miércoles, 19 de febrero de 2014

Miraclaro, uno de Huelva, emigrante laboral que no pudo volver a pesar de habérselo ganado, homenajeado en Melilla, con la que está cayendo en esa tierra de al lado del mar

Foto Mundotoro
Nació en Huelva, en la Sierra de Aracena, estudio para bravo en una de las universidades de más abolengo del entramado nacional, catedráticos y preclaros puntales de la bravura salieron de esas dehesas. Este mismo año, el más bravo de los de el foro, Costasol, era hermano de este Miraclaro, marcado a fuego con el 64 y del hierro de los Gonzzález Sánchez-Dalp

Hizo Miraclaro el viaje de vuelta de los espaldas mojadas del sur del sur, y emigró por motivos laborales a Africa. LLegó a Melilla y una tarde de verano se "jartó" de embestir a la muleta de Fandi. Tanto y tan bravamente embistió el de Manolo González, que consiguió ganarse la vuelta en loor de multitudes, como los indianos ricos de principios del siglo pasado que llenaron Asturias de caprichos, o los andaluces de hace cincuenta años de maleta de cartón y "apuntao en la libreta la estación de Dusseldorf" que volvieron para montar la primera franquicia de hostelería del mundo "Bar El Emigrante" donde seguir cantando su pena.


Podía haber vuelto en avión
Miraclaro se gano el indulto moderno que no exige el fielato de reiterado del peto, se mereció la vuelta a la dehesa para padrear, para fijar el carácter de bravo en su casta, para servir de homenaje a su raza y de apoyo a unos ganaderos que lo están pasando como todos, ligeramente rejodidos.

El mar que une más que separa no se abrió, los honrados guardias de la frontera no lo dejaron pasar, las vallas y las concertinas de las pestes africanas y la burocracia lo hicieron quedarse en esa bella amalgama que es Melilla. Dado el natural pacífico y obediente de la gente del toro, y dentro del mundillo es sabido que es el toro el único que tiene vergüenza, el bravo no intento romper fronteras ni barreras ni normas, no siquiera se manifestó como paria solitario. Y como murió con la boca cerrada, no anduvo emitiendo comunicados. Murió sin decir ni mu. en la injusta soledad de un matadero de manso. Como si El Cid matamoros hubiera muerto en un hospital de la media luna roja. Y como al de Vivar, sus partidarios lo embalsamaron para que ganará su última batalla. La batalla perdida de la tauromaquia, la de los toros en Africa, la del fósil viviente contra la modernidad.


O haber creado una ganadería de bravo en Afrika
Casi de Sobaquillo, sin brillos, ayer, el presidente de MelillaJuan José Imbroda, que bastante tiene con los quince muertos en el mar que dicen español, cuando el mar no es de nadie, o como mucho es del que lo trabaja, pues Imbroda  junto al presidente de la plaza que indultó para leches al de Manolo González homenajearon al primer toro indultado en la ciudad de las tres religiones y las mil razas, quizá el último que se indulte en el continente moro.

Su fina cabeza de núñez embalsamada, la que pensará lo absurdo del genero humano, quedará para la historia colgada de una pared. 

Ingrato destino de Miraclaro 

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