martes, 27 de mayo de 2008

De Jesús de Fariña a la familia Cuadri


Homenaje a los Cuadri - 13/04/2006
Aun en la distancia, clame y sirva mi voz y mi palabra, como fiel testigo o mejor incluso, se torne mi ser en sacerdote, en bohemio anacoreta inscrito y devoto a una casi olvidada devoción... la del Toro Bravo.
El Toro Bravo es un Dios al que hay que adorar en cuerpo y alma, donde va impregnada la esencia misma del humano toreo y como todo Dios que se precie serlo, ha sido creado por la necesidad del hombre y de no ser así, al menos puedo asegurar que todo Dios conocido tiene sus profetas.
Todo Dios tiene guardianes de la integridad de su culto, como también mensajeros, portadores sin descanso de la noble descendencia.
La familia Cuadri sois esos profetas. Vosotros, queridos amigos, sois esos guardianes de su integridad, sois sin duda alguna, incansables mensajeros que predican con el ejemplo.
Los Cuadri no son solo dueños de uno de los mas importantes consagrados santuarios donde habita el Dios Toro Bravo, no solo sois poseedores de la mística verdad que encierra los misterios de la bravura, sois algo mas, mucho mas, sois esos locos profetas revestidos de cordura, esos que sirven y no se sirven de nuestra amada religión... la religión taurina.
Sois ese ejemplo a seguir por aquellos que amamos al Dios Toro Bravo; sabios practicantes del culto a su pureza, donde el rito poco importa, solo la sencillez del dogma que tiene como primer mandamiento la conservación de la Casta.
Vosotros no comulgáis con esos profanadores de templos que llegan para mutilar sin compasión a ese Dios con tal de hacerlo mas entendible para todos sus seguidores, ya que sois honrados herederos de D. Celestino, aquel que clamó en el desierto...
Porque vosotros no veneráis al toro bravo para que participe dócilmente en la litúrgica lidia, al único criterio de toreros sacerdotes, influenciados por el fervor popular de su parroquia. ¡No! Vais mas allá, sois unos de los pocos e incansables profetas ganaderos, anunciadores del Mesías que nace y muere para salvar en cada corrida al mundo taurino con su sacrificio, demostrando con la resurrección del recuerdo que la casta vive y reina por los siglos de los siglos.
Sin seres como vosotros, la vida, mi vida y la de sacerdotes toreros como yo carecería de sentido, no tendría razón de ser y el toro bravo dejaría de ser un Dios noble, convirtiéndose en un ídolo al antojo de una generación determinada.
Con el fervor propio del creyente os doy las gracias, os doy una y mil gracias en el nombre de nuestra religión taurina y en el mío propio.
Vuestro eterno amigo y devoto seguidor
Jesús de Fariña Matador de toros por la gracia de ese Dios

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