Amplia presencia de Cuadri en Las Ventas en la década de los 80
Vicente
Parra Roldán.
La década de los 80 ha sido, sin duda alguna, la de mayor
presencia del hierro triguereño en el coso madrileño por cuanto hasta en diez
ocasiones se lidiaron reses herradas con la H en Las Ventas.
La
primera ocasión fue en la tarde del 2 de junio de 1.981, en la vigésima corrida
del ciclo isidril. El conjunto de las reses lidiadas fueron bravas y alegres en
el caballo, metiendo muy bien los riñones y derribando a varios picadores, como
también tuvieron cuajo aunque, quizás, algo atacada de peso. La corrida tuvo
casta, clase, estilo y nobleza pero, sin embargo, no fue aprovechada en todo
por sus lidiadores.
Ángel
Teruel no terminó de aprovechar su lote, especialmente su segundo, que tuvo
clase y nobleza, al que toreó en las tablas cuando el animal pidió el centro
del ruedo. Por su cuenta, dio la vuelta al ruedo en su segundo. A José María
Manzanares padre le faltó ligazón en su quehacer tras dejar bonitos pases sueltos,
dividiéndose las opiniones en su primero mientras que le pitaron en el otro, un
animal apagado con el que el alicantino no estuvo a gusto. Emilio Muñoz no
llegó a acoplarse con su primero, que le punteó los engaños, mientras que en el
que cerró plaza logró algunos pases sueltos largos y templados ante un animal
que no se paró, siendo despedido con palmas.
Con
otro cartel de lujo volvieron los cuadri a Las Ventas en la tarde del 22
de mayo de 1.982, en la novena de la feria de San Isidro. Manolo Vázquez, Antoñete
y el mejicano Jorge Gutiérrez, que confirmó la alternativa, compusieron la
terna para lidiar un encierro encastado, con movilidad y que llevaron la
emoción a los tendidos. Manolo Vázquez estuvo decidido con el primero de la
tarde al que mató de un bajonazo y en el otro le faltó decisión por lo que fue
abroncado. Antoñete pudo cortar la oreja a su primero pero falló con la espada,
por lo que dio una aclamada vuelta al ruedo y, en el quinto, abrevió para
justificarse. Jorge Gutiérrez no se acopló con el de la ceremonia y, en el que
cerró plaza, un buen toro, le toreó con soltura, dando la vuelta al ruedo.
Unos
días después, el 19 de julio de 1.982, se celebró la histórica Corrida de la
Prensa, con un concurso de ganaderías, en la que se indultó a “Belador”, de la
ganadería de Victorino Martín. En aquel festejo se lidió un astado de Cuadri
que fue lidiado por José Ortega Cano. El animal resultó manso y no posibilitó
el lucimiento de su matador. Como compañeros de Ortega Cano actuaron Manolo Cortés y José Antonio Campuzano.
Una tercera comparecencia de las reses triguereñas en el
ruedo venteño en el mismo año se produjo el 17 de septiembre de 1.982, en la
segunda corrida de la Feria de Otoño. Tres toros tuvieron que ser rechazados al
resultar dañados los pitones en las tareas de desencajonamiento. Los que
salieron aquella tarde a la plaza, un total de ocho toros, lidiándose dos toros
de Cuadri, otros dos de Chopera y otros tantos de Terrubias, renquearon mucho y
arrastraron los cuartos traseros entre las protestas de los tendidos.
Los
mejores fueron los de Cuadri, bravos y con clase. Uno, que se lidió en segundo
lugar le correspondió a Paco Ojeda que lo toreó con mucha emoción, sometiéndole
por el pitón derecho, pero falló a espadas. El otro le correspondió a Luis
Reina que puso mucha voluntad pero le faltó clase, siendo ovacionado. Completó
la terna Emilio Muñoz.
No
fue bueno el encierro de Cuadri lidiado en la undécima de la feria isidril,
celebrada en la tarde del martes 24 de mayo de 1.983 pues los toros fueron
sosos, apagados, mansos y llegaron sin movilidad al último tercio. Ángel Teruel
fue pitado en su lote además de avisado en su primero; Dámaso González fue
ovación además de oír un recado presidencial en el segundo mientras que Emilio
Muñoz fue silenciado en uno y ovacionado
en el que cerró la tarde.
En
la tarde del 14 de agosto de 1.983 estaba anunciada una corrida, para rejones,
de Diego García de la Peña pero, en el reconocimiento, fueron rechazados,
cuatro toros, por lo que el encierro se completó con dos astados de Cuadri,
lidiados en los dos primeros lugares, y otros dos de Lisardo Sánchez. Las reses
triguereñas tuvieron clase y nobleza suficientes para haber sido lidiadas en
una corrida a pie. Luis Miguel Arranz tuvo una buena actuación pero marró con
los aceros, siendo ovacionado mientras que Diego García de la Peña (hijo del
ganadero anunciado) no estuvo muy afortunado fallando, además, con los rejones
de muerte, por lo que fue avisado por la presidencia y pitado por los tendidos
al acabar su actuación.
Para
la corrida extraordinaria de la Beneficencia del año 1.984, celebrada en la
tarde del 15 de junio, se eligió un encierro de Cuadri, aunque, en cuarto
lugar, se lidió uno de Núñez. Las reses triguereñas fueron ásperas, mansearon,
tuvieron mal genio a excepción del quinto, manifestaron sosería y sentido
además de flojear y no ofrecieron facilidades a los espadas. Antoñete fue
pitado en su primero; José María Manzanares recibió ovaciones al concluir con
cada uno de su lote y Julio Robles fue silenciado en uno y aplaudido en el
otro.
La
decimonovena corrida de la feria isidril de 1.985, en la tarde del 2 de junio,
contó con toros de Cuadri, aunque dos ellos – el tercero y el sexto - fueron
devueltos por flojos y reemplazados por otros tantos de Cortijoliva. Las reses
triguereñas estuvieron excesivamente gordas y mostraron mucha flojera. Emilio
Muñoz fue silenciado en su lote, abrochándose a la presidencia por no haber
devuelto al cuarto; Curro Durán, tras silenciársele en uno, se le ovacionó en
el quinto. Manolo Cascales, con el lote de reemplazo, tampoco estuvo
afortunado.
Veinte
días después, concretamente el 22 de junio de 1.985, volvieron las reses de
Cuadri a Madrid. En esta ocasión, para un festejo de rejones. No fue bueno el
encierro enviado, destacando la nobleza del que ceró plaza. Curro Bedoya y Luis
Miguel Arranz, en sus actuaciones individuales, dieron la vuelta al ruedo
mientras que por colleras saludaron; los portugueses Manuel Jorge de Oliveira y
Joaquín Bastiña fueron silenciados en sus actuaciones.
Hubo
que aguardar hasta el 19 de junio de 1.988 otra presencia de los toros
triguereños en Las Ventas. En esta ocasión, las reses, cinqueñas, estuvieron
muy bien presentadas y astifinas, siendo muy toreables las lidiadas en segundo,
tercero y quinto lugares mientras que las restantes presentaron dificultades,
especialmente primero y cuarto. Lucio
Sandín fue avisado en el que abrió plaza, oyendo también una bronca mientras
que en el otro fue silenciado; José Luis Seseña, vuelta al ruedo y ovación; y
José Luis Bote (que lidió un sobrero de Jiménez Pasquau) ovación y aviso.
Tras
esta corrida vendría un amplio período de tiempo sin que el hierro de Hijos de
Celestino Cuadri compareciera en la primera plaza del mundo. Hubo que esperar
hasta el 28 de abril de 1.991.
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