Don
Verduguillo
El pasado jueves falleció Juan Pérez Recio quien, en su
juventud, saboreó las mieles del triunfo como novillero y, posteriormente, como
banderillero al lado de numerosos diestros de la tierra a los que acompañó en
sus actuaciones. Juan formaba parte de una dinastía taurina onubense, en la que
hay que incluir a su hermano Florencio y a su sobrino Antonio, tristemente
desaparecido en plena juventud y cuando hacía conciliar esperanzas en su toreo.
Juan
Pérez Recio nació y se crió en el Barrio de San Sebastián y, aunque desde muy
joven sintió la ilusión taurina, muy pronto tuvo que dedicarse a trabajar y lo
hizo en la popular Confitería Jorva, donde coincidiría con Antonio Borrero “Chamaco”
al que trató de ayudar en sus comienzos.
Debutó
a finales de la década de los cuarenta en uno de aquellos festejos cuyos
carteles se formaban con las votaciones que los aficionados hacían a través del
diario ODIEL. Aquella tarde le acompañaron el cartel, Antonio Rengel
“Barberito”, Antonio Esperón, Antonio Molina Periañez, Francisco Andujar y
Joaquín Löpez y lidiaron erales de Gerardo Ortega. Aquella tarde, Juan ganó un
estoque y, días después, lograba otro éxito y la muleta que se ponía en litigio
entre los actuantes.
En
los primeros años de la década de los cincuenta, Juan Pérez Recio va abriéndose
camino y actuó en diversas localidades de la provincia además de hacerlo en la
capital, ganando adeptos y admiradores. Hizo su debut con picadores el 18 de
julio de 1.952, en la plaza onubense, alternando con Rafael Carbonell y Mariano
Martín Carriles para estoquear reses de Pareja-Obregón.
Toreó
y triunfó en los festejos en los que era anunciados, pero Juan Pérez Recio no
veía abierta la puerta para el triunfo glorioso, por lo que, tras actuar una
tarde en Zalamea la Real junto a Rafael de Paula allá en el año 1.957 decidió
apartarse de la profesión.
Pero
la afición era muy grande y Juan no podía vivir alejado de los toros, por lo
que, tras un tiempo prudencial, empezó a actuar de banderillero y su buen
quehacer tanto con el capote como con la muleta así como su saber estar ante
las reses eran las mejores garantías para que tuviera muchos contratos,
convirtiéndose en un asiduo en los festejos que se daban en nuestra provincia.
Este periplo duró hasta la temporada de 1.981 en la que Juan decidió cortarse
la coleta y poner punto y final a una vida dedicada al toro.
Retirado
de la profesión, siguió vinculado al planeta taurino. Siguió muy de cerca la
carrera de su sobrino Antonio Pérez “El Onubense”, hijo de su hermano
Florencio, también torero. La pronta desaparición de Antonio fue un duro golpe
para la familia, que siguió vinculada al toro, aunque no con la misma
dedicación que en años anteriores.
Juan
Pérez Recio gozó de muchas amistades a lo largo de su vida y, en estos últimos
años, gustaba de conversar con cuantos amigos y admiradores le recordaban sus
éxitos taurinos y su amplia carrera profesional, en la que destacó por su saber
hacer y estar delante del toro. Descanse en paz el hombre y el torero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario