El pueblo, gobernando por BILDU, separa política y tradición
Toreros y alguacilillo desastrado en la plaza de toros de Zestoa. [ARRIZABALAGA] |
Mirad que bonito texto de Begoña de Teso ( con ese nombre cualquiera escribe bien) a cuenta de la novillada de Cestona
Entre los coleccionistas de carteles taurinos hay uno preciadísimo fechado en 1898 y editado por aquel Ayuntamiento de Cestona que vivió la pérdida de Cuba. Anuncia dos magníficas corridas de toros. En una de ellas lidiaba el no menos famoso y apreciado Cástor Jaureguibeitia Ibarra, Cocherito de Bilbao.
En la eterna discusión sobre el antitaurinismo mostrado por la mayoría de los escritores de la Generación del 98, siempre se cita un comentario de Pío Baroja quien insiste en que como médico de la localidad que tanta melancolía le provocaba, fue invitado al festejo de correr toros pero como él no gustaba de fiestas con toros «ni grandes ni pequeños», púsose en una localidad en la que nada se veía de la fiesta y dedicóse a «filosofar y observar a las gentes».
Certificado queda pues en carteles y en escritos que había toros en la Cestona del XIX. Pero cuentan los anales que también los hubo en el XVIII y tal vez en el XVII. La tradición se mantiene orgullosa y vitalísima en el XXI, en buena lid con la otra plaza no redonda de Gipuzkoa, la de Deba. Y con un delicioso y amigable pique entre los aficionados zestoarras y los de Azpeitia a quienes en la Foruen Plaza dan en considerar elegantosos en extremo.
Toros en la plaza rectangular de Zestoa. Hoy y mañana. La iglesia y el ayuntamiento prestan sus muros. Las gradas se montan rápidamente. Los bichos, magníficos bichos toledanos del más puro encaste Santa Coloma, Buendías de cara alegre y trotar feliz, se desembarcaron el jueves. Su ganadero, Adolfo Rodríguez Montesinos, ha subido al Norte, como cada septiembre, para respaldar con su presencia el garbo de sus toros jóvenes. Los toreros también están en flor. Por algunas plazas han luchado. Hoy es el turno de un toledano fino, Javier García, El Casarrubio. Había un chaval llamado Alberto Díaz, madrileño, que iba a torear el domingo pero no ha estado de ley en sus últimos compromisos y, vergüenza torera obliga, se ha retirado del cartel porque a Zestoa o se viene a triunfar o no se viene. Le sustituye un joven segoviano, Joaquín Carrio, con un puñado de compromisos ya firmados en su agenda.
Toros en Zestoa. Como desde hace siglos. Como en 1898 cuando más se perdió en Cuba. Como no los vio Baroja pero que mucho gustan a propios y extraños. Toros de verdad, Santa Colomas de estirpe toledana. Público entendido y torerillos de bonito futuro.
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