Hijo de la gran figura del toreo de los años 50 y 60 del mismo nombre, Julio Aparicio Díaz nació en Sevilla el 4 de enero de 1969, el mismo año que su progenitor decidió retirarse del toreo. Su madre, Maleni Díaz, fue también una mujer del mundo del arte, bailaora.
El debut con picadores de Julio Aparicio, hijo, tuvo lugar el 8 de febrero de 1987 en Gandía (Valencia), con 18 años. Aquella tarde alternó junto a Fernando Lozano y Gregorio de Jesús, con novillos de la ganadería de “El Torreón”.
Después de forjarse como uno de los novilleros punteros de finales de los años 80, se presentó en Las Ventas en un festejo mixto junto al matador de toros Curro Vázquez, con ganado también de “El Torreón”.
Al año siguiente tomó la alternativa en la Maestranza de Sevilla, el 15 de abril de 1990, con Curro Romero de padrino y Juan Antonio Ruiz “Espartaco”, de testigo. Los toros pertenecieron a la ganadería de Torrealta.
Sus primeros años como matador de toros no fueron fáciles para Aparicio, que tardó cuatro en confirmar su alternativa en Las Ventas de mano de José Ortega Cano y en presencia de Jesús Janeiro “Jesulín de Ubrique”.
Fue el 18 de mayo de 1994, cuando Aparicio cuajó la faena de su vida al toro “Cañego” de Alcurrucén, al que cortó las dos orejas con las que saldría a hombros.
Una de las faenas más importantes de los últimos 20 años en la plaza de Las Ventas por la inspiración, el pellizco, el arte, el gusto, la hondura y la maestría en suma que llevó el sello de Aparicio.
A partir de ahí su nombre se instaló en la cúspide del toreo de aquellos años, y comenzó a entrar en las ferias y plazas de postín tanto de España, Francia y México, donde confirmó la alternativa el 13 de noviembre de 1994 en un cartel que completaban Jorge Gutiérrez y Manolo Mejía, con toros de la ganadería de Xajay.
No obstante, su particular concepto del toreo, de inspiración y arte, le jugó malas pasadas, y su carrera comenzó a perder fuelle, tanto que en 1998 decidió retirarse por primera vez, y volviendo en el año 2000 en la plaza navarra de Fitero.
Su carrera, de muchos claroscuros, no acabó de tomar vuelo, ya que aquel Aparicio de 1994 en Las Ventas no volvió a aparecer nunca más. No obstante, toreó en plazas importantes pero prácticamente en todas pasó de puntillas, incluida Las Ventas de Madrid, donde siempre se le ha esperado por el recuerdo imborrable de aquella faena de dos orejas de 1994.
Los últimos años fueron los más aciagos en la carrera de Aparicio, no sólo por la falta de triunfos, sino porque fue cuando más percances sufrió, como el del Domingo de Resurrección de 2008 en Las Ventas, cuando un toro del Puerto de San Lorenzo le infirió una grave cornada de 25 centímetros en el muslo izquierdo.
Aunque la que siempre quedará en el recuerdo, la del 21 de mayo de 2010 también en Las Ventas, fue un pitonazo certero en el cuello que le salió por la boca, estampa que dio la vuelta al mundo.
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