domingo, 24 de junio de 2012

Tal día como hoy...




                                                                             
La festividad de San Juan del año 1.963 trajo consigo la celebración de una novillada en la plaza capitalina en la que tomaron parte Vicente Barroso, Jesús Sánchez “El Zurdo” y Juan Luis Llanes “El Calañés” que contaron con la presencia de mucho espectadores y seguidores.

Para la ocasión se contó con reses del hierro de El Juncal, propiedad de Pedro Luis García de Carranza, un encierro que aportó algunos animales bravos y lidiables y otros tantos con escasa casta e iregular presencia.

Abrió el cartel Vicente Barroso que no tuvo suerte con el colorado que inició el festejo y que tuvo una arrancada corta. Barroso no encontró oportunidad para el lucimiento y, además, estuvo mal con los aceros, por lo que oyó un aviso. Tampoco tuvo fortuna con el jabonero que hizo cuarto, que le desarmó en varias ocasiones y le achuchó repetidamente. Tras dos medias y una entera, los tendidos guardaron silencio.

El triunfador de la tarde fue El Zurdo que puso de manifiesto el gran valor que poseía ante los novillos. Las primeras ovaciones llegaron al recibir de rodillas a su primer oponente, al que le enjaretó varios ayudados por alto junto a las tablas para seguir con derechazos, concluyendo de media estocada, que le valió la primera oreja, con la que dio una ovacionada vuelta al anillo.
Con el quinto, que tuvo cierto peligro, El Zurdo aguantó sus embestidas, sufriendo algunos enganchones pero supliendo la escasez de cualidades de su oponente con mucho valor. Pese a estar algo conmocionado de una voltereta, mató a la segunda y logró otro trofeo, pedido con entusiasmo por los tendidos.

El Calañés fue achuchado cuando lanceaba a su primero sufriendo deterioros en el traje de luces. Con la muleta realizó un buen trasteo, saliendo en varias ocasiones achuchado dado que su oponente buscaba el bulto.
 Cuando terminó de varios envites, fue ovacionado por el público como premio a su voluntad. En el que cerró plaza, que saltó al callejón, se lució con el capote y El Calañés estuvo muy porfión con el animal pero no encontró oportunidad para el lucimiento por lo que al acabar con rapidez fue silenciado.

 Vicente Parra Roldán

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