domingo, 13 de julio de 2014

Pepe Moral aporta el toreo y Padilla el fervor del público

Oreja de valor para Moral en Pamplona.
Así lo canta El Diario de Navarra.
(EFE)
El primero de Pepe Moral, por ejemplo, marcó ya de salida la querencia de la puerta del encierro, que confirmó luego rajándose y defendiéndose a cabezazos para hacer imposibles los esfuerzos del sevillano. Y el quinto, que sí fue más noble y claro, estuvo tan medido de raza que llegó a echarse por su cuenta en los primeros compases de la faena.

No se desesperó por ello Pepe Moral, sino que con un temple y una seguridad impropios de quien sólo ha toreado dos corridas en España en las últimas tres temporadas, fue sosteniéndolo y encelándolo hasta lograr varias series de muletazos, especialmente al natural, de pulso, largo trazo y sabroso regusto clásico. Sin duda, de lo mejor y más torero que se ha visto hasta ahora en la feria.

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Y ¿Zabala? pues mirad lo que dice en El Mundo

Entre los motivos para la alegría, se halló la respuesta de Pepe Moral a la apuesta de la MECA para concederle la sustitución de David Mora. Moral desorejó a un toro del Conde de la Maza en Sevilla el día del Corpus. Antiguamente esto valía un potosí, pero a la antigua funcionan ya pocos valores. Algunos que lo han mamado como Luis Manuel Lozano, que descolgó 'the first' el teléfono para anunciarlo en Albacete. Aquel chavalote que vimos triunfar de novillero en Madrid hace una pila de años debutaba ayer como matador en Pamplona y no defraudó a nadie.
Cuando se rajó tan temprano el primero de su lote, pésimamente lidiado al revés, hacia los terrenos de la marcada querencia, quedó un halo de decepción sólo paliado por su eficacia estoqueadora. Y Pepe Moral volvió a refrendar con la espada la esperanzas ante un quinto al que le quedaban 19 días para cumplir los seis años. La edad no se tradujo por potencia. Más bien andaba como puta en tacones por rastrojos. Pero en su corto aliento habitaba la nobleza para viajar con alfileres. La diestra de Moral lo acompasó con mimo y sin quererlo forzar, y aun así el toro se echó en la segunda serie...
El torero de Sevilla lo reflotó para enseñar su templada izquierda cabal. Debió seguir siempre por esa mano. Nunca se encogió y se creció y se descaró con plaza para lo poco toreado que está.Después la estocada que cambiaba el apocalipsis por la apoteosis de una oreja. Y Gallardo se desbocaba de alegría por el callejón. Por el chico también, digo. Porque Ricardo además de apasionado es un hombre inteligente y sabe, seguro, que la corrida dio más motivos para la preocupación que para la celebración. No vengamos luego con el foie...

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