Foto Mundotoro |
Hizo Miraclaro el viaje de vuelta de los espaldas mojadas del sur del sur, y emigró por motivos laborales a Africa. LLegó a Melilla y una tarde de verano se "jartó" de embestir a la muleta de Fandi. Tanto y tan bravamente embistió el de Manolo González, que consiguió ganarse la vuelta en loor de multitudes, como los indianos ricos de principios del siglo pasado que llenaron Asturias de caprichos, o los andaluces de hace cincuenta años de maleta de cartón y "apuntao en la libreta la estación de Dusseldorf" que volvieron para montar la primera franquicia de hostelería del mundo "Bar El Emigrante" donde seguir cantando su pena.
Podía haber vuelto en avión |
El mar que une más que separa no se abrió, los honrados guardias de la frontera no lo dejaron pasar, las vallas y las concertinas de las pestes africanas y la burocracia lo hicieron quedarse en esa bella amalgama que es Melilla. Dado el natural pacífico y obediente de la gente del toro, y dentro del mundillo es sabido que es el toro el único que tiene vergüenza, el bravo no intento romper fronteras ni barreras ni normas, no siquiera se manifestó como paria solitario. Y como murió con la boca cerrada, no anduvo emitiendo comunicados. Murió sin decir ni mu. en la injusta soledad de un matadero de manso. Como si El Cid matamoros hubiera muerto en un hospital de la media luna roja. Y como al de Vivar, sus partidarios lo embalsamaron para que ganará su última batalla. La batalla perdida de la tauromaquia, la de los toros en Africa, la del fósil viviente contra la modernidad.
O haber creado una ganadería de bravo en Afrika |
Su fina cabeza de núñez embalsamada, la que pensará lo absurdo del genero humano, quedará para la historia colgada de una pared.
Ingrato destino de Miraclaro
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