viernes, 11 de octubre de 2013

La relación de fuerzas en el toro ¿Desequilibrada?


Se confirma estos días la ruptura de Alejandro Talavante con Taurodelta para pasar a ser apoderado por Curro Vázquez. Aparentemente una más de las tantas relaciones profesionales que se deshacen en otoño. Tal vez no, y no sea "una más" quizá sea Talavante el argumento que desnivele el fiel de la balanza

Acaso este sencillo paso para un torero sea un gran paso para la tauromaquia y el salto del extremeño a los terrenos de la independencia provoque una modificación sustancial del pernicioso equilibrio de fuerzas actual del toro. En las tres últimas décadas, el oligopolio de tres grandes casas y media han mandado en esto. Se podían sentar en el mes de enero y cerrar todas las ferias de España y América en la sentada. Este año en esa mesa se debe sentar mucha más gente con cosas que decir.

La nueva relación de apoderamiento del extremeño lo hace socio del grupo de toreros que ha optado por apoderados que no tienen más relaciones con el mundo del toro que esa propia relación contractual. Ni gestionan plazas, ni llevan más toreros, ni esconden toros detrás de cada firma.

Junto a Talavante con Curro Vázquez y al misterio de Jose Tomás (inspirador último de todas las batallas), los que deben mandar en esto son Juli con Roberto Domínguez, Perera con Fernando Cepeda,  Morante con esa figura de ”los mejicanos”, que en España delegan en Barrera, Castella líder y único miembro del G-1 con los Lozano. Ello, junto a Manzanares, que sigue al amparo de Matilla, son los toreros que deben soportar el peso de las ferias.

Salvo en lugares concretos y en los festejos de rejones, son prescindibles los toreros que quedan apoderados por hombres más o menos independientes o los  que aún quedan en casas grandes. El Fandi, Padilla y Ventura con Matilla al que apenas le quedan Jerez y Valladolid. El Cid con su especial vinculación con Pagés. Martínez Erice sin toreros (se cuenta que mueve ficha ahora) y con Salamanca y Madrid como feudos inmobiliarios, Simón Casas con Luque, Finito y Rafaelillo y su fuerza en Nimes, Castellón y Valencia y los viejos señores del norte, los Chopera, con Hermoso de Mendoza y Bilbao como bastiones.

Cuatro nombres pueden tener cierta importancia a futuro. Fandiño, cansado quizá de independencias, podría buscar el calor de un grande. No lo creemos, pero el año ha sido duro para el torero de Orduña. Jimenez Fortes, que tras una temporada de transición y dejarlo con Guerra, debe decidir estos día su futuro. Se hablaba de Matilla y el malagueño tiene por delante los dos caminos divergentes.

Los otros dos nombres que han de marcar el devenir del equilibrio de fuerzas torean a caballo. El festejo más rentable en la mayoría de las ferias de primera y segunda es el de rejones. Si los dos que mandan, Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, o al menos uno de ellos, decidiesen cambiar de criterio e ir por libre, la tortilla del toreo habría dado definitivamente la vuelta.

Con los empresarios y sus plazas por un lado, los toreros con fuerza por otro, los subalternos muy firmes, sería el momento de que los ganaderos dieran el paso al frente, se dejaran del rancio y clasista asociacionismo de casino y reclamaran el lugar que merecen los que crían el toro en la fiesta. Su fuerza es evidente, sin toro no hay fiesta.


Puede ser el momento. El poder en si mismo no es maligno, lo pernicioso suele ser la animal tendencia del género humano a apoltronarse en la complacencia de detentarlo a favor de si mismo y de sus cercanos. 

En el nuevo ajuste de fuerzas, todas la partes deben mostrar grandeza de intenciones y de miras para entenderse, para hacer una fiesta mejor, respetar y dejar a las generaciones venideras una fiesta equilibrada, justa, que mire esperanzada al futuro sin dejar de oler a su ancestral aroma de verdad. 

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