Buen encierro de Algarra que permitió cortar 14 orejas y seis rabos.

Tarde de mucho calor, lleno hasta la bandera y muchísimo ambiente en la plaza portátil y alrededores. Festival a favor de enfermos deAlzheimer, de la asociación de ayuda al pueblo saharahui y enfermos de fibromialgía de la localidad que empezó con casi media hora de retraso
Una tarde de toros en la que se cortan tantos trofeos, es posible que atore al aficionado cabal, que tantas orejas acaben no dejando ver el toreo de peso, pero en la tarde almonteña, alegre y bullanguera se han vivido pasajes de mucha importancia. José Luis Moreno ha firmado una faena templada de empaque sin tonterías, de mano baja y dominio, de trazos acabados junto a la cadera, de capote bien almidonado y manejado con gusto, de una pureza de formas y un interés in crescendo. Faena larga al quinto de la tarde, de sabor torero y de muchos kilates rematada con una gran estocada.

Abrió plaza Diego Ventura que, en esta tierra de firmes caballeros y recios garrochistas, dio una lección de doma, de poder a los caballos y de someter a los toros, con el tordo Revuelo formó un lío gordo, de plaza grande, de llevar embebida, en los ijares nobles del jaco más de tres cuartos de plaza, la embestida del burel, con Nazarí dejó detalles
y con Juncal demostró su monta poderosa con un caballo nuevo, el rejonazo en todo lo alto preludiaba una tarde de triunfos.
Jesulín, tras un torero comienzo de faena sentado en el estribo de las tablas, no se acabó de entender con el magnífico pitón izquierdo del buen Algarra que le correspondió en suerte, por el derecho lo toreó a placer, sin apreturas y con temple. Su estocada fue fulminante y en todo lo alto
Manuel Diáz es una revolución, al burraco que lidió lo entendió de maravilla, los muletazos al hilo de las tablas sin enmendarse fueron aplaudidos con ganas desde el tendido que se puso de parte del torero. Luego toreo fundamental, hasta que se le pidió el salto de la rana. Es este Cordobés hombre fácil y pronto sucumbió a la mayoritaria petición del público. Magnífica su entrega y su actitud toda la tarde. Mal con los aceros, cosa rara en él.
El Manriqueño, Juan Solis en el siglo, se las vio en el último trance de la tarde con un eral de Enrique Peña, pluiriempleado hoy como empresario, ganadero, compadre de José Luis Moreno y propietario de la cuadra de caballos. El eral era complicado, rajadito y sin casta, para colmo el chaval se afligió cuando no pudo con él y aquello no levantó vuelo. Un camino largo para ambos, ganadero y becerrista, ambos tienen lo más importante afición, amor propio y buenos consejos, el tiempo nos dirá donde llega cada uno.Manriqueño mató mal y recibió dos orejas cariñosas pedidas por los muchos paisanos que le acompañaban.
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