Conversación con un viejo torero mirando la ermita un sábado por la noche. Su clarividencia me dejó perplejo. Hablamos largo y en un momento la franca charla deriva hacia si es posible la amistad entre un torero y un revistero. Si un periodista debe intimar con un torero, pedirle publicidad, acompañarlo al campo.
Se para de repente, me toma del codo, me mira a los ojos como se mira en la penumbra, sabiendo que estás ahí pero hablando para uno mismo
Es muy mala cosa. El camino de esas amistades es siempre el mismo. El peridista pasa de admirador a partidario, de partidario a casiapoderado, se convierte en publicista, luego en confidente y después en su cómplice. Llegado ese punto o "te casas pa siempre" con el torero o un día acabas diciendo algo que te convierte en su enemigo más furibundo. Después de lo cual lo satanizas y vives de la calidad de tu enemigo (a mayor fuste de tu enemigo, más grande te crees, no es lo mismo pelearte con Ordóñez que con "El Churri"). Entonces o te quitas de esto, asqueado. O te quitan ellos, lo que ahora decís el sistema. O se quita él y te quedas ladrando la luna
Y la amistad
La amistad se debe mantener de lejos, como con el toro, sabiendo que tienes feeling, pero cada cual en su cortijo. Por que hay un día, siempre hay un día, en que el periodista y el toro, si son bravos, tienen que darte un revolcón, el toro tiene la obligación de cogerte y el periodista tiene la obligación de decir que el torero no ha estado bien. Lo tienes que decir porque he pegado un petardo, todos tenemos malas tardes, malas rachas y hasta malas temporadas. ¿Que haces ese día? ¿Y si sabes que ese día se ha peleado con su mujer o a echado de casa a su padre? Lo justificas. Y eso son explicaciones, justificaciones, excusas, pero no es la verdad. La verdad es que ha estado mal tal día, ante tal toro, en tal sitio. Lo demás es periodismo del corazón (en el mejor sentido de la palabra), por que escribes con el corazón y no con el entendimiento.
Pero se puede ver una faena de dos formas
Un torero bueno y un periodista bueno saben cuando un torero está mal. Si tu lo dices y a su entorno o a él mismo no nos interesa que trascienda, te podemos despellejar. Luego, con calma, pasadas unas semanas, cuando se remonta el bache, "en petit comité", te daré la razón, cuando haya salvado los muebles y haya toreado en plazas donde no lo veía claro. Pero antes te quiero matar. Y mi entorno más, eres el enemigo del pan de sus hijos.
Me quito la gorra, saludo, es un gran hombre, un gran torero. Pero sobre todo es un psicólogo de la vida. Y además no tuvo jamás una bronca con ningún periodista y eso que le dieron fuerte.
No, no deje nunca que ningún periodista fuera mi amigo, por eso no tuve broncas.
Otro día te contaré cuando las cosas son al revés, cuando el periodista tiene que hablar mal aunque el torero haya estado bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario