Hubo un Beethoven que fue Ordóñez y un Mozart que fue Curro
'Yo salía a la plaza de toros y hacía sobre la marcha lo que el toro con su mirada y su embestida me transmitía. Mi amigo Emilio Romero me decía que era el hombre con mayor capacidad para irritar a la gente en España, pero como yo le contestaba mejor irritarlos que cansarlos, que es lo peor que puede hacer un torero'.
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