miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ante los reajustes Verdugillo reflexiona


Estamos en pleno período de ajustes


                                                                                                          Don Verduguillo

En esta época invernal, raro es el día que no conocemos una ruptura de apoderamiento o, por el contrario, una nueva unión entre un diestro y un mentor. Nada nuevo por cuanto es un hecho que, cada año, se produce, por lo que a nadie le extraña.
Estas rupturas suelen anunciarse siempre igual: de mutuo acuerdo y con una fuerte amistad entre los protagonistas. Eso es lo que se dice de puerta para fuera por cuanto, en múltiples ocasiones por no decir la mayoría de ellas, ha habido un fuerte encontronazo entre las partes debido a diversas circunstancias, como el escaso número de festejos contratados, la baja cotización de los honorarios devengados por el torero, la categoría de las plazas en las que se ha intervenido, problemas con el entorno del diestro y otras circunstancias similares que, por muchas circunstancias, no se quieren hacer públicas, aunque son conocidas por todo el taurinismo.
Pero solo hay que esperar un poco de tiempo para ir conociendo que esas relaciones no fueron tan buenas ni que la ruptura ha sido consensuada sino todo lo contrario por cuanto, en el toreo, todo se conoce y, además, hay quienes se encargan de divulgarlo.
A rey muerto, rey puesto. Poco tiempo después de anunciarse una ruptura, surge la noticia de un nuevo apoderamiento que también se suele disfrazar llevado a cabo “sin contrato y con tan sólo un fuerte apretón de manos”, aunque eso se diga a la salida del bufete de un Notario que ha elevado a escritura pública esos poderes de representación concedidos.
Y, al anunciarse la nueva relación, se hacen muy buenos propósitos de tal manera que el torero va convertirse de golpe y porrazo no sólo en la revelación de la temporada sino en encabezar el escalafón en cuento a número de actuaciones. Propósitos que no siempre se convierten en realidad porque es el toro el que pone a cada uno en su sitio. Y algunos, toreros o apoderados, ya no saben a quien arrimarse por cuanto ya han pasado por todo el escalafón.
Mientras tanto, los aficionados parecen sorprenderse cuando conocen estas noticias que, por reiteradas, no deberían causar esa impresión porque son hechos que se repiten todos los años por estas fechas hasta la saciedad. Quizás, lo que sorprenda no el hecho en si mismo sino en sus protagonistas, como ha sucedido en tantísimas ocasiones.
La ruleta de los intercambios ya ha comenzado y aún dudará durante algún tiempo. ¿Habrá algún bombazo? Imagino que, pese a que algunos tengan cierta notoriedad, al final todo seguirá igual que hasta ahora. El tiempo, como siempre, nos lo dirá, aunque los protagonistas afirmen lo contrario. 
Y lo mismo que sucede con los apoderados ocurre con los componentes de las distintas cuadrillas, en las que también se producen cambios que, en ocasiones, parecen sorprender a los aficionados pero que, tiempo después, conocen las auténticas causas que dieron origen a las mismas, además de las que se derivan de las jubilaciones de algunos profesionales.
También en este estamento son normales los cambios y pocas son las cuadrillas que permanecen inalterables durante mucho tiempo. Claro que, en ese caso, llaman más la atención la durabilidad de esas relaciones que los cambios habituales que se producen en esta época invernal

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