Tres valientes contra un desfile de mansos
TOROS. La ganadería de Partido de Resina ha fracasado en Madrid tras no poder completar el encierro en el sorteo inicial y posteriormente por haber lidiado cuatro toros mansos y sin entrega. El mexicano Ignacio Garibay fue cogido en el cuarto y Serafín Marín se libró milagrosamente de otra a la altura del pecho en su primero.
Sixto Naranjo - 22-05-11
Madrid, domingo 22 de mayo de 2011. 13ª de Feria. Lleno aparente. Cuatro toros de Partido de Resina, muy desiguales de hechuras, desde el mastodóntico 4º al feo y chico 6º. Mansos, descastados y vacíos por dentro. Un remiendo de Nazario Ibáñez (1º), correcto de presentación, descastado, manejable y flojo. Un sobrero de Los Chospes (2º bis), bien presentado, manejable aunque a menos. Ignacio Garibay, silencio tras aviso y palmas al pasar a la enfermería. Serafín Marín, vuelta y silencio tras aviso. Sergio Aguilar, silencio y silencio tras aviso.
Los que contemplamos la corrida que lidió Partido de Resina el pasado año en Madrid todavía nos acordamos de lo que vimos ese día. Una corrida mastodóntica, que tuvo algún ejemplar que medio se dejó, sin entrega, pero sin malas ideas. Pero ya sabemos que en este mundo de los toros somos muy dados a exagerar y a caer en el tópico hasta límites insospechados. Y lo más gracioso, es que quienes más han cantado esa corrida en los últimos días han sido precisamente los que no asistieron en directo a ese festejo.
Por ello, no me extraña que lo vivido este domingo en Las Ventas se haya desarollado por los parámetros de la mansedumbre en los toros de Partido de Resina. Ya pinchó el hierro sevillano desde que nos enteramos este mediodía que no había conseguido completar el encierro reseñado por diversos contratiempos de última hora en el campo. Y ya en el ruedo, la corrida ha sido una escalera, con varios toros que en otros festejos se hubiese protestado por su justa presencia y otros, como el cuarto, auténticos elefantes con cuernos, alejado de lo que es el prototipo del toro de lidia en general, y de esta ganadería en particular.
Pero los cuatro han estado cortados por el mismo patrón. Por ello el mérito de los tres toreros que han estado enfrente durante la tarde. Cada uno en su estilo pero con la personalidad suficiente como para mostrar su solvencia ante estos toros.
El peor parado fue Ignacio Garibay, que resultó cogido de manera espectacular por el cuarto, el mastodonte, que le lanzó por los aires al prenderle por el muslo. Se la jugó a carta cabal el mexicano ante un animal que lo midió y buscó en cada pase. Le buscó las vueltas y a pesar de llevar el muslo abierto se quedó en el ruedo para terminar de pasaportar al marrajo.
Antes, con el remiendo que abrió plaza de Nazario Ibáñez, se vislumbró un toreo de cadente temple y buen concepto. Hubo una tanda de muy buen trazo por el pitón derecho que no tuvo continuidad por la escasa fortaleza del animal. El mexicano tiene capacidad y gusto para sorprender con otro tipo de ganado.
Serafín Marín sintió en su pecho el ‘Capotillo de San Isidro’ al entrar a matar al sobrero de Los Chospes que lidió en primer lugar. El hachazo a la altura del corazón fue brutal y la plaza quedó conmocionada en unos segundo que se hicieron eternos hasta que el catalán hizo ver que allí no había pasado nada. El milagro del día. Antes, Serafín había comenzado su faena con una buena serie en redondo, pero el torero se amontó en las siguientes y el toro comenzó a ir a menos en sus viajes.
Con el quinto fue un querer y no poder. Lo intentó valientemente por ambos pitones pero el lucimiento era imposible con un astado mirón y andarín.
Una tarde más Sergio Aguilar salió de Las Ventas sin poder mostrar su concepto del toreo con un lote infumable. Con el soso que hizo tercero se afanó en correr la mano con la planta muy vertical, pero el toro no descolgó ni se entregó a la muleta del torero de Vallecas. Y con el feo e impresentable que hizo sexto porfió en una faena de escaso eco en los tendidos.
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