Vicente
Parra Roldán
Manuel
Báez nació el 3 de agosto de 1.905, según se deduce de la partida de nacimiento
que se conserva en los archivos parroquiales de San Pedro. Era hijo de don
Miguel Báez, que debió ser todo un personaje pues, tras su retirada como
torero, pasó a ser un hacendado que, incluso, llegó a ser concejal de nuestro
Ayuntamiento y persona muy respetada, especialmente entre sus convecinos del
Barrio de San Sebastián.
Lógicamente, Manolito vivió sus primeros años en
un ambiente taurino y rodeado de antiguos partidarios de su padre, por lo que
la afición tenía que llegarle por fuerza. Y el pequeño hizo sus escarceos como
todos los aspirantes de la época, mientras don Miguel fingía no enterarse de la
vocación de su hijo, pretendiendo de esta manera de proceder que se alejara de
la misma.
Pero la fuerza de la sangre es muy grande y
sucedió lo que tenía que pasar. Y, Manolito le planteó a su padre sus deseos de
ser torero. El viejo maestro, conocedor de las dificultades que iba a encontrar
su querido hijo, quiso ponerlo a prueba para que el pequeño comprobara la
dureza del toro y que aquellos desvaneos se le fueran de la cabeza.
Don Miguel hizo mover sus influencias y pidió al
empresario local que, aprovechando que iba a celebrarse una novillada en
nuestra ciudad, en la que actuaron Pirfo, Bogotá y Alarcón ante novillos de
Bernardo de la Lastra, que comprase una res para que, a puerta cerrada, la
torease su hijo. Y así se hizo, aunque con la particularidad que el rumor se
había corrido por toda la ciudad y, en los graderíos del coso choquero, había
casi tantos aficionados como en la tarde anterior.
El
pequeño Manolito toreó de forma muy valiente a su oponente entre el delirio de
los espectadores. Con la muleta en sus manos, fue cogido en varias ocasiones
pero se levantaba del suelo más valiente aún, hasta perfilarse para matar y
dejar una estocada hasta las cintas. Podrían discutirse las cualidades
artísticas del joven torerillo, algo lógico dado que era la primera vez que
actuaba ante el público, pero de su valor, decisión y sangre torera no podía
caber duda.
La prensa local recogió este acontecimiento de la
siguiente forma: “Un nuevo Litri. Ayer tarde, en nuestro circo taurino, con la
presencia de unos cuatrocientos aficionados, presentóse por vez primera el
futuro novillero, hijo del exmatador de toros Miguel Báez "Litri"
nuestro paisano, Manuel Báez, que aún no cuenta catorce años.
El novillo, con quien se las entendió, estaba muy
bien presentado, resultó manso, desluciendo la labor del diminuto torero.
Pudimos apreciar que Manolito es valiente y que maneja el capote con bastante
soltura. Las dos o tres verónicas que el bicho tomó franco, la percalina se
estiró; mandó y templó superiormente, siendo aplaudidísimo. ¡ Lástima que el
animal se quedara y no pudiera completar la faena Entablerado y avisando
llególe con la muleta con mucha voluntad y deseos, citó repetidamente al bicho
con la zurda; en uno de los pases logró que el bicho se le arrancara, se le
coló éste, derribándole. No se asustó de las varias caricias que le hicieron y
procuró que el bicho juntara las manos.
Con verdadera decisión, entró a herir y a una
cuarta de los pitones, entró logrando una estocada algo trasera, en la que el
joven tuvo que hacerlo toro, pues el de Lastra cada vez estaba más quedado.
Extraído el acero, entró dos veces más, dando otros tantos pinchazos en todo lo
alto sin que el novillo se moviera. Acertó al tercer descabello. El chico fue
ovacionado y su padre felicitado por el buen resultado de la presentación.
Ante este éxito, el patriarca permitió a su hijo
que siguiera con su carrera. Pero Huelva quería volverlo a ver actuar y, por
ello, días después se organizó un festejo que sirvió para su presentación
oficial. De ahí que el 12 de julio torease dos novillos de Eliécer Montiel. La
prensa de la época recogió así la actuación de Manolito: “el joven torero ha
escuchado grandes ovaciones como premio a su valentía y soltura con el capote.
Con la muleta ha toreado mejor que en su primera presentación, pues en su
primer becerro instrumentó varios pases con la derecha y un natural con la
zurda. Estuvo bien en los quites y mereció los honores de ¡a música. ¡Lástima
que los becerros resultaran mansos¡ Este diestro ha de decir bastantes cosas,
pues tiene mucha afición y valentía.
Pero donde dio la nota de estoqueador fue en el
primero. Entró muy en corto y por derecho y sepultó el estoque en todo lo alto,
saliendo siempre por el costillar. El acero se vio entrar centímetro a
centímetro y el animalito dobló los pies. Manolito escuchó una gran
ovación".
Había comenzado la carrera de un torero y toda la
ciudad estaba enloquecida con el nuevo Litri, algo que, años después sucedería
con su hermano Miguel y con su sobrino Miguelito. Y Manolito fue matriculado en
la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, donde fue un alumno aventajado y tuvo
oportunidad de profundizar en el conocimiento del toreo.
En
la provincia también se hablaba del nuevo Litri, por lo que fue acartelado en
la feria de Valverde del Camino para actuar junto a Rafael Posadas y Naranjito.
El 15 de agosto de 1.920 vistió su primer traje de luces y, tras matar dos
novillos de Manuel Castillo, obtuvo dos orejas, triunfo que repetiría al día
siguiente cuando actuó junto al local Cayetano Naranjo "Naranjito" y
Posada que mató un novillo pese a no estar anunciado. La reseña que publicó el
diario "El Liberal" decía escuetamente lo siguiente: respecto al
festejo del día 15, Manuel Báez Litri, en el suyo, bien toreando y colosal
matando; y en cuanto a la novillada del día siguiente señalaba:
Manolito obtuvo un gran triunfo consiguiendo las orejas y rabos de sus novillos
y saliendo a hombros ante un público entusiasmado que llenaba la plaza.
Tras el triunfo de Valverde del Camino, actuó en
Aroche en dos festejos, para presentarse, oficialmente, en la capital el 22 de
agosto, actuando junto a Correa Montes y Casañe ante novillos de Surga. Aquella
tarde, Manolito logró cortar una oreja.
El 29 de agosto, alternando con Posada y Pepe
Belmonte y ganado de Anastasio Martin, intervino en una novillada a beneficios
de los niños y madres pobres de Riotinto, cerrando así su primera temporada.
Durante el año 1.922 toreó en diversas novilladas
sin picadores hasta lograr uno de sus sueños, debutar con caballos, hecho que
se produjo el 3 de agosto de 1.922 en la plaza de su tierra, actuando junto a
El Algabeño y Pepe Belmonte en la lidia de novillos de Campos Várela. No estuvo
muy afortunado Manolito, a quien se le vio muy valiente pero falto de
entrenamiento. Pero siguió aprendiendo y los triunfos, casi todos en plazas de
nuestro entorno, se fueron sucediendo y ya vislumbraba que el onubense podía
ser alguien importante en el panorama taurino.
El año 1.923 sería el de su revelación definitiva
como novillero de porvenir. El 20 de mayo aparece anunciado en la plaza de
toros de Valencia para estoquear reses de Félix Suárez en unión de Chaves y
Pepe Belmonte. Las gestiones para lograr esta contratación las había llevado el
propio Manolito con una artimaña que no por conocida merece recordarse. El
torero, sin contar con su padre pero tomando su nombre, hizo gestiones con un
amigo valenciano influyente. Miguel Báez quedó atónito al recibir un telegrama
que decía "que venga tu hijo; torea mañana". El patriarca, consciente
de las ganas de ser torero que tenía su hijo Manolito, no quiso descubrir la
treta y a la ciudad levantina se marchó Manolito para poner la primera piedra
del edificio de su crédito torero.
Los valencianos quedaron asombrados de la
impavidez del muchacho ante los toros. Torpe y poco toreado, aguantó coladas
escalofriantes y achuchones de los toros sin mostrar el menor temor, sin
adoptar la más mínima precaución. Estuvo cerquísima de los toros, logrando dos
orejas y se creó un cartel de torero valiente que hacía desear su repetición,
que se produjo el 17 de junio y, todavía, aquella temporada torearía en aquella
plaza cinco festejos más con una aceptación cada más creciente. Había comenzado
el idilio entre un Litri y Valencia, una relación que, los acontecimientos
posteriores así lo determinarán, sería perpetua.
