jueves, 24 de noviembre de 2011

Morante en estado puro

Es José Antonio un hombre sencillo, le rodea en la vida diaria su gente de siempre, va a los sitios de siempre, viste como siempre, es entrañable, cariñoso, detallista, sencillo, no va de torero, no habla con los espíritus, no levita, no se mete con nadie, no da coba, no quiere coba.
Una foto de arte en Viena con la selección
Embolicados.com
Hemos tenido ocasión de encontrarlo y disfrutarlo con ocasión del pasado festival de La Puebla del Río, su actitud es la menos previsible que nadie pudiera imaginar, lo hemos visto coger una pala para extender el albero, lo hemos visto saludar con afecto a toda, "toda", la gente de su pueblo, lo hemos visto sufrir por un arenero, preguntar por una foto antigua, dar cera a la madera con las manos (por que las brochas no hacen la misma faena), ha estado a las siete de la mañana en el descampado junto a la plaza de toros portátil esperando un camión, ha toreado sentado en una silla, ha ido a entregar el dinero recaudado a casa de los niños, ha estado próximo, emocionado, entrañable, preguntado por tu hermana Leticia, que era vecina, o por su prima Rosa o..., por cualquiera de su gente.
Os cuento dos anécdotas que me ayudaron a conocerlo.
Andábamos hablando de la plaza portatil, alguién comenta que ese tipo de plaza son feas y frias, él responde que no, que tienen su encanto, que bien montadas y con mucha gente le dan buen rollo. Que para feas y frias algunas plazas modernas de las llamadas funcionales, la conversación sigue y de repente Morante retoma el asunto y espeta "Torear en esas plazas es como dar misa en una nave, no dice nada" Es significativo que para explicar su concepción del toreo, su metáfora es comparar el toreo con decir misa, el rito, el silencio, la liturgia, el misterio... y eso no se puede hacer en una nave, ni en una plaza de toros fea y sin encanto.
Las cuñas de la Puebla
Otro sucedido, andamos en el centro de ANEF para discapaciatdos, han querido agasajar al torero con una merienda hecha por los padres de los chuiquillos. En el salón del centro, una gran mesa central adornada con unos dulces caseros, alguna tarta con sabor a cumpleaños de barrio o de pueblo, (¿quien no recuerda el sabor de las medias lunas con Fanta?) ya sabeis, unas galletas, un poco de chocolate espeso por encima, una forma no regular,,,, emotivo. Alguién ha regalado unos bonitos dulces  de pastelería, muy finos, pequeñitos, de los que se meten en la boca y se degluten de un bocado. Para honrar a José Antonio alguién le acerca la historiada bandeja de confiteria fina, Morante se disculpa, da dos pasos hasta la mesa, toma una cuña casera y suelta " les tenía echado el ojo, es que las cuñas de la Puebla no las cambio por nada". Este es Morante, un hombre puro un torero distinto pero un tío normal y por eso más grande.

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Haciendo hilo

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