"Vendo plaza de toros en Felanitx. Construida en 1914 y ubicada cerca del centro. Barrera, contrabarrera, tendidos, gradas, andanadas, puerta de toriles y puerta de cuadrilla con portones de acceso batientes. Precio a convenir".
Informa el día de Baleares.
El anuncio no aparece en ningún periódico de las Islas, entre otras cosas porque la propiedad tiene bien claro que si el coso felanitxer pasa finalmente a otras manos difícilmente serán las de un particular. Quien cuenta con verdaderas opciones de hacerse con la plaza de toros de La Macarena no es otro que el propio Ayuntamiento, aunque como suele pasar en estos casos, el traspaso se mantiene atascado por un problema de cifras.
La sociedad catalana que encabeza Pedro Balañá quiere vender, pero no a cualquier precio. Las nuevas normativas impuestas por Función Pública acarrean unas reformas inasumibles para el coso y este año no se ha albergado una sola novillada, por lo que la intención es desprenderse del recinto de la manera más rentable posible. Por su parte, el Consistorio por su parte ni siquiera tiene claro si merece la pena invertir en una estructura sin saber cuáles son los futuros usos que le esperan.
La posibilidad de adquirir la plaza sin abonar un solo euro depende de una cláusula del convenio firmado entre el Ayuntamiento y el primer particular que adquirió el recinto. Según dicha cláusula, la plaza debe regresar a manos de la corporación municipal si no llega a celebrar evento alguno en todo un año. Exactamente lo que ha sucedido en 2009, después de que Función Pública exigiera modificaciones para su legalización (cuatro vomitorios en los tendidos con acceso directo, pasillos de acceso a los asientos superiores y ensanchamiento de las escaleras de las gradas) que la propiedad no ha ejecutado.
Lo que los servicios jurídicos del Ayuntamiento estudian en estos momentos es si la cláusula se incluyó en el registro y si permitiría la recuperación gratuita del coso. Por su parte, Balañá lo tiene claro: si este año no se ha celebrado la tradicional novillada de San Agustí es porque la Ley no lo ha permitido, no a causa de una negativa de la propiedad (aspecto que precisamente subraya la cláusula de marras). Por lo tanto, el empresario catalán va a soltar la plaza pero no a regalarla.
Si finalmente los servicios jurídicos dictaminan que es imposible que La Macarena llegue a manos del Ayuntamiento como regalo de Reyes, se abrirá entonces un nuevo escenario en el que la corporación debe decidir si su compra sale a cuenta.
En el último pleno municipal, el Bloc instó a iniciar los trámites para recuperar la plaza y propuso que se le diera un uso cultural y que jamás volviera a albergar un espectáculo taurino.
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