martes, 11 de febrero de 2014

Es tiempo de La gran familia taurina, no de vivir fácilmente en la ceguera testicular.

La Gran Familia Española, con ese título se presentaba la gran perdedora de los Goya, una españolada del XXI, con el futbol. las redes sociales y resto de argumentos para atraer a los más jóvenes, como los jóvenes de los 60 se pudieron sentir atraídos por el landismo y las guiris ligeras de cascos. La Gran Familia Española ha recaudado seis veces más que la película de Trueba, Vivir es fácil, con los ojos cerrados, 127 en la lista de películas más vistas del defraudador Ministerio de Cultura, que sin embargo ha recogido seis de la principales cabezas de Goya, frente a las dos de la peli de Sánchez Arevalo y las ocho de la ganadora numérica Las brujas de Zugarramurdi.

Pues la tauromaquia no necesita ni de brujas, ni de caza de las mismas, ni de cegueras testiculares que permiten la vida fácil con los ojos cerrados, unos frente a la importancia del toro y  otros ninguneando la relevancia de las figuras. Nadie puede negarse a ver la realidad de un espectáculo que pierde sitio en la vida civil, que se aleja de la vanguardia social y cultural y de la fuerza necesaria de la juventud. No es momento de faltas de respeto a los toreros, no, ni el de las faltas de respeto a un ganadero o a su señora madre. No lo es ahora, no lo fue jamás, no lo será nunca.

Es el momento de que la gentes del toro, e incluyo aquí a los periodistas y a los aficionados comprometidos, empecemos a unirnos de verdad, no en guerrilla al relance de un episodio lamentable de una lamentable serie, procaz y trasnochada, que nos intenta insultar sin saber que no ofende quien quiere, sino a quien le dejamos que lo haga. Esa unión contra el ataque exterior debe proveerse y encauzarse, no como una escaramuza sino como una respuesta firme y contundente 

Nos negamos a creer que la solución a la complicada realidad del toro este en faltarse al respeto entre defensores del matiz, ni en el peso desmesurado de las figuras, ni en un intento de volver a la tauromaquia de principios del XX, ni en el oligopolio empresarial consentido por todos. Ni en el toro masacrado en el caballo, ni en la desaparición de la suerte de varas. Ni el talibanismo exigente de sangre, ni el extremismo del "todo vale" con tal de ver tres naturales de mano baja a mi torero de arte.

La fiesta brava, como toda manifestación popular que sobrevive en el tiempo, mantiene su prevalencia en tanto sabe adapatarse a los cambios de su entorno. La sociedad rural de España ha cambiado, la oferta de ocio se ha modificado sustancialmente en los últimos 25 años, la televisión ha aportado ingresos atípicos, ha llevado los toros a los aficionados más alejados, pero ha alejado a los más cercanos, ha cambiado las reglas del juego, el trapío exigible, la base de novilladas necesarias para el futuro es inviable económicamente, los derechos sociales conseguidos por los profesionales encarecen los espectáculos, la falta de apoyo y el exceso de gravamen de las administraciones públicas complican la viabilidad de un espectáculo que 

Defiende Santi Ortiz la fiesta del equilibrio, lejos de la fuerza de aquellos ganaderos interseculares, ni de las figuras que pretenden ejercen el derecho de pernada. El equilibrio de los encastes, el equilibrio de las figuras y de los aspirantes y de lo veteranos, el equilibrio de los sueldos y los dineros de los ganaderos y los precios de las entradas, el equilibrio de las críticas ponderadas en función del enemigo. El equilibrio de las poderosas "casas" taurinas. El equilibrio de la lógica pirámide de espectáculos, cuya base amplia deben ser los festejos menores. El equilibrio entre la pasión por el hombre que se juega la vida luchando por la gloria frente a un animal que mantiene una ancestral capacidad de lucha hasta la muerte

Equilibrio, templanza, respeto, generosidad, formar una gran familia, con desavenencias inevitables, pero con ganas de arreglar esto, no de cazar brujas en Zugarramurdi ni en aquelarres de fundaciones fantasmas, siendo felices viendo lo que no hay. No es la ocasión de aprovecharse de los estertores del yacente para conseguir la herencia u otro sucio interés, sino de reanimarlo y devolverle a la dignidad de una vida productiva. Productora de arte y de emociones. que es lo que siempre ha sido el toro. No manchad más esta fiesta que amo, me empieza a provocar arcadas.




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Haciendo hilo

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