Aquellos triunfos en el ruedo valenciano hizo que
su nombre sonara con fuerza hasta lograr torear 19 novilladas, con 11 orejas
cortadas, durante aquella temporada, en las que se hizo con un verdadero
cartel, aunque en algunas plazas, como en el caso de Barcelona, la fortuna no
acompañase al novillero onubense.
La campaña de 1.924 sería muy importante para
Manolito. El 4 de mayo, actuando con Pepe Belmonte y Rafael Posada, se presentó
en Sevilla para lidiar novillos del Conde de la Corte. El torero onubense tuvo
una gran tarde, logrando cortar una oreja a su segundo tas una faena
valentísima y una gran estocada. Cuatro corridas más toreó en La Maestranza,
entre ellas una de Miura, en la que volvió a cortar una oreja.
Actuó en Huelva el 19 de junio alternando con
Angelillo de Triana y Epifanio Bulnes, cotando cuatro orejas y un rabo. Repitió
días después, el 28 del mismo mes, en mano a mano con Bogotá y ante novillos de
Darnaude. Manolito se entretuvo en cortar seis orejas y tres rabos tras haber
realizado tres faenas entre el delirio de los aficionados.
Llegaba la hora de debutar en Madrid, pero las
circunstancias hicieron demorar el momento. Estaba anunciado para la tarde del
20 de julio pero, al ser volteado por un novillo en Sevilla a comienzos del mes
de julio, su presentación hubo de demorarse hasta el 10 de agosto, después de
torear el día antes, una vez más, en su Huelva. Pese a disponer de dos
vehículos para su traslado, no pudo llegar a tiempo entre el enfado de los
aficionados que habían acudido a presenciar su actuación.
Pudo por fin actuar el 27 de agosto, con reses de
Sánchez Coquilla y Zurito y Agüero como compañeros de cartel, con lleno en los
tendidos. Valentísimo toda la tarde, durante sus faenas hizo gala del valor que
atesoraba, dejándose llegar los pitones hasta la chaquetilla. Resultó volteado
en su primero pero, rabioso, se levantó para seguir su actuación toreando aún
más cera, por lo que fue premiado con una oreja. Similar fue su actuación en el
otro, y al final de la tarde salió a hombros por la puerta grande. Repitió
actuación en la Villa y Corte cuatro días más tarde, confirmando las excelentes
impresiones dejadas tras su presentación.
La
prueba de fuego, la primera cornada importante llegaría el 12 de septiembre en
la plaza de Albacete donde un novillo de Sabino Flores, al hacer un quite, le
hirió en el triángulo de Scarpa, produciéndole una herida de diez centímetros.
Por este percance tan sólo perdió dos festejos, reapareciendo en Ecija el 21
del mismo mes, una semana antes de la fecha soñada desde niño por Manolito
Litri, su alternativa.
El
acontecimiento tuvo lugar en Sevilla el 28 de septiembre y el doctorado lo
recibió de manos de Manuel Jiménez "Chicuelo", quien le cedió un toro
de Moreno Santamaría. Recordemos un hecho, que aún siendo conocido, nos permite
conocer los sentimientos de nuestro torero. En el momento de brindar Manolito
el toro de su alternativa se cursó un telegrama a Valencia, cuyo texto, muy
expresivo de lo que la plaza levantina representó en la carrera novilleril del
nuevo matador, decía lo siguiente: "al tomar alternativa, pienso que la
hermosa región levantina fue para mí como una madre. Mi primer pensamiento esta
tarde lo dividiré entre Huelva, mi patria, y Valencia, la gran madrina de mi
afición. Para los amigos valencianos y onubenses va el brindis de mi primer
toro y va también para la Virgen de los Desamparados y la de la Cinta".
Aquella tarde el ganado no se prestó a grandes lucimientos y la tarde pasó con
muchos tonos grisáceos.
Unos días después, el 9 de octubre acudió a
confirmar su alternativa a Madrid en un festejo a beneficio de la Cruz Roja.
