jueves, 14 de junio de 2012

Tal día como hoy...


Salvador Ortega se lució en la novillada del Corpus de 1.979




                                                                       Por Vicente Parra Roldán




La empresa que regía el coso de la Monumental en la temporada de 1.979, integrada por los matadores Miguel Báez “Litri” y Antonio Borrero “Chamaco”, decidió abrir la campaña taurina en nuestra ciudad con ocasión de la festividad del Corpus Christi, por lo que se anunció una novillada picada en la que tomaron parte tres jóvenes onubenses ( Conde, Corbacho y Ortega ) ante un encierro de Bernardino Jiménez.




No fue muy amplia la presencia de espectadores en los tendidos del coso para contemplar este festejo que contó con unos novillos bravos y encastados y que, pese a ser excesivamente castigados desde el caballo, fueron a más.
Las cuadrillas hicieron el paseíllo descubiertas y se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Rafaell Carbonell, de cuya muerte se iba a conmemorar veinticinco años. Un merecido reconocimiento de la afición onubense.

Abrió plaza Miguel Conde que puso de manifiesto no estar muy placeado. Sus mejores momentos los alcanzó en el cuarto de la tarde, al enjaretarle unos excelentes redondos. Tampoco estuvo muy afortunado con los aceros, por lo que, al finalizar sus actuaciones, recibió unos calurosos aplausos.
 Por su parte, Urbano Corbacho dejó patente sus ganas de agradar a los espectadores y, durante toda la tarde, estuvo valiente y no regateó esfuerzo alguno. Quiso hacerlo todo y, en ocasiones, se precipitó. Tampoco estuvo muy afortunado a la hora de matar, especialmente en el quinto.

 El triunfador del festejo fue Salvador Ortega que cortó una oreja a cada uno de sus oponentes. Lanceó con temple a su primero, al que toreó con la muleta con mucho gusto y entre las aclamaciones de los tendidos que se volcaron con él. En el que cerró plaza volvió a lucirse en un quite por navarras y con la muleta tuvo mucha variedad al mismo tiempo que expuso tener mucho valor como demostró a la hora de matar para rematar su actuación.

En suma, una excelente novillada, con reses bravas y encastadas, que no pudo ser aprovechada en su totalidad por los novilleros onubenses, destacando Salvador Ortega que, además de variedad, puso mucho gusto a todo su quehacer y supo ganarse las simpatías de los tendidos.

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