Por Vicente
Parra Roldán
En la jornada del 14 de mayo de 1.952, hace sesenta años,
se iniciaba una nueva edición de la feria de San Isidro y, en aquella tarde,
Huelva estuvo muy presente por cuanto en el festejo intervinieron Miguel Báez
“Litri” y Juan Barranco Posada, que tomaba la alternativa. Completaba el cartel
“Parrita” y las reses que se lidiaron llevaban el hierro de Alipio Pérez
Tabernero.
El
toro de la ceremonia se llamó “Granadillo”, tenía el número 33 y era negro. El
toricantano lo toreó a la verónica admirablemente con unos lances lentos,
cargando la suerte, templando para rematar con media. Tras cederle los trastos
el padrino, el torero onubense, que vistió un terno blanco y oro, brindó su primer
toro al público. Tras un breve trasteo, siguió citando con la muleta plegada y
dio dos naturales estupendos, derribándole en el tercero. El animal estaba muy
quedado y Posada lo toreó con la derecha en el centro del platillo, poniendo
todo su alma en la faena. A la hora de matar necesitó de cuatro pinchazos y dos
medias, recibiendo una cálida ovación.
Y
ahí se puede decir que acabó la corrida por cuanto las condiciones de los
animales hicieron imposible el éxito de los actuantes mientras que los espectadores,
que llenaron la plaza de Las Ventas, mostraban su enfado por lo que
presenciaron en aquella tarde.
Parrita
escuchó algunas palmas al acabar con el segundo de la tarde mientras que en el
cuarto, un animal muy gordo pero pobre de defensas y de fuerzas que rodó en
varias ocasiones entre la desesperación de los espectadores, por lo que fue
reemplazado por un sobrero del Conde de Mayalde que resultó manso, por lo que
Parrita se lo quitó de encima con rapidez.
Miguel
Báez “Litri” no tuvo una tarde muy afortunada. Su primero fue muy protestado,
pero el torero choquero supo acallar esos comentarios con su toreo de capote.
Pero ante sus nulas condiciones, el público le pidió que acabara pronto con el
animal y se dividieron las opiniones. El quinto fue mal lidiado y el picador
rompió el palo, dejando clavado en el lomo del toro los casquillos entre las
protestas de los espectadores. Ante el panorama y las malas condiciones de su
oponente, Litri se lo quitó de encima con prontitud de media estocada
desprendida y un golpe de verduguillo.
En
el que cerró plaza, Juan Posada se encontró con un toro muy escaso de fuerzas y
que rodó en varias ocasiones por la arena mientras los espectadores llenaban el
ruedo de almohadillas en señal de protesta. Aunque Juan estuvo muy bien
toreando con la muleta, especialmente con la mano derecha, los tendidos no le
reconocieron el esfuerzo que concluyó con un pinchazo hondo.
Como en tantas otras ocasiones, los toros se llevaron las ilusiones de los toreros y, muy especialmente, de quien tomaba la alternativa y nada menos que en la plaza de Madrid, del onubense Juan Posada quien, curiosamente, nunca toreó en Huelva como matador de toros.
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