"MOLÉS"
Ignoro si Manuel Vicent ha escrito su artículo antitaurino de mayo. Vicent tiene un gran talento literario y se lee con gusto hasta lo que no nos gusta. Para mí, San Isidro es la principal referencia taurina. Hace años, los toros de Madrid olían a humo de buen puro habano. En Las Ventas, con mi inolvidable Vicente Zabala, asistí a un hecho histórico en el mundo del toro, obviado por el “Cossío”. Domingo Ortega nos convidó a una “Fanta” de naranja. Cuando se lo contamos a Santiago Amón, quedó patidifuso. Hoy, los toros de San Isidro me huelen mejor, a mi casa. Soy un teleadicto de las retransmisiones de Digital-Plus, tan formidables que rozan la obra de arte. Y me he acostumbrado a seguir las incidencias de las corridas desde la vos de Manolo Molés, el silencio sabio y carraspeado de Antonio Chenel “Antoñete” –este año está mucho más hablador y hemos ganado todos-, y los comentarios certeros de Emilio Oliva. No se puede hacer mejor. Y la realización, un prodigio.
Me conmocionó la serenidad de Manolo Molés, la primera tarde de la Feria, haciéndonos partícipes de su reciente desgracia. Lo hizo con una naturalidad y una decencia sobrecogedoras. La entereza y el valor es eso. Una tragedia infinita compartida con su público sin aspavientos, llantos de folclórica o exceso en la medida. Todo en su sitio, en su momento y en su auténtico dolor. A Manolo Molés, “Antoñete” y Oliva les gusta usar la imagen figurada del valor seco cuando se refieren al de un torero que se juega la vida sin alardear de ello. Naturalmente. Sin darle importancia. Las palabras de Manolo informándonos de su tristeza, pidiendo casi perdón por si la nube de su pena pudiera aparecer en una cualquiera de las retransmisiones, fueron de valor seco. La buena educación consiste, entre otras cosas, en saber mantener la compostura ante los demás. Una manera de demostrar el respeto por el otro, que no ha vivido la tragedia y no la siente como quien la vive y la sufre. Ese llanto clamoroso, tan español y superficial, tan de folclórica afligida con penas infinitamente más leves que la padecida por Molés, es consecuencia de la mala educación. Se llora en soledad y con los amigos, no en los platós y ante los fotógrafos. Ese valor seco ante la tragedia irremediable es un brindis al señorío. Y yo quiero decírselo a mi viejo amigo Manolo Molés, que enhorabuena por esa templanza, esa firmeza y esa demostración de medida.
Por lo demás, Mayo nos ha venido lluvioso y desagradable. Otro motivo inteligente para quedarse en casa. “El Cid” ha vuelto a manifestar que es el número uno, con el permiso de Ponce y José Tomás, ya retirado el gran César Rincón. No me olvido de Castella. Sobre el “número uno”, Luis Miguel Dominguín, ha escrito un gran libro Andrés Amorós. Fui amigo de Luis Miguel y siempre le dije que el número uno era su cuñado, Antonio Ordóñez. San Isidro, visto desde la comodidad de la propia casa, empieza a ser una luminosa memoria de melancolías. Que siga la Fiesta. Que Manuel Vicent insista en su desafecto, que la controversia es buena. Que Dios reparta suerte y que Manolo Molés reciba mi mayor abrazo por su magisterio profesional y su hombría de bien, como antaño decía.
Me conmocionó la serenidad de Manolo Molés, la primera tarde de la Feria, haciéndonos partícipes de su reciente desgracia. Lo hizo con una naturalidad y una decencia sobrecogedoras. La entereza y el valor es eso. Una tragedia infinita compartida con su público sin aspavientos, llantos de folclórica o exceso en la medida. Todo en su sitio, en su momento y en su auténtico dolor. A Manolo Molés, “Antoñete” y Oliva les gusta usar la imagen figurada del valor seco cuando se refieren al de un torero que se juega la vida sin alardear de ello. Naturalmente. Sin darle importancia. Las palabras de Manolo informándonos de su tristeza, pidiendo casi perdón por si la nube de su pena pudiera aparecer en una cualquiera de las retransmisiones, fueron de valor seco. La buena educación consiste, entre otras cosas, en saber mantener la compostura ante los demás. Una manera de demostrar el respeto por el otro, que no ha vivido la tragedia y no la siente como quien la vive y la sufre. Ese llanto clamoroso, tan español y superficial, tan de folclórica afligida con penas infinitamente más leves que la padecida por Molés, es consecuencia de la mala educación. Se llora en soledad y con los amigos, no en los platós y ante los fotógrafos. Ese valor seco ante la tragedia irremediable es un brindis al señorío. Y yo quiero decírselo a mi viejo amigo Manolo Molés, que enhorabuena por esa templanza, esa firmeza y esa demostración de medida.
Por lo demás, Mayo nos ha venido lluvioso y desagradable. Otro motivo inteligente para quedarse en casa. “El Cid” ha vuelto a manifestar que es el número uno, con el permiso de Ponce y José Tomás, ya retirado el gran César Rincón. No me olvido de Castella. Sobre el “número uno”, Luis Miguel Dominguín, ha escrito un gran libro Andrés Amorós. Fui amigo de Luis Miguel y siempre le dije que el número uno era su cuñado, Antonio Ordóñez. San Isidro, visto desde la comodidad de la propia casa, empieza a ser una luminosa memoria de melancolías. Que siga la Fiesta. Que Manuel Vicent insista en su desafecto, que la controversia es buena. Que Dios reparta suerte y que Manolo Molés reciba mi mayor abrazo por su magisterio profesional y su hombría de bien, como antaño decía.
ALFONSO USSÍA
6 comentarios:
Supongo que lo de Emilio Oliva será un lapsus. Y en lo único que estoy de acuerdo con el artículo, es en el adjetivo "sobre-cogedor".
Un saludo
P.D.: Un servidor si está solo en casa, le quita la voz a la tele. Lástima que no podamos tener opción de seguir una retransmisión taurina con el único sonido del ambiente de la plaza, ganaríamos mucho.
Lo de Oliva son tres lapsus, no uno, se puede estar de acuerdo o no con Moles, con su forma de actuar, se puede plantear lo acertado y objetivo de sus comentarios, pero creo que es indudable que ha creado un producto que resulta magnífico para la tele y que crea afición, aunque no soy seguidor de las corridas por televisión, es dificil que me emocionen. El otro día sin embargo en la Peña tendido 12, con esos buenos aficionados y cierto ruido de fondo que impedía seguir la retransmisión oral, el Cid me puso los "los pelos de gallina"
LO DE EMILIO OLIVA LO DICE ALFONSO USSIA. YO SÓLO TRANSCRIBO EL ARTÍCULO DE USSIA. Y PARA GUSTOS, LOS COLORES.
EL CID NOS PUSO LOS PELOS DE PUNTA Y LA PIEL DE GALLINA A TODOS. MENUDO TORO.... Y EXCELENTE TORERO, PERO ES QUE SE LOS LLEVA...
QUE ES UN GUSTO.
Ya sabemos que el lapsus es de Ussia,tu sabes que el comentarista es el dueño de toros de Pio XII. ¡Estás de una sensible mujer!, lo de mañana nos tiene de los nervios a todos tus amigos, esperemos que todo salga bien
LA VERDAD QUE SI, QUE ESTOY "ATACÁAAAAAAAAAAAAAAAAAAA". ESPEREMOS....AMÉN
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