miércoles, 18 de noviembre de 2009

El asunto de los toros en Cataluña


Deberíamos tomar conciencia de la importancia capital que supone el intento, con serias posibilidades de éxito, de los representantes políticos nacionalistas de prohibir los toros en ese territorio tan amado para mi, como es Cataluña. El deber de oponernos a semejante felonía, no sólo como aficionados taurinos, sino como miembros de infantería de una sociedad que se desenvuelve gracias a unos valores y como amantes de un orden de cosas en el que casi todos nos hemos criado. La acción es injusta, aberrante y se plantea como una prueba de laboratorio para futuras acciones a escala de imposición de las ideas de unos pocos que se arrogan previamente el derecho a tener en exclusiva el monopolio de la creatividad intelectual y de lo moralmente aceptable en un territorio determinado.
El integrismo antitaúrico no es más una forma muy sofisticada de nazismo y estalinismo extremos, las pseudocausas son establecidas con las mismas artimañas, las armas son idénticas y las consecuencias, no me tachen de histérico, serán similares.
El hecho de ignorar primero, marginar después y acabar desterrando, “purgando” o reeducando al “enemigo” son las técnicas de los tres “ismos”. No me hablen de mayorias, también Hitler las consiguió y el apoyo de Stalin era únánime, hasta muchos años despues de su muerte, no es un argumento irrefutable el de las presuntas mayorias.
Los nazis empezaron desarrollando una falsa teoría sofista que sostenía la maldad indiscutible y congénita del gitano y del judío, de la corrupción malvada que habían supuesto de la raza, pregonadamente superior, aria. Planteada la premisa filosófica y política que suponía la justificación de cualquier tropelía, siguieron el proceso promoviendo inocentes recuentos informativos en las ciudades alemanas. Lo de Mauthausen y otros campos de exterminio fue el final lógico del famoso adagio de Bertold Brecht, nadie que no se sintiera directamente afectado en su propia persona defendía la idea contraria, no sólo era miedo, era el logro de la unívoca publicidad que convenció a los teutones de que ese era el único posible camino correcto.
El estalinismo, tras la llegada al poder por “herencia” de Stalin tras la muerte de Lenin, supuso, superada, todos sabemos como, la oposición interna, llámese Trotski, el desarrollo de una burocracia que actuaba como freno de cualquier iniciativa, la represión de las masas a las que se afirmaba defender, un idolátrico culto a la personalidad del líder y la purga de los enemigos políticos a medida que se manifestaban y sacaban los pies del plato.
Esto es historia política, de esta fuente bebe el nacionalismo, llámese CIU, PSC, Esquerra, Terra Lliure, IC o como se quiera anunciar. Todas estas formaciones defienden el principio indiscutible y tautológico que sostiene que la fiesta brava no es más que una de las formas en que se manifiesta desde hace tres siglos el vergonzante yugo de los Borbones primero y del franquismo después sobre el alienado pueblo catalán. De esta tergiversación de la historia, mentira se dice en mi pueblo, que no me voy a entretener en desmontar, como no lo he hecho con la supuesta superioridad de la raza aria del nazismo, o la consideración del accidente laboral como traición a la patria del estalinismo, de esta manipulación surge la necesidad imperiosa de declarar a la misma Barcelona que no se declara ciudad antiterrorista, en un brindis al sol, como ciudad antitaurina, por ejemplo, la prohibición de las plazas portátiles, y otras actitudes vergonzantes como eliminar de las cátedras de las universidades la afición de Dali, el mismo que, en estos días en que ha muerto Chamaco, cuando el de Huelva convulsionó a la afición catalana y desde ahí a España, con sus actuaciones en Barcelona, el de Figueras subía a la mejor suite del Ritz, donde se hospedaba el choquero para comprobar que el hombre que se había jugado la vida haciendo arte en la Monumental o en las Arenas de Barcelona «era real y no surrealista».
Estas mentirijillas no tendrían más importancia que la ridiculez si no fueran acompañadas y sirvieran de argumentarlo para un hecho tan surrealista, nos puede lo daliliano, como la prohibición de las corridas de toros en Catalunya, sobre la base ya mencionada de la imposición borbónica, graciosa paradoja que quien las quiso prohibir en el resto de la españas las exportase por la fuerza a las tierra de delta del Ebro.
La segunda fuerza argumental, la que esgrimen los antitaurinos catalanes como muestra de modernidad y supuesta altura moral, es la defensa del animal. Toro, ante la crueldad humana. La táctica es copiada a la nazi o la comunista, con reminiscencias de los cristianos viejos en la vieja Castilla que obtenían cobertura ideológica, para prender fuego a las juderías, de las misas negras, las torturas a niños cristianos y otras invenciones peregrinas. Stalin inauguraba monumentos y citaba a Marx al que se refería como maestro, mientras “purgaba” a sus valedores y destrozaba uno por uno sus postulados tanto económicos como sociales, Hitler apenas usó argumentos que explicaron su antisemitismo. Fijaros en la pobreza de la argumentación de quienes por acción u omisión pretenden clausurar la fiesta de los toros en Cataluña, apenas un esbozo de explicación de antiespañolismo camuflado bajo la capa de animalismo.
Lo cierto es que y de acuerdo con la escala de Brecht el holocausto no solo fue judío, acabaron y empezaron liquidando a homosexuales, calés, polacos (vaya por Dios), enfermos mentales, prisioneros de guerra soviéticos, opositores políticos a su régimen….
No tacho de nazi o de estalinista a nadie que no lo sea, pero las técnicas son las mismas, el toro no es más que un culpable simbólico que permite justificar fácilmente el nacionalismo catalán y superar diferencias internas, lo que en psicología de andar por casa se denomina un chivo expiatorio.
Callarnos, como hizo en su momento Brecht, para luego escribir una frase bonita, quejarnos desde el exilio como Einstien, hacer películas-denuncia desde los EEUU como Fritz Lang, no son soluciones. El ejemplo positivo puede ser Alexander Solzhenitsyn, deportado a la Siberia y autor de Archipiélago Gulag después de ser expulsado de la vida oficial en URSS. Gerard Hauptmann premio Nobel reconoció que apoyó pasivamente a Hitler por miedo porque era un cobarde, no debemos hacer eso, nadie lo debe hacer, pero Juli, Matilla, José Tomás, Chopera, Perera , Lozano, Ponce, Jesulín, Serafín Marín, Jordi, Espla, Albert, Xavi y tantos otros son gentes a lo que me gustaría tener en mi trinchera, no en la tumba de al lado.
En la indiferencia está la fuente de los errores más graves del mundo occidental, la apatía es también el origen de su culpabilidad. Ni un solo catalán debería ser indiferente, ni un sólo español debería mirar hacía donde miraban los alemanes cuando los nacionalsocialistas iniciaban sus escaramuzas poniendo estrellitas en las solapas. La postura de la gente del toro debe ser radical, valiente, oportuna y mediática. Si hay que dejar sin toros al resto de España en un paro general como medida de presión, se hace. Y sobre todo, las cartas boca arriba, que el mismo PSOE que en Extremadura, Andalucía, Castilla la Mancha, apoya sin fisuras a la fiesta, el mismo que tiene culiparlantes como diputados en el parlamento nacional, imponga disciplina de voto en el parlament. El integrismo nacionalista, presente de una u otra forma en todos los partidos catalanes, está destruyendo el seny de esa tierra, su tradicional hospitalidad, su cultura y su histórica y ancestral apertura de miras. El antitaurinismo no nace del nacionalismo, el nacionalismo, entendido con afán segregacionista, usa todas las armas como excusa para actuar, legislar, marcar pautas de vida, educar y prohibir. Hoy ha sido la gente del toro, mañana pueden ser los que no sean del Barça y al otro los que miren la tele en castellano. La prohibición de los toros es, a día de hoy, una lacra que ningún demócrata debería consentir, el asunto de los toros puede y debe ser el desencadenante de la resistencia civil al papanatismo de unos y los afanes paranoicos, acomplejados y dictatoriales de otros. Ser catalán o ser taurino y no actuar nos hará cómplices cuando no verdugos

