El Ronquillo dice: Un rabo para José Tomás.
Es lo que está tramando la secta -no confundir con sus respetables y espontáneos admiradores- con sus corifeos al frente. Ya sólo hay que pedírselo al presidente Infante que dice estar dispuesto a concederlo, desde luego que esto se veía venir en la plaza del Infantado, allanada de obstáculos para la avalancha de la secta tomasista.
Qué casualidad que la triunfal corrida de José Tomás y la próxima del día 15 habrán sido reconocidas y presididas por la misma persona, dicen que por orden de servicio cuando ya hace tiempo se sospechó que así iba a ser.
La secta ocupó la plaza de Las Ventas y actuó como antes lo había hecho en las contadas plazas dónde había actuado su icono, es decir forzando hasta lo irracional al presidente de turno para asegurarle la puerta grande –eso es lo primero- lo que no le costó mucho esfuerzo ya que el usía aportó el suyo.
La secta viene ejerciendo su incansable labor desde tribunas mediáticas con su borla de intelectuales, al menos presuntos.
Desde San Isidro de 1972, que lo obtuviera Sebastián Palomo Linares, no se concede el excepcional trofeo en la Monumental madrileña, y no es que no se haya dado, es que no se ha pedido nunca por el público.
La afición madrileña siempre mantuvo una actitud de respeto a la categoría de su plaza y se la ha aplicado a toreros históricos, en faenas consideradas como cumbres, para no pedir el máximo trofeo.
Hay que tener memoria y recordar a los, Antoñete, Camino, El Cordobés, Paquirri, Paco Ojeda, Niño de la Capea, Ponce, Rincón, Julito Aparicio, El Cid, hace pocos días Miguel A. Perera o al mismo José Tomás en su anterior época, y pensar que en alguna ocasión se hubieran merecido cortar un rabo, pero nunca los espectadores de Las Ventas se atrevieron a cometer la osadía de solicitarlo.
Ahora sí, ahora hay que conseguirlo como sea y no para premiar, en su caso, a ese grandioso torero que es José Tomás, que de merecerlo realmente sería un injusticia no otorgárselo, no, el rabo sería para ellos mismos, para los de la secta, para esgrimirlo como arma arrojadiza contra la historia del toreo, como una afrenta contra aquellos que mantenemos el respeto al resto de profesionales y dónde la manipulación de la cábala tomasista con su descarado aderezo crematístico no hace mella alguna.
Pues ya está dicho por el presidente Infante, que ya se puede pedir un rabo en la plaza del Infantado, que él no va a ser obstáculo, y si se lo pide la Infanta Elena y El Rey pues mejor que mejor para la paradoja, un rabo para un republicano maleducado.
La Consejería competente de la C.A.M. permite la desfachatez y falta de ética del presidente en vísperas de su actuación el cual se sitúa a la cabeza de la campaña pro-rabo.
3 comentarios:
Y dale otra vez con lo mismo, manda cojones.
Se puede saber dónde está el problema de ser republicano? Si se lo diesen a Cayetano se diría el torero monárquico?
A ver si no mezclamos churras con merinas que no creo yo que todos los republicanos de este país tengan (o tengamos) que ser maleducados.
PERO MIRA QUE A MI ME DA IGUAL QUE SEA REPUBLICANO O NO, AUNQUE NO LO CREAS, YO CUENTO LO QUE HAY...
No lo decía por usted, lo decía por el autor del artículo que sigue erre que erre con el temita.
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