sábado, 27 de septiembre de 2008

Pepe Moral corta una oreja y refrenda su regreso

Pepe Moral corta una oreja y refrenda su regreso.La madera de Moral es madera de figura.

Ya saben que luego del Taquilla y de la Venta Pazo no hago ficha.

Abrevio, media plaza digna, tres toreros formados y seis novillos de correcta presentación, un par de ellos astifinos de miedo.Tarde de quites en cinco novillos, regalada por la empresa a sus abonados. No me gusto la novillada de Guadaira, sin raza, manseando, sin casta y sin decir nada. Es verdad que el quinto fue el menos malo, pero Sevilla ha perdido el norte y los ganaderos del avecrem han mezclado pastillas, si le quieren dar la vuelta al ruedo al manso, descastado y muy noble novillo, mimado por Pepe Moral.

La terna de novilleros más que dignos, toreados placeados, de muchas tardes a su espaldas, de regusto en otras tardes en la Maestranza Nazare bien, valiente con gusto, pero ¿Quién le dice que le cambie los terrenos naturales del toro?.

¿Por qué se descubre a mitad del muletazo? ¿Nadie le indica que el toro no se tragaba el tercer muletazo de las series y había que perder un pasito?’ cosas de novilleros. En el cuarto más de lo mismo, el mastuerzo quería cogerlo si le daba distancia, quizá en otros terrenos hubiera tenido más repercusión el trasteo.

Lo de Tendero cuesta juzgarlo por que el chaval enlotó sin tino, al tercero, astifino y complicado, ante el que realizo faena de cercanías, lo llegó a desesperar y el manchego perdió la noción cuando quiso realizar una faena de por aquí te quiero ver, el público le recordó que estaba en la catedral del toreo.
 
Ante el sexto, demostró su solvencia y anduvo por encima del astado de Guadaira.

La tarde languidecía entre ruinas de novillos que llegaban al capote con la boca abierta buscando aire, las manitas por delante y ganas de defenderse. aliço el quinto y Moral puso sobre la mesa las virtudes que prometen que a va a ser figura de esto, no soy augur, no echo cartas, ni leo los posos del café, pero creo en lo que mis ojos me enseñan y mi alma me traduce. Si un torero en una tarde cuesta abajo, soporífera por la ausencia total de ganado bravo y la frialdad de un público conmocionado quizá por la entrada en el cartel de Morante en la corrida de mañana, si un torero que viene de la travesía del desierto de que viene este palaciego, levanta la tarde desde los lances ajustados de la capa
 

y luego sigue a base de dejar un toro crudo en el caballo, citarlo en los medios,

consentirle la guasa sorda que tenía, bajarle la mano hasta los cimientos de la Maestranza, arrancando los primeros sones de la banda del maestro Tejera, para enjaretarle tres series al natural de sabor rancio,

cogiéndolo muy adelante, y llevándolo largo cosido a los vuelos de una muleta perfectamente montada y manejada con destreza de torero hecho, para partir al toro, que entonces y sólo entonces rompió a bueno, si un torero hace eso, emociona y se emociona con la hondura del torero eterno, y es capaz de matar al toro cuando le quedaban dos series en sus adentros y lo mata de manera manifiestamente mejorable, pero lo mata por que hay que matarlo, y le arranca una oreja,

ese tiene madera de figura, si siguen las ganas, alimenta las ansias, la suerte le respeta y perfila y refina las suertes fundamentales, este andará pronto por lugares de privilegio del escalafón superior. Que no se olvide entonces de quien lo sacó del camino de vuelta y lo puso en la senda de torero importante,

a quien miraba hoy en el callejón, por que el de los Palacios sabe que en cada mirada de Manolo Cortés hay dos tomos del Cossío, del de pasta dura y que huele a torería desde el descansillo de la escalera.
En el segundo padeció la frialdad de la tarde, el toro no tenía pitón izquierdo y por el derecho decía menos que el mudo de los cupones, una figura tiene que saber estar también con el toro malo y ahí anduvo el chaval por encima del burel, firme y profesional.

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