sábado, 3 de agosto de 2013

Jesus de Fariña cuenta en su facebook


Por estas fechas desde hace 17 años siento una tristeza difícil de describir. Es como una espinita clavada en mi corazón que, sin embargo, no permito que se infecte y el pus que supura pueda perjudicar a mi frágil espíritu. 
Intento de mil maneras evitar una total infección que pueda paralizar mi sensible organismo. 
La razón para y por tan justificado sentimiento (con el paso del inexorable tiempo convertido en dolor) es bien sencilla; Se celebra a últimos de Julio y primeros de Agosto año tras año las Fiestas Colombinas en mi Huelva natal y con ella su feria taurina.
Los 17 años anteriores logré sofocar en parte mi frustración toreando siempre en el Perú y triunfando también siempre. No es vanidad. Así ocurrió y así lo escribo. Puede ser casualidad, no lo dudo, pero fueron 17 casualidades seguidas. 
Mientras mis paisanos onubenses celebran sus fiestas en honor a algo que la mayoría no conoce, en tierras incaicas, mis hermanos peruanos festejan con pasión el día de Fiestas Patrias, algo que conocen a la perfección, ya que lo llevan impregnado por herencia de sangre. Todos los 28 de Julio pregonan a los cuatro vientos su día de la independencia o lo que es lo mismo su libertad, para construir y recuperar con ella una identidad nacional olvidada tras la invasión de y por una nación extranjera.
Jamás en estos años pude celebrar ni una ni otra fiesta. Solo toreaba, lo cual no es divertido precisamente, aunque algunos idiotas puedan pensar lo contrario.
Sin embargo en el Perú sentía por estos días esa morriña que siente el hijo alejado de la madre.
Yo quería y quiero torear en mi Huelva. Al igual que el peruano proclama con orgullo su identidad como pueblo, yo sueño hacerlo como torero en mi vieja Onuba. Quiero reivindicar mi diferencia como artista que no se rige por normas ni preceptos establecidos.
No ha sido posible hasta el día de hoy. Y, lo que es todavía peor, no pude torear este año por razones de salud ni en uno ni en otro sitio.
Mi tristeza ahora es por tanto doble, pero mi frustración es solo una. La misma que me acompaña en los últimos 18 años de mi vida; Sigo sin hacer el paseíllo y debutar como matador de toros en la plaza de toros de mi Huelva.
Hay quién escribió “que la frustración es la madre del rencor” No es mi caso.
Me preocupa no obstante el poder contagiar a alguien con mi amarga tristeza. Por eso estoy escondido estos días en cuerpo y alma lejos de Hueva y cerca del Perú. Solo eso.

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