
Cinco orejas en el festejo de Almonaster la Real .
Sorpresa agradable en el murciano Laserna que hizo lo mejor de la tarde.
Tarde de muy agradable temperatura media plaza escasa. Seis toros de Manuel Villau. Bien de romana , feos de tipo y mochos artificialmente, de escaso juego destacando segundo y sexto.
Martín Antequera de grana y oro silencio y palmas.
Emilio Laserna de oliva y oro dos orejas y oreja.
Cesar Girón de blanco y oro oreja y oreja.
No es mala cosa esto de viajar por la provincia queriendo ver toros y descubriendo toreros. No nos vamos a engañar esta tarde no veníamos con los mejores augurios, baile de ganaderías en los carteles, toreros que sabemos de vuelta y poca fe en posibilidades reales de triunfo.Sin embargo del festejo de hoy nos quedamos con la dignidad y la torería de un hombre al que solo conocíamos por lejanas reseñas en corridas de poco fuste; el torero murciano vino a Almonaster a demostrarse que quiere ser torero ante dos toros de distinta condición y juego, con el primero anduvo voluntarioso en una faena que se desarrollo en el centro del platillo, sin acabar de bajar la mano ante la falta de fuerza del burel.
Faena encimista rematada con una gran estocada que le permitió cortar las dos orejas. En el quinto, un toro feo, grande, cariavacado, manso, peligroso, con problemas por el pitón derecho… ya me entienden, un auténtico regalito para el torero, que optó por no amilanarse y quedarse en el sitio a pesar de los avisos del marrajo.Se llevó la paliza claro. Si habláramos de un torero con mas fuerza mediática , en una plaza con callejón y con cuatro cursis haciendo la crónica, saldría, no les quepa duda la palabrita... “inmolación” pero aquí, más humilditos nosotros, hablamos de dignidad y honradez toreras.


Martín Antequera no enlotó con suerte, sólo pudo lucirse con el capote en el primero, obtuvo silencio después de serie que no llegaron a los tendidos ante lo insulso del toro. Mató mal, como en el cuarto de la tarde descompuesta la embestida, peligroso, violento. El torero anduvo con oficio y firmeza hasta que tomó el estoque de verdad con el que acabo dando un mitin.



Entre dos luces acaba la tarde al lado de la Mezquita, donde el almuecín llamaba a la última oración del día, mirando a la Meca, un torero humilde, por nombre en el toro Laserna, se llevó una paliza de un fundamentalista de cuatro patas, mientras rezaba la oración de los toreros humildes que quieren tumbar su suerte. Suerte valiente.
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