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu artículo. No se puede explicar mejor la situación política-taurina en Cataluña.

Anónimo dijo...

Por Dios, los taurinos no les llegais ni a la suela de los zapatos a los nazis... y es eSquerra, no eZquerra... analfabeto, te has empapado todo el dicionario de la real para escribir esa bazofia esdrújula?

Amigo de Pilar Rahola. dijo...

A mi querido amigo antitaurino:
Idiota, Para reprender, aprende a escribir.
1- "Llegáis" lleva tilde.
2- No puedes escribir "suela" en singular, y "zapatos" en plural. Idiota.
3- ¿En qué momento ha escrito la palabra "ezquerra", tontorrón?
4- Diccionario lleva doble c. Subnormal.
5- Cuando te refieras a la RAE, siempre has de poner Real, Academia, y Lengua, con mayúsculas. Inculto.
Sin más, un saludo.

Anónimo dijo...

Menos leer sobre Hitler, Stalin para coger ideas raras (así le ha salido esta diarrea mental) y repasarse la ortografía y gramática elementales... que si quiere ser pedante pierde puntos con sus "acentos móviles" y sus "fijaros". Señor "aútor" (toma dedicatoria) ahora me pongo yo pedante: El fijaros es un mal uso del infinitivo que no debe hacer de imperativo, all añadirle el enclítico "-os" al imperativo (terminado en "-d"), se pierde esta "d".

Anónimo dijo...

Yo no sé que alucinógeno ha tomado usted antes de escribir semejante bodrio, pero hágase un favor, y háganoslo a todos, cuando esté bajo la influencia de alguna droga, por favor, no escriba, váyase usted a la cama y descnase.

Javier dijo...

Cafre dos, te defines, Anónimo cuatro eres el mismo y te defines, menos leer Mi lucha para tomar ideas, aunque con el desierto mental del que haces gala, podías ver los Simpson y seguir la filosofía de Maggie, si alcanzas.
Así me gusta cafre cinco, dando argumentos, razones, cuando Vd. quiera puede seguir poniendo estrellitas o sambenitos y calificando, puede empezar con los dientes de oro y "descnase descnase" mucho

Haciendo hilo

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