Fue su padrino Marcial Lalanda y estuvieron acompañados por Villata además del
rejoneador Antonio Cañero. El toro de la cesión de los trastos se llamó
Ostioncito, era negro y estaba marcada con el número 44 y pertenecía a la
ganadería del Marqués de Villamaría. No estuvo lucido Manolito con su oponente,
que fue manso y difícil pero dio su nota de valor en el segundo, que brindó a
los Reyes que asistían a la corrida. Tras este festejo, Manolito actuará
todavía en dos corridas más, en su ciudad natal y en Gandía.
Aquella
campaña la cerró el torero onubense con 61 novillos y 10 toros estoquedaos,
totalizando 31 orejas y siete rabos, además de recibir dos avisos.
Comienza la temporada de 1.925, única que había
de torear completa como matador de toros en su vida, el 12 de abril en Sevilla,
donde volvió a torear dos días más durante la feria. Continuó toreando en
cuantos festivos ofrecía el calendario, alternando los triunfos con tardes
menos brillantes. Resultó cogido leve en Valencia el 21 de mayo por un mal toro
de Gallardo. En principio, se le recomendó un mes de baja, pero reapareció el
15 de junio en Granada, antesala de su primer encuentro con Cayetano Ordóñez,
que se produjo en Bilbao y donde se dio un nuevo gran éxito de Manolito, que
izado a hombros de los espectadores, salió de la plaza entre el delirio de
quienes habían presenciado el festejo.
Días después, concretamente el 29 de junio, actuó
en Madrid donde alcanzó un clamoroso éxito ante los toros de Angoso. Manolito,
tras interpretar con su valentía al público en su primero, cortó la oreja del
segundo. Se habló mucho de sus faenas y se esperaba con expectación su
reaparición, que tuvo lugar el 16 de julio, en corrida a beneficio de la
Asociación de la Prensa.
Esta corrida significó en la vida de Manolito la
más alta ovación, la que le abrió las puertas de la gloria y sus ideales de
contratos, popularidad y dinero. Fue la famosa corrida en la que él y El Niño
de la Palma hicieron concebir esperanzas de que se abría una nueva y gloriosa
época del toreo, tras haberse cerrado aquella nefasta tarde de Talavera de la
Reina.
El Litri realizó un toreo extraordinario con el
toro Candil, negro, de Martínez. Sus mejores cualidades de valor realzaron su
trasteo de muleta, que impresionó al público en términos extraordinarios. Toreó
quieto, absolutamente quieto, pasándose el toro en cada pase rozándole la ropa
y con aquel aire de dejadez, de abandono a lo fatal que tan fuerte sello racial
imprimió su arte. Un pinchazo y un volapié remataron la faena, que fue
galardonada con la oreja del toro y, tras votación de los aficionados, con la
de oro que se ofrecía como trofeo a la mejor actuación de la tarde. En su
segundo, de Hernández, Manolito también estuvo muy lucido.
Para hacer entrega de la oreja de oro conquistada
en dicha corrida se montó en nuestra ciudad, concretamente el 2 de agosto, una
corrida extraordinaria en la que Manolito actuó junto a Chicuelo y Zurito, con
toros de Belmonte. Armando Palacios Valdés, secretario de la Asociación, se
trasladó a Huelva para la entrega de la oreja, con la que dio una emocionada
vuelta al ruedo. Aquel día cortó un rabo a su primero, triunfo que repetiría
después, durante la feria de la Cinta, en la que intervino en dos festejos. En
uno, obtuvo tres orejas y un rabo además de una herida leve; en el otro,
resultó corneado.
En
un gesto que puso de manifiesto su onubensismo y su amor a la Virgen de la
Cinta, bajo cuya protección actuaba en los ruedos, el torero quiso obsequiar a
la Patrona de Hueva con el preciado trofeo, por lo que ofrendó el galardón
recibido a la Reina del Conquero, en cuyo Santuario permaneció la oreja de oro
hasta que, durante los trágicos sucesos de la Guerra Civil, desapareció.
Hasta cuatro paseíllos hizo Manolito esta campaña
en la plaza de su tierra. En esos festejos alternó con Victoriano Roger
"Valencia II" y Nicanor Villalta, el 12 de julio; con los mencionados
Chicuelo y Zurito en la corrida aludida; con Posada y Pepe Belmonte, el 6 de
septiembre; y con Pepe Belmonte, en un mano a mano, al día siguiente, donde
Manolito resultó cogido y perdió varios festejos hasta reaparecer el día 27 en
Córdoba.
