca antes a los Rolling Stones que a Paco Toronjo. Primero hay que enseñarle quién es Paco Toronjo y permitirle que elija».
En esta línea, Arcángel, señaló tenemos tendencia al catastrofismo: «En un teatro de 2.500 localidades van a verte 1.500. ¡1.500 que se han tenido que duchar a las seis de la tarde, con las mujeres habiendo ido a la peluquería y luego dispuestos a ir a cenar! Van 1.500 y dicen que es un fracaso, pero ¿cómo va a ser eso un fracaso?» Para el cantaor, «debemos reconocer que esto es un negocio. Y para aclarar como lo ve el público, hacer el esfuerzo de fijarnos en la perspectiva del de enfrente. Cuando se habla de un cantaor o un torero que es capaz de que la plaza comparta lo que él está sintiendo se exagera. ¿Cómo van a sentir lo mismo que yo las 5.000 personas que me están viendo? Otra cosa es que las emocionemos, como es nuestra obligación». Por último, la empresaria Raquel Revuelta, reivindicó las señas de identidad española y su carácter comercial. «Moschino ha hecho una colección inspirada en las chaquetillas de los toreros. Y la moda francesa copia nuestras señas y las rentabiliza, mientras aquí se propaga un sentimiento de vergüenza. No me lo explico. Los de arriba tendrán que saber que el comercio pasa por saber vender nuestro patrimonio emocional».
Tras la tertulia, y antes de pasar a un animado cóctel servido por el Hotel Colón, Enrique Miguel abundó en la dificultad del mundo del toro compartiendo una anécdota de Curro Romero y Montserrat Caballé: «Curro le dijo, ‘tú eres una diva, alguien que durante meses ensaya a diario, con un director de espectáculo que cuida todos los detalles y un equipo que se encarga de hacer lo que tú digas. Y sin embargo, en una corrida uno se tiene que poner un traje que pesa ocho kilos, puede hacer cuarenta grados y al final hay que esperar al director de orquesta, que es el toro y a lo mejor tú no le caes simpático».
No hay comentarios:
Publicar un comentario