Vicente Parra Roldán
En
el año 1.977 se produjo el lanzamiento de Emilio Muñoz como novillero y su
padre organizaba numerosos festejos en localidades de la provincia onubense,
como sucedió en Zalamea la Real y Aracena durante los días 4 y 5 de junio.
En
la localidad andevaleña, con media entrada en los tendidos, Emilio Muñoz actuó
mano a mano con José Miguel Medina para lidiar reses del hierro de Antonio
Pérez López de Tejada, que resultaron mansas y difíciles para los novilleros
que vieron como los animales huían al sentir el hierro.
José
Miguel Medina estuvo torero y bullidor tanto con el capote como con la muleta,
destacando su quehacer en el que abrió plaza, al que mató de media y tres
descabellos, ganándose una oreja, el mismo trofeo que obtuvo en el tercero al
que le realizó una faena similar.
A
oreja por novillo salió Emilio Muñoz, que se lució con el capote y con la
muleta, con la que instrumentó pases de todas las marcas. Mató a su primero de
una estocada y al cuarto de tres pinchazos y estocada.
Al
día siguiente, Emilio actuó como único espada en Aracena donde mató cuatro
novillos de la misma ganadería y que resultaron mansurrones pero que se dejaron
torear por el joven novillero que
invirtió menos de una hora – concretamente cincuenta y cinco minutos – para
acabar con el festejo.
El
novillero cortó las dos orejas y el rabo a su primero; repitió el éxito en el
segundo y en el cuarto mientras que los fallos a espadas con el tercero solo le
posibilitaron oír una fuerte ovación de los tendidos que estuvieron muy bien
concurridos por numerosos espectadores.
Lógicamente, a lo largo de su actuación, Emilio Muñoz puso de manifiesto sus conocimientos taurinos, dejando estela de su buen quehacer tanto con el capote como con la muleta, realizando faenas garbosas y variadas, amenizadas por la música y la alegría de los espectadores. En suma, una gran tarde la que se vivió en la capital de la Sierra onubense.
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