Toreó aquella temporada 43 tardes en las mejores
plazas; sufrió innumerables percances, por fortuna leves, y sostuvo su cartel
de torero valiente y, más aún, temerario. La pretendida competencia con El Niño
de la Palma, el otro héroe de la madrileña corrida de la Prensa, no puede
decirse que llegó a tal, sino en las conversaciones entre los aficionados. En
realidad, si el toro no salía a la medida del toreo de Manolito, éste lo
intentaba lo mismo, tratando de forzar las suertes y, constantemente, se le
veía arrollado por las reses.
El torero onubense se había alzado a la cima del
toreo y, cuando la temporada de 1.926 va a iniciarse, la expectación era
máxima; sin embargo, se truncaría su carrera el 11 de febrero, en la corrida
regia que se celebró en Málaga. Aquella tarde se lidiaron toros de Guadalest
por parte de Marcial Lalanda, Manolito y Zurito. Lleno total en los grádenos y
deseos de disfrutar no sólo con la presencia de los Reyes de España sino también
con las actuaciones de los diestros y, de manera especial, con Manolito Litri,
que tantos éxitos había cosechado en la temporada anterior.
En segundo lugar salió "Extremeño",
berrendo en negro. Desde que abandonó el toril mostró síntomas de vencerse del
lado derecho. Manolito o no vio o no calibró la trascendencia de tal condición
y, al dar el primer pase de muleta por alto, fue cogido y volteado y corneado
en el suelo. Sufrió una cornada en el muslo derecho, que fue calificada de
gravísima en la enfermería. Trasladado a una clínica, a los cuatro días de la
cogida se le presentaron síntomas de gangrena y hubo necesidad de amputarle la
pierna el día 17, sin que bastara este remedio heroico. Falleció en la mañana
del día 18.
Trasladado su cadáver a Huelva, fue velado en el
Centro de Instrucción Comercial por todos sus paisanos que, asimismo, le
acompañaron en su último paseo por la ciudad y, de manera especial, por estas
calles del Barrio de San Sebastián, donde se habían forjado sus ilusiones de
ser torero. Y aquella ciudad se echó a la calle para, primero, velar su cadáver
y, posteriormente, acompañarle hasta su primitiva morada en el Cementerio,
donde, por suscripción popular, se erigió un bellísimo mausoleo, que, cada 18
de febrero, aparece cubierto de flores que Huelva le sigue ofreciendo en su
memoria porque aunque Huelva había perdido a su ídolo, pero lo mantiene fiel en
su memoria, como se demuestra con los actos que le recuerdan o como este mismo
que estamos celebrando en vísperas del inicio de nuestras fiestas patronales.
Manolito fue un torero muy representativo del
momento taurino en el que le tocara actuar. El parón, es decir la estática
espera con los pies inamovibles al arranque del toro, tuvo en él su más
dramático cultivador y lo intentaba en cualquier clase de toros con temeridad
increíble. Fue victima precisamente de esta su concepción del toreo, que daba
un carácter impresionante lo mismo a las suertes básicas que a algunas de
adorno que, con capa y muleta, solía intentar. Su aire torpe y como abstraído
en la plaza, aquel presentarse al trance como quien se deja conducir al
sacrificio, hasta un tic nervioso que le hacia cerrar los ojos en el momento
del embestirle la res daban a su toreo un tono sombrío y trágico, cuya
autenticidad había de acreditar la muerte.
En
lo personal, Manolito fue un muchacho jovial, simpático, amigo de sus amigos,
que supo ganarse el aprecio de todos cuantos le rodearon en su corta vida, en
la que, además de los toros, se entregó a su familia y a su gente, a sus amigos,
dejando una estela simpar que, pese a los años transcurridos desde su
desaparición, sigue vigente entre nosotros. Buena prueba de ello es este
reconocimiento que le hace su barrio, representado por unos vecinos, hijos y
nietos de aquellos que compartieron parte de la vida de un torero que siempre
estará presente en la memoria de esta Huelva que jamás lo olvidará. Loor y
gloria a Manuel Báez, a Manolito Litri.
1 comentario:
Hola don Vicente tendra usted mas datos de la ganaderia de Eliecer Montiel?
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