Lo cuenta El Mundo
De la gloria taurina... a la caridad
- Matador apadrinado por Ortega Cano en los 70 y compañero de juerga de Carmina Ordóñez en los 80, ahora
- Tomo seis del Cossío, la biblia de los toros. Pedro Somolinos, nacido en Madrid, protagonista de una famosa corrida sobre la nieve en Valdemorillo a finales de los 70, torero fino y prometedor en aquellos años. Apadrinado por Ortega Cano, compañero de quinta
- Seguir leyendo en El Mundo.
Comedor de beneficencia de la calle Virgen del Olivo en San Blas (Madrid), esta semana, 30 años más tarde: sale por la puerta tieso como un palo, vestido como un pincel, digno y señorial incluso en "la ruina" que él mismo admite, el mismo Pedro Somolinos.
"Pues sí, estoy arruinado, pero rico o pobre la persona es lo que importa. Las mayores cornás las da la vida, eso seguro. Cuando te va bien, pues te va bien. Cuando vienen mal dadas, es otra historia. Yo gané mucho dinero, sí. Lo disfruté, ¿eh? Lo disfruté. Y ahora estoy arruinado. Bueno, tengo unas casas por ahí pro indiviso con mi ex mujer, pero, como siempre digo, ¡los ladrillos no se comen!", dice Pedro, un tipo de una pieza que mantiene su gracejo y un porte, aún en la pobreza, casi aristocrático -en la mejor tradición de los hijosdalgo ibéricos, por cierto
2 comentarios:
A Pedro Somolinos yo le vi torear un par de tardes como novillero en la Plaza México por el año 78 ó 79. Mostró gran oficio y buenas maneras ante los toros.
Saludos desde Aguascalientes, México.
Yo recuerdo un taurino rincón de Jerez en el que de una de sus paredes colgaba una foto , me pegaba yo las horas mirandola mientras mi abuelo echaba la partida, o mientras se enfrascaba en una de sus tertulias taurinas.
Siempre creí que se trataba de un derechazo del maestro Manzanares ( padre ), hasta que un dia le pregunte a mi abuelo por el autor de aquella maravilla de muletazo. . . Es Pedro Somolinos, menudo pedazo de torero ¡¡¡ Aquel extraordinario muletazo tan amanzanerado, con un pedazo de toro y con la curiosidad de que lo estaba ejecutando bajo una copiosa nevada, en la antigua y portatil plaza de Valdemorillo.
A raíz de aquel día, comence a admirar las formas y el concepto de ese torero al que yo desconocía. Pasaron los años y la vida me cruzo a este hombre en el camino, jamás me atreví a contarle el tremendo respeto que le procesaba.
Publicar